Reportajes sobre Portugal y su década más dura
Por E.V.Pita
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Portugal: esclavos en la "raia" (2005)
Publicado en La Voz de Galicia el 29 de abril del 2005, en la página 18
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Reportaje | Miseria humana al otro lado de la «Raia» (y III)
Agricultores contratados plantan patata en un campo de Vila Chá, cerca de Vila Real
La cantera de los esclavos lusos
Los vecinos de las aldeas de Trás-os-Montes no dejan nunca solos a los deficientes mentales o los enfermos psíquicos por temor a que sean secuestrados por los negreros.
Texto: E.V.Pita / Fotos: Oscar Vázquez
«¡Márchense! No queremos hablar de eso. Pasó na altura (hace tiempo)», grita Deolinda de Fátima desde la puerta de su desvencijada casa. Ella y sus cinco hijos viven en Carrazedo do Alvão, una polvorienta aldea de la sierra, en el corazón de la deprimida región de Trás-os-Montes.
Enfrente, en el bar sólo hay aparcado un Mercedes con matrícula de Pontevedra. Dos hombres mayores toman algo en la barra junto a un joven de sonrisa extraña. Todo el mundo en Carrazedoconoce la historia de Vasco, el hijo de Dionisia que tiene retraso mental y no puede hablar a sus 21 años. Su hermano Júlio relata su ventura: «Se lo llevaron por la noche en una furgoneta roja para trabajar a 20 kilómetros dentro de la frontera española. La GNR contactó con los del otro lado y lo encontraron. Pero eso fue hace tiempo, ¿por qué revivirlo ahora?». Su madre lo interrumpe entre sollozos y lamentos. No quieren más publicidad para su caso. Júlio discute con su progenitora y se retira. «Me gustaría visitar España. Allí están muy avanzados», se despide.
Esta zona agrícola vive ahora gracias a las obras de la autopista.
A pocos kilómetros está Vila Pouca de Aguiar. El comandante del puesto de la GNR recuerda de oídas el caso de Vasco. «En los últimos años no hemos vuelto a registrar secuestros», dice. En un bar del moderno pueblo sirven aceitunas cultivadas en la cercana Valpaços. El pasado mes de diciembre, Armando, un enfermo psíquico, logró huir de una quinta (finca o bodega) de esa zona. Sus patrones lo obligaban a recoger aceitunas allí y, en los veranos, a montar norias y barracas en España, incluida Galicia.
La carretera entre Chaves, localidad lusa fronteriza con Verín, y Vila Real forma parte de la ruta de los esclavos. La mayoría de los 22 detenidos en Oporto en la operación Liberdade residían en villas
agrícolas próximas como Murça, Chaves y Mirandela. Todas estas localidades están al borde de las carreteras que se dirigen a la frontera con España.
Los escenarios de los secuestros registrados en los últimos diez años también son cercanos: Vila Pouca de Aguiar, Vidago, Valpaços o Agarez de Vilamarín. Esta última aldea está a cuatro kilómetros de Vila Real. Desde lo alto se divisan las terrazas de viñedos. En una humilde casa vive Cristina. Ésta asegura que su hermano Armando, un enfermo psíquico que precisa cuatro calmantes diarios, vive atemorizado desde que huyó de una banda lusa que lo retuvo dos años.
«Teme que sus patrones de etnia gitana vuelvan a buscarlo. Hace meses que no trabaja y va a todos lados con su padre. Después de su fuga aparecieron coches de forasteros por aquí. Son unos criminales de la peor clase», dice.
Otro joven del pueblo, con deficiencias, es vigilado constantemente por su familia para evitar que la mafia lo secuestre y lo obligue a trabajar en la vendimia, la recogida de fruta, la chatarra o las piezas de atracciones en España.
Los vecinos de las aldeas montañesas de Vila Real han denunciado, al menos, seis raptos más. «Sé de dos casos en Chaves, otro en Sapiaos, en Medrões y en Vila Cova. Uno de los desaparecidos escapó y volvió a ser raptado. Todos eran deficientes», añade Cristina.
Alfredo, un ex trabajador de La Rioja, confirmó los abusos al Jornal de Noticias.
Vila Chá es una aldea que se halla a pocos kilómetros de Vila Real. La zona cuenta con molinos aerogeneradores y grandes explotaciones de vacas. José Luís Olves es un ex militar retirado que se dedica a la agricultura. En sus campos trabajan cinco empleados que plantan patata. «Necesito mano deobra porque la maquinaria sale muy cara. Toda mi producción la vendo en los restaurantes de Vila Pouca», cuenta el empresario.
La mayoría de sus jornaleros son mujeres. «Sólo encontré a un joven en los dos pueblos más cercanos que esté dispuesto a trabajar en el campo. Los demás se van a las canteras o a las obras», relata el patrón mientras se ajusta las gafas de sol, al lado del todoterreno.
La historia de ese jornalero podría llenar un culebrón. «Su mujer enloqueció, se separaron y ella se quedó con sus propiedades.
Él vive de la agricultura porque es lo único que tiene», afirma el empresario. Fernando es un peón de 30 años, vecino de una aldea de Vila Real, que trabajó en la vendimia de Logroño. «He viajado mucho. Hablo francés y algo de alemán», añade en el idioma galo. Acepta contar su historia a cambio de una invitación a dos cervezas para combatir el calor de la dura jornada. Pero al entrar en el bar, el patrón le reprende y le encarga nuevas tareas.
Las familias lusas piden ayuda a la policía española para localizar a los desaparecidos. António Manuel, un deficiente mental de Vidago, cerca de Chaves, tiene ahora 32 años y sus padres sospechan que anda perdido en España desde hace diez años, trabajando en la vendimia.
«Aparecieron dos hombres de etnia gitana y nos ofrecieron ganar dinero en la vendimia. Cuando mi hijo estaba solo, le prometieron una bicicleta, le pegaron y se lo llevaron», declaró su padre al diario
24 horas.
Fuentes sindicales de La Rioja indicaban ayer que las pequeñas bodegas «contratan a gente por la mañana que se va días después. Las investigaciones no pueden demostrar nada».
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Reportaje | Miseria humana al otro lado de la «Raia» (y III)
Agricultores contratados plantan patata en un campo de Vila Chá, cerca de Vila Real
La cantera de los esclavos lusos
Los vecinos de las aldeas de Trás-os-Montes no dejan nunca solos a los deficientes mentales o los enfermos psíquicos por temor a que sean secuestrados por los negreros.
Texto: E.V.Pita / Fotos: Oscar Vázquez
«¡Márchense! No queremos hablar de eso. Pasó na altura (hace tiempo)», grita Deolinda de Fátima desde la puerta de su desvencijada casa. Ella y sus cinco hijos viven en Carrazedo do Alvão, una polvorienta aldea de la sierra, en el corazón de la deprimida región de Trás-os-Montes.
Enfrente, en el bar sólo hay aparcado un Mercedes con matrícula de Pontevedra. Dos hombres mayores toman algo en la barra junto a un joven de sonrisa extraña. Todo el mundo en Carrazedoconoce la historia de Vasco, el hijo de Dionisia que tiene retraso mental y no puede hablar a sus 21 años. Su hermano Júlio relata su ventura: «Se lo llevaron por la noche en una furgoneta roja para trabajar a 20 kilómetros dentro de la frontera española. La GNR contactó con los del otro lado y lo encontraron. Pero eso fue hace tiempo, ¿por qué revivirlo ahora?». Su madre lo interrumpe entre sollozos y lamentos. No quieren más publicidad para su caso. Júlio discute con su progenitora y se retira. «Me gustaría visitar España. Allí están muy avanzados», se despide.
Esta zona agrícola vive ahora gracias a las obras de la autopista.
A pocos kilómetros está Vila Pouca de Aguiar. El comandante del puesto de la GNR recuerda de oídas el caso de Vasco. «En los últimos años no hemos vuelto a registrar secuestros», dice. En un bar del moderno pueblo sirven aceitunas cultivadas en la cercana Valpaços. El pasado mes de diciembre, Armando, un enfermo psíquico, logró huir de una quinta (finca o bodega) de esa zona. Sus patrones lo obligaban a recoger aceitunas allí y, en los veranos, a montar norias y barracas en España, incluida Galicia.
La carretera entre Chaves, localidad lusa fronteriza con Verín, y Vila Real forma parte de la ruta de los esclavos. La mayoría de los 22 detenidos en Oporto en la operación Liberdade residían en villas
agrícolas próximas como Murça, Chaves y Mirandela. Todas estas localidades están al borde de las carreteras que se dirigen a la frontera con España.
Los escenarios de los secuestros registrados en los últimos diez años también son cercanos: Vila Pouca de Aguiar, Vidago, Valpaços o Agarez de Vilamarín. Esta última aldea está a cuatro kilómetros de Vila Real. Desde lo alto se divisan las terrazas de viñedos. En una humilde casa vive Cristina. Ésta asegura que su hermano Armando, un enfermo psíquico que precisa cuatro calmantes diarios, vive atemorizado desde que huyó de una banda lusa que lo retuvo dos años.
«Teme que sus patrones de etnia gitana vuelvan a buscarlo. Hace meses que no trabaja y va a todos lados con su padre. Después de su fuga aparecieron coches de forasteros por aquí. Son unos criminales de la peor clase», dice.
Otro joven del pueblo, con deficiencias, es vigilado constantemente por su familia para evitar que la mafia lo secuestre y lo obligue a trabajar en la vendimia, la recogida de fruta, la chatarra o las piezas de atracciones en España.
Los vecinos de las aldeas montañesas de Vila Real han denunciado, al menos, seis raptos más. «Sé de dos casos en Chaves, otro en Sapiaos, en Medrões y en Vila Cova. Uno de los desaparecidos escapó y volvió a ser raptado. Todos eran deficientes», añade Cristina.
Alfredo, un ex trabajador de La Rioja, confirmó los abusos al Jornal de Noticias.
Vila Chá es una aldea que se halla a pocos kilómetros de Vila Real. La zona cuenta con molinos aerogeneradores y grandes explotaciones de vacas. José Luís Olves es un ex militar retirado que se dedica a la agricultura. En sus campos trabajan cinco empleados que plantan patata. «Necesito mano deobra porque la maquinaria sale muy cara. Toda mi producción la vendo en los restaurantes de Vila Pouca», cuenta el empresario.
La mayoría de sus jornaleros son mujeres. «Sólo encontré a un joven en los dos pueblos más cercanos que esté dispuesto a trabajar en el campo. Los demás se van a las canteras o a las obras», relata el patrón mientras se ajusta las gafas de sol, al lado del todoterreno.
La historia de ese jornalero podría llenar un culebrón. «Su mujer enloqueció, se separaron y ella se quedó con sus propiedades.
Él vive de la agricultura porque es lo único que tiene», afirma el empresario. Fernando es un peón de 30 años, vecino de una aldea de Vila Real, que trabajó en la vendimia de Logroño. «He viajado mucho. Hablo francés y algo de alemán», añade en el idioma galo. Acepta contar su historia a cambio de una invitación a dos cervezas para combatir el calor de la dura jornada. Pero al entrar en el bar, el patrón le reprende y le encarga nuevas tareas.
Las familias lusas piden ayuda a la policía española para localizar a los desaparecidos. António Manuel, un deficiente mental de Vidago, cerca de Chaves, tiene ahora 32 años y sus padres sospechan que anda perdido en España desde hace diez años, trabajando en la vendimia.
«Aparecieron dos hombres de etnia gitana y nos ofrecieron ganar dinero en la vendimia. Cuando mi hijo estaba solo, le prometieron una bicicleta, le pegaron y se lo llevaron», declaró su padre al diario
24 horas.
Fuentes sindicales de La Rioja indicaban ayer que las pequeñas bodegas «contratan a gente por la mañana que se va días después. Las investigaciones no pueden demostrar nada».
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LA LUCHA CONTRA EL FUEGO
LA VOZ EN EL GERêS
El Gerês, ante un futuro incierto (2010)
Los vecinos del parque nacional portugués consiguieron salvar sus casas, pero se enfrentan ahora a una ardua y todavía lejana reforestación de pinos, eucaliptos y especies autóctonas como el carballo
- Autor:
- E. Vázquez Pita
- Fecha de publicación:
- 6/9/2010
Agosto es el mes más cruel, criando lilas de la tierra muerta, mezclando memoria y deseo, removiendo turbias raíces con altas temperaturas. Parafraseando al poeta T.?S.?Eliot, el verano sorprendió a los vecinos del parque nacional de Peneda-Gerês. Esta extensión, que supera los 700 kilómetros cuadrados y que fue abierta en 1971, es ahora tierra baldía.
La entrada al parque por Ponte da Barca, a media hora de Tui, no puede ser más desoladora. Árboles retorcidos por el calor intimidan al visitante mientras algunos operarios con motosierras limpian de matojos las cunetas. Eso no parece echar atrás a dos cicloturistas franceses que siguen la carretera en dirección a la frontera y la villa gallega de Lobios.
El camino hacia el interior del parque depara inmensas panorámicas de los cañones del Limia, cuyas laderas aparecen calcinadas a escasos metros de las casas. Un viejo Renault-4 de color verde sube por la estrecha y serpenteante carretera de Vilarinho de Quartas. El coche y el agua del río Limia son las únicas notas de color verde en un paisaje carbonizado. Aún es pronto para hablar de reforestación con los vecinos, tras quince días de tregua. «No sabemos qué vamos a hacer ahora», comenta un ganadero. Han sido víctimas de una caída de fichas de dominó. El fuego se inició fuera del parque y se extendió sin control. Allí limpian los montes y nadie escatimó medios para apagar los incendios. Llegaron a participar 700 bomberos.
El mayor incendio duró quince días en Terras do Bouro y arrasó Vilarinho das Furnas, Serra Amarela, Lindoso y Mata de Cabril. Ardieron 3.529 hectáreas de carballos, árboles resinosos y matorral. Este siniestro amenazó los alrededores del municipio de Lobios y el parque de O Xurés, una zona de gran valor histórico porque la cruza la antigua calzada romana que unía Astorga con Braga. Los gobernadores de la época inscribieron su nombre en los mojones que numeraban las millas. Los excursionistas pueden, además, recorrer una senda repleta de pozas que permiten bañarse en los riachuelos.
El Instituto da Conservação da Natureza e a Biodiversidade (ICNB) confirma que este fuego comenzó fuera del parque del Gerês, lo mismo que los otros dos mayores incendios de agosto en la zona. Los datos provisionales se basan en las evaluaciones del terreno y de datos cartográficos. En Arcos, Travanca, Mezio y Soajo se perdieron 2.465 hectáreas de foresta, entre ellas pino silvestre autóctono. El fuego duró diez días, y algunos bomberos que intervinieron en la extinción hablan de tres mil hectáreas calcinadas.
Esta zona del río Lima (Limia, en Galicia) está plagada de leyendas. La más conocida habla de una legión romana comandada por Junio Décimo Bruto y que se negó a cruzar el río por miedo a perder la memoria. El general vadeó el caudal a caballo y desde la otra orilla llamó por sus nombres a sus más asustados subordinados. Así pudieron avanzar hacia el fin del mundo.
El tercer incendio de gravedad se situó en Brufe, Calcedonia, Gerez y Vilar de Veiga y duró ocho días. Solo el cuarto fuego, el de Fafiao, con 689 hectáreas quemadas, se inició en el propio parque. Ardieron pinos silvestres y bravos, eucalipto, mimosas y matorral.
De estas áreas arrasadas, el 18% eran de conservación de la naturaleza y el resto estaban destinadas a actividad humana. Al menos, 724 hectáreas quemadas gozaban de protección total, sobre todo en Mata do Cabril. Dañaron tejos y nidos de halcón peregrino. La zona donde había menor actividad humana fue la que sufrió menos daños, aunque lo devastado equivale al 2% del parque.
Todo apunta a que las autoridades ampliarán ahora el número de cortafuegos para frenar el avance de los incendios.
Agosto es el mes más cruel, criando lilas de la tierra muerta, mezclando memoria y deseo, removiendo turbias raíces con altas temperaturas. Parafraseando al poeta T.?S.?Eliot, el verano sorprendió a los vecinos del parque nacional de Peneda-Gerês. Esta extensión, que supera los 700 kilómetros cuadrados y que fue abierta en 1971, es ahora tierra baldía.
La entrada al parque por Ponte da Barca, a media hora de Tui, no puede ser más desoladora. Árboles retorcidos por el calor intimidan al visitante mientras algunos operarios con motosierras limpian de matojos las cunetas. Eso no parece echar atrás a dos cicloturistas franceses que siguen la carretera en dirección a la frontera y la villa gallega de Lobios.
El camino hacia el interior del parque depara inmensas panorámicas de los cañones del Limia, cuyas laderas aparecen calcinadas a escasos metros de las casas. Un viejo Renault-4 de color verde sube por la estrecha y serpenteante carretera de Vilarinho de Quartas. El coche y el agua del río Limia son las únicas notas de color verde en un paisaje carbonizado. Aún es pronto para hablar de reforestación con los vecinos, tras quince días de tregua. «No sabemos qué vamos a hacer ahora», comenta un ganadero. Han sido víctimas de una caída de fichas de dominó. El fuego se inició fuera del parque y se extendió sin control. Allí limpian los montes y nadie escatimó medios para apagar los incendios. Llegaron a participar 700 bomberos.
El mayor incendio duró quince días en Terras do Bouro y arrasó Vilarinho das Furnas, Serra Amarela, Lindoso y Mata de Cabril. Ardieron 3.529 hectáreas de carballos, árboles resinosos y matorral. Este siniestro amenazó los alrededores del municipio de Lobios y el parque de O Xurés, una zona de gran valor histórico porque la cruza la antigua calzada romana que unía Astorga con Braga. Los gobernadores de la época inscribieron su nombre en los mojones que numeraban las millas. Los excursionistas pueden, además, recorrer una senda repleta de pozas que permiten bañarse en los riachuelos.
El Instituto da Conservação da Natureza e a Biodiversidade (ICNB) confirma que este fuego comenzó fuera del parque del Gerês, lo mismo que los otros dos mayores incendios de agosto en la zona. Los datos provisionales se basan en las evaluaciones del terreno y de datos cartográficos. En Arcos, Travanca, Mezio y Soajo se perdieron 2.465 hectáreas de foresta, entre ellas pino silvestre autóctono. El fuego duró diez días, y algunos bomberos que intervinieron en la extinción hablan de tres mil hectáreas calcinadas.
Esta zona del río Lima (Limia, en Galicia) está plagada de leyendas. La más conocida habla de una legión romana comandada por Junio Décimo Bruto y que se negó a cruzar el río por miedo a perder la memoria. El general vadeó el caudal a caballo y desde la otra orilla llamó por sus nombres a sus más asustados subordinados. Así pudieron avanzar hacia el fin del mundo.
El tercer incendio de gravedad se situó en Brufe, Calcedonia, Gerez y Vilar de Veiga y duró ocho días. Solo el cuarto fuego, el de Fafiao, con 689 hectáreas quemadas, se inició en el propio parque. Ardieron pinos silvestres y bravos, eucalipto, mimosas y matorral.
De estas áreas arrasadas, el 18% eran de conservación de la naturaleza y el resto estaban destinadas a actividad humana. Al menos, 724 hectáreas quemadas gozaban de protección total, sobre todo en Mata do Cabril. Dañaron tejos y nidos de halcón peregrino. La zona donde había menor actividad humana fue la que sufrió menos daños, aunque lo devastado equivale al 2% del parque.
Todo apunta a que las autoridades ampliarán ahora el número de cortafuegos para frenar el avance de los incendios.
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Galicia - Portugal: «Cortaron el cordón umbilical»
La Voz viajó en el tren Vigo-Oporto, que dejará de operar el domingo
- Autor: E. V. Pita
- Localidad: Oporto
- Fecha de publicación: La Voz de Galicia , 6 de julio de 2011
Son las 7.40 horas. Un billete para Oporto. La cajera de la estación ferroviaria de Urzaiz sonríe: «No va a durar mucho». La línea cierra el domingo. El tique cuesta 3,05 euros de Vigo a Valença. El revisor luso cobra el resto. La máquina que cruza la raia es un viejo modelo de Comboios de Portugal (CP) con 160 plazas y que recuerda a los míticos camellos cargados de estudiantes a Santiago. Arranca con seis minutos de retraso con una veintena de viajeros en cuatro vagones modernizados. Los más madrugadores han sido unos mochileros y peregrinos del norte de Europa, profesionales portugueses y obreros.
La noticia de que CP va a suprimir el próximo domingo la línea de Vigo a Valença ha caído como un jarro de agua fría. «Lo uso muchas veces porque vivo en Marín y es muy práctico porque me acerca a Vigo y luego puedo viajar cómodamente a Oporto, para visitar a mi familia», dice Natalia Freitas. Ella, sus dos niños y el gato son los únicos ocupantes del vagón de cabeza. Ahora busca una alternativa: «Tendré que tomar un bus porque, si no, debería ir en avión desde Santiago».
El segundo vagón es ocupado por ocho extranjeros. Una pareja de mochileros, con la concha de Santiago, cubren un bono Interrail, y otra joven consulta su portátil. «Es la primera vez», relata una familia en inglés.
El tercer vagón es el más animado. Dos profesoras brasileñas de la Universidad de São Paulo trabajan con su ordenador portátil apoyado sobre una maleta. Asistieron en Vigo a un congreso de educación y ahora van a otro en Braga. Se enteraron de esta línea por Internet el año pasado. «Nos llevamos un susto al saber que iban a quitar el tren, fue una sorpresa», dicen.
El abogado lisboeta Vitor Gomes fotografía la ría desde la ventana e interviene en la charla: «Es una pena que no haya más frecuencias. Lo hubo tres veces por día». Este profesional viaja desde 1999 desde Madrid a Lisboa, con parada para dormir en Vigo y sigue a Oporto, donde cambia de tren. Gomes tiene su propia teoría sobre la supresión del servicio. «El tren de la CP llega a Vigo al mediodía y está parado siete horas. Eso no es rentable porque el material hace falta abajo. Portugal necesita esas motoras, sobre todo en el corredor de Lisboa al Algarve. Esto es lo mismo que ha pasado en Badajoz». Su solución es sencilla: un tren de Vigo a Valença, y allí hacer el transbordo.
La primera parada es Redondela. Suben una decena de pasajeros, entre ellos un estudiante cargado de maletas y dos turistas brasileños. Cuando el convoy cruza el puente internacional del río Miño, los pasajeros se levantan y disparan sus cámaras.
El tren de la playa
Llegada puntual a Valença. Los peregrinos con mochila se apean y suben casi un centenar de pasajeros que lo usan como cercanías para desplazarse a Viana do Castelo y otras villas de la Costa Verde. Los paneles digitales promocionan el servicio veraniego: «Nom perda tempo en chegar á praia». El viaje es agradable, con un paisaje repleto de viñas, marismas, playas bravas, coloristas iglesias, chalés de estilo racionalista y mansiones coloniales. El revisor de la CP cobra 9,35 euros por el trayecto a Oporto. «No sé por qué van a quitar la línea de Vigo», admite. Los vagones van atestados, con ancianas labriegas, jóvenes con portátiles o MP3 y raperos. En Barcelos, el convoy se cruza con el tren a Vigo.
Sergio Miguel Enríquez Sousa estudia biología molecular en Santiago, pero su familia reside en Lisboa. «Esto me pilló por sorpresa. Hace seis años que hago este trayecto de un tirón, con un transbordo en Redondela. No sé cómo voy a hacer ahora para ir a los exámenes de septiembre porque el tren me va a dejar tirado en Valença por falta de combinaciones con Tui. Nos han cortado el cortón umbilical entre Lisboa y Santiago», dice.
Tras tres horas de ruta, el tren llega a la terminal de Campanha. Tres turistas gallegos siguen en metro ligero hasta la más céntrica estación de São Bento. A una manzana, en Os Aliados, para el autocar de Autna, que cobra 12 euros por el servicio a Vigo, que dura 1 hora y 40 minutos.
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Tras tres horas de ruta, el tren llega a la terminal de Campanha. Tres turistas gallegos siguen en metro ligero hasta la más céntrica estación de São Bento. A una manzana, en Os Aliados, para el autocar de Autna, que cobra 12 euros por el servicio a Vigo, que dura 1 hora y 40 minutos.
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Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Publicado en Suplemento Fugas de La Voz de Galicia el 26 de marzo del 2010, páginas 2 y 3.
Enlace permanente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/lisboa-ruta-literaria-en-el-tranvia-28.html
Por: E.V.Pita
Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace.
La ciudad de las Siete Colinas se aprende a pie, callejeando barrio arriba, barrio abajo. Y no hablamos de Roma. Si el turista se sienta en un vagón de la red de trenes de Lisboa a Sintra pronto rememorará el ambiente mestizo y multicultural de Londres. La herencia de una capital con lazos ultramarinos en América, Asia y África ha inspirado innumerables novelas de espías nazis, lucha por la libertad o pesimismo existencial.
En esta ruta, no basta con fotografiarse ante la estatua de Pessoa, hay que subir al tranvía amarillo 28 y seguir la pista al poeta por los cafés que frecuentó. He aquí la Lisboa más aventurera, descrita
magistralmente en siete obras.
HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA
Castillo de San Jorge
José Saramago fabuló sobre un personaje, el anodino conservador Raymundo Silva, que cambiaba a su gusto los textos históricos de Lisboa, desde que fue sitiada por las huestes cristianas en el siglo XII. Las ruinas del castillo dos Mouros o de San Jorge dominan el barrio marinero de la Alfama y el Tajo desde esa época. El tranvía 28 lo deja en el mirador de Santa Lucía y la cuesta debe subirla a pie.
«CÁNDIDO»
La Sé
Un terremoto seguido de un maremoto destruyó Lisboa en 1755. El cataclismo impresionó a Voltaire, que lo menciona en un poema como algo contrario a la providencia divina. El filósofo alemán Leibniz replicó que, a pesar de las apariencias, todo en este mundo ocurre para el bien de la humanidad.
La respuesta del ilustrado francés fue su cuento Cándido, cuyo protagonista sobrevive al seísmo. La Sé es de los pocos edificios que quedaron en pie. Esta fortaleza-catedral, fundada en el siglo XII por el primer rey Afonso Henriques, armado caballero en Tui, preside el barriocomercial de La Baixa. Alberga un baptisterio decorado con preciosos azulejos. El 28 para justo en la puerta.
LIBRO DEL DESASOSIEGO
Café A Brasileira
Descubrir el verdadero yo del Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace poeta Fernando Pessoa requiere
paciencia. Para seguirle la pista hay que asomarse primero por el café restaurante Martinho da Arcada, fundado en 1782 en la plaza do Comercio y frecuentado por el literato. El 28 tiene parada en la rúa da Conceiçao.
Luego, siga viaje hasta el Chiado y apéese al llegar al Brasileira, en Garrett, 120. Esta cafetería art decó fue frecuentada por los intelectuales lusos entre 1920 y 1950. Es obligado fotografiarse con la estatua de bronce del literato que hay en la terraza. Si siente el desassosego, visite su casa museo en Coelho da Rocha.
SOSTIENE PEREIRA
Orquídea y British Bar
En honor del novelista italiano Antonio Tabucchi, es obligatorio tomar una limonada muy azucarada y probar una omelette a las hierbas aromáticas en la Orquídea. Puede retrotraerse a la triste Lisboa de 1938 e imaginarse las charlas entre el periodista Pereira y el camarero Manuel. El 28 lo deja en A Estrela, pero le resta una larga caminata. Luego, mire de reojo para cerciorarse de que no lo siguen los policías secretos del dictador Salazar, apéese del 28 en la plaza de Luis Camões y camine hacia el río. Reúnase de incógnito con el subversivo Monteiro Rossi en el British Bar. Este local portuario casi centenario está en el Cais de Sodré (Bernardino Costa, 52), con vistas al Tajo. Ojo, las agujas del reloj corren al revés.
CONFESIONES DE FÉLIX KRULL
Hotel Avenida Palace
Inaugurado en 1892. [....]
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Publicado en Suplemento Fugas de La Voz de Galicia el 26 de marzo del 2010, páginas 2 y 3.
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Por: E.V.Pita
Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace.
La ciudad de las Siete Colinas se aprende a pie, callejeando barrio arriba, barrio abajo. Y no hablamos de Roma. Si el turista se sienta en un vagón de la red de trenes de Lisboa a Sintra pronto rememorará el ambiente mestizo y multicultural de Londres. La herencia de una capital con lazos ultramarinos en América, Asia y África ha inspirado innumerables novelas de espías nazis, lucha por la libertad o pesimismo existencial.
En esta ruta, no basta con fotografiarse ante la estatua de Pessoa, hay que subir al tranvía amarillo 28 y seguir la pista al poeta por los cafés que frecuentó. He aquí la Lisboa más aventurera, descrita
magistralmente en siete obras.
HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA
Castillo de San Jorge
José Saramago fabuló sobre un personaje, el anodino conservador Raymundo Silva, que cambiaba a su gusto los textos históricos de Lisboa, desde que fue sitiada por las huestes cristianas en el siglo XII. Las ruinas del castillo dos Mouros o de San Jorge dominan el barrio marinero de la Alfama y el Tajo desde esa época. El tranvía 28 lo deja en el mirador de Santa Lucía y la cuesta debe subirla a pie.
«CÁNDIDO»
La Sé
Un terremoto seguido de un maremoto destruyó Lisboa en 1755. El cataclismo impresionó a Voltaire, que lo menciona en un poema como algo contrario a la providencia divina. El filósofo alemán Leibniz replicó que, a pesar de las apariencias, todo en este mundo ocurre para el bien de la humanidad.
La respuesta del ilustrado francés fue su cuento Cándido, cuyo protagonista sobrevive al seísmo. La Sé es de los pocos edificios que quedaron en pie. Esta fortaleza-catedral, fundada en el siglo XII por el primer rey Afonso Henriques, armado caballero en Tui, preside el barriocomercial de La Baixa. Alberga un baptisterio decorado con preciosos azulejos. El 28 para justo en la puerta.
LIBRO DEL DESASOSIEGO
Café A Brasileira
Descubrir el verdadero yo del Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace poeta Fernando Pessoa requiere
paciencia. Para seguirle la pista hay que asomarse primero por el café restaurante Martinho da Arcada, fundado en 1782 en la plaza do Comercio y frecuentado por el literato. El 28 tiene parada en la rúa da Conceiçao.
Luego, siga viaje hasta el Chiado y apéese al llegar al Brasileira, en Garrett, 120. Esta cafetería art decó fue frecuentada por los intelectuales lusos entre 1920 y 1950. Es obligado fotografiarse con la estatua de bronce del literato que hay en la terraza. Si siente el desassosego, visite su casa museo en Coelho da Rocha.
SOSTIENE PEREIRA
Orquídea y British Bar
En honor del novelista italiano Antonio Tabucchi, es obligatorio tomar una limonada muy azucarada y probar una omelette a las hierbas aromáticas en la Orquídea. Puede retrotraerse a la triste Lisboa de 1938 e imaginarse las charlas entre el periodista Pereira y el camarero Manuel. El 28 lo deja en A Estrela, pero le resta una larga caminata. Luego, mire de reojo para cerciorarse de que no lo siguen los policías secretos del dictador Salazar, apéese del 28 en la plaza de Luis Camões y camine hacia el río. Reúnase de incógnito con el subversivo Monteiro Rossi en el British Bar. Este local portuario casi centenario está en el Cais de Sodré (Bernardino Costa, 52), con vistas al Tajo. Ojo, las agujas del reloj corren al revés.
CONFESIONES DE FÉLIX KRULL
Hotel Avenida Palace
Inaugurado en 1892. [....]
Enlace permanente: http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/lisboa-ruta-literaria-en-el-tranvia-28.html
Por: E.V.Pita
Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace.
La ciudad de las Siete Colinas se aprende a pie, callejeando barrio arriba, barrio abajo. Y no hablamos de Roma. Si el turista se sienta en un vagón de la red de trenes de Lisboa a Sintra pronto rememorará el ambiente mestizo y multicultural de Londres. La herencia de una capital con lazos ultramarinos en América, Asia y África ha inspirado innumerables novelas de espías nazis, lucha por la libertad o pesimismo existencial.
En esta ruta, no basta con fotografiarse ante la estatua de Pessoa, hay que subir al tranvía amarillo 28 y seguir la pista al poeta por los cafés que frecuentó. He aquí la Lisboa más aventurera, descrita
magistralmente en siete obras.
HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA
Castillo de San Jorge
José Saramago fabuló sobre un personaje, el anodino conservador Raymundo Silva, que cambiaba a su gusto los textos históricos de Lisboa, desde que fue sitiada por las huestes cristianas en el siglo XII. Las ruinas del castillo dos Mouros o de San Jorge dominan el barrio marinero de la Alfama y el Tajo desde esa época. El tranvía 28 lo deja en el mirador de Santa Lucía y la cuesta debe subirla a pie.
«CÁNDIDO»
La Sé
Un terremoto seguido de un maremoto destruyó Lisboa en 1755. El cataclismo impresionó a Voltaire, que lo menciona en un poema como algo contrario a la providencia divina. El filósofo alemán Leibniz replicó que, a pesar de las apariencias, todo en este mundo ocurre para el bien de la humanidad.
La respuesta del ilustrado francés fue su cuento Cándido, cuyo protagonista sobrevive al seísmo. La Sé es de los pocos edificios que quedaron en pie. Esta fortaleza-catedral, fundada en el siglo XII por el primer rey Afonso Henriques, armado caballero en Tui, preside el barriocomercial de La Baixa. Alberga un baptisterio decorado con preciosos azulejos. El 28 para justo en la puerta.
LIBRO DEL DESASOSIEGO
Café A Brasileira
Descubrir el verdadero yo del Lisboa: ruta literaria en el tranvía 28
Suba al eléctrico 28 y asómese al café A Brasileira a saludar a Pessoa, beba una limonada con Pereira en el British Bar o espíe a los nazis en el avenida Palace poeta Fernando Pessoa requiere
paciencia. Para seguirle la pista hay que asomarse primero por el café restaurante Martinho da Arcada, fundado en 1782 en la plaza do Comercio y frecuentado por el literato. El 28 tiene parada en la rúa da Conceiçao.
Luego, siga viaje hasta el Chiado y apéese al llegar al Brasileira, en Garrett, 120. Esta cafetería art decó fue frecuentada por los intelectuales lusos entre 1920 y 1950. Es obligado fotografiarse con la estatua de bronce del literato que hay en la terraza. Si siente el desassosego, visite su casa museo en Coelho da Rocha.
SOSTIENE PEREIRA
Orquídea y British Bar
En honor del novelista italiano Antonio Tabucchi, es obligatorio tomar una limonada muy azucarada y probar una omelette a las hierbas aromáticas en la Orquídea. Puede retrotraerse a la triste Lisboa de 1938 e imaginarse las charlas entre el periodista Pereira y el camarero Manuel. El 28 lo deja en A Estrela, pero le resta una larga caminata. Luego, mire de reojo para cerciorarse de que no lo siguen los policías secretos del dictador Salazar, apéese del 28 en la plaza de Luis Camões y camine hacia el río. Reúnase de incógnito con el subversivo Monteiro Rossi en el British Bar. Este local portuario casi centenario está en el Cais de Sodré (Bernardino Costa, 52), con vistas al Tajo. Ojo, las agujas del reloj corren al revés.
CONFESIONES DE FÉLIX KRULL
Hotel Avenida Palace
Inaugurado en 1892. [....]
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Rescate: Portugal amanece conmocionado (2011)
Publicado el 8 de abril del 2011 en La Voz de Galicia
«Me marcho para Brasil», dice una comerciante de Valença que cierra su negocio tras 20 años. «El país está todo triste», admite un empresario.
E. V. PITA
VALENÇA / ENVIADO ESPECIAL
Son las nueve de la mañana y ya se ven los primeros turistas mirando los escaparates de las tiendas de toallas de la Fortaleza, en Valença. Aquí viven del turismo español. Parece una mañana normal si no fuese porque
los portugueses se han desayunado con portadas como «Portugal pede ajuda» o «Sócrates forçado a pedir ajuda». La petición de rescate a la UE y al FMI ha dividido a los portugueses, pero a nadie lo pilló por sorpresa.
«Tenía que pasar, se veía venir», comenta un cliente del quiosco.
Una vendedora de toallas admite que no comprende la mecánica macroeconómica que implica el rescate financiero, pero su intuición le dice que algo va mal. «No sé si era necesario o no, pero me basta con lo que he visto de los países que han pedido ayuda, como Grecia o Irlanda,
y que no les ha favorecido nada», comenta.
El propietario del bar Limoeiro, João de Amorin Gomes, es de los que apoya la medida del Gobierno. «Era lo correcto, no teníamos alternativa. Peor ya
no podemos estar, Portugal está todo triste, nadie confía en el otro, los salarios bajan y el coste de la vida aumenta. La gente está endeudada y con la soga al cuello, si España cae no sé qué va a pasar», augura. «A vosa
crise é a nosa», añade la camarera, que se sorprende al oír que en España hay «cinco millones» de parados. Una clienta sexagenaria que siguió atentamente por televisión el discurso de Sócrates se ríe nerviosa: «¿Crisis, qué crisis?».
La vendedora de paños del bajo colindante, María Sameiro, está sentada en la terraza sin pedir nada. Tras 20 años, cierra su tienda «por saturación [cansancio]y por la crisis. Ya no hay algodón porque China lo acapara todo. Ahora voy a hacer cursos de formación porque me pagan con fondos de la UE. Quiero marcharme a Brasil con mi hija. Ella es ingeniera medioambiental y allí trabaja de lo suyo», dice. «Muchos no cierran porque no tienen valor», añade. ¿Cómo resistir con un IVA al 23%?
Quizás la Fortaleza viva en una burbuja económica, sostenida por el turismo español. Pero en la ciudad nueva, en la calle de los bancos, también se respira tranquilidad. Solo un mendigo que pide limosna junto a un cajero automático se lamenta ante los agentes de policía: «En Rumanía no hay trabajo».
Probamos a solicitar un crédito en un banco para abrir un negocio y comprar un coche de lujo. Para el negocio, depende. Del coche, ni hablar. En toda la mañana, ningún cliente ha comentado nada del rescate en el
Santanter Totta. «Los españoles vienen a preguntar más», explica
la directora Luisa Lopes. En la Caixa Geral de Depósitos, los
clientes tampoco han corrido a retirar sus ahorros. «La gente no
se ha enterado», admite fuera de micrófono un ejecutivo.
Un inversor español cree que «aquí se han levantado en shock,
no se dan cuenta de lo que se les viene encima. Esto es una gota
más porque aquí no vivieron los años de bonanza de España. Cuando caiga...». Otro hombre de negocios añade: «Incluso en la crisis hay buenas oportunidades, solo hay que acertar».
El dueño de un almacén de combustible, Antonio Sousa, aparca su Mercedes en la milla de oro de Valença y elogia la medida. Hace poco despidió a 3
de sus 20 empleados y va a comprar a Tui productos más baratos. «La ayuda es el mejor remedio, pero llega tarde. Muchos se van a arrepentir de no querer tomar medidas más duras como pedía Sócrates. En 1982, funcionó.
Serán tres años de ajustarse el cinturón, pero los que vivimos la pobreza sabremos sobrellevar los tiempos duros".
«Voy a Tui a por combustible y alimentos, aquí los impuestos están muy altos»
Joaquim Romeu, funcionario público de Valença, sigue de cerca los rescates. Suelen venir seguidos de despidos de trabajadores públicos. Ya ha habido recortes para los empleados del Estado que ganan más de 1.500
euros. Los impuestos han disparado el precio de los coches nuevos, «diez mil euros más caros que en España». Las bombonas de gas valen 25 euros y,
al otro lado del Miño, no pasan de 12. La gasolina del automóvil cuesta 1,54 euros y la de moto, 1,84. «Y encima quieren subir el IVA al 25%», afirma Joaquim.
Este ha aguzado el ingenio y cruza el puente para abastecerse en España de alimentos y combustible. «Lo que han conseguido los políticos es que Tui
no se vaya abajo, porque recibe divisas portuguesas, de aquí el dinero huye», dice.
La comerciante María Amoeda piensa lo mismo: «El que tiene dinero no quiere investir. Nadie compra un piso porque no le van a pagar el alquiler. Los créditos están más difíciles. En Francia o Navarra la crisis se nota menos que en Galicia».
«Sufriremos la intervención 3 o 4 años», vaticina una empleada de banca
La directora del Santander Totta, Luisa Lopes, es una de las personas mejor informadas de Valença. La petición de ayuda ya estaba descontada por los analistas. «El FMI va a instaurar unas reglas que debemos obedecer
como Grecia e Irlanda y pasaremos por momentos difíciles para controlar el gasto. La intervención de la UE conducirá a reglas para despedir funcionarios públicos, controlar las importaciones, recortes en los salarios mínimos, las pensiones, vacaciones y pluses de natalidad. No hay ningún milagro detrás», dice.
Advierte que en los rescates de 1970 y 1980, el FMI llegó a obligar a vender las reservas de oro del país: «Ahora, tendremos que sufrir la intervención durante 3 o 4 años». Y cree que Portugal ha reaccionado con serenidad porque «estamos acostumbrados a vivir con dificultades; los españoles están más preocupados porque la crisis les llegó de golpe».
Frases
«Es una gota más porque aquí no vivieron los años de bonanza que
tuvo España».
«La ayuda del FMI es el mejor remedio, ya funcionó en 1982, pero llega tarde»
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Publicado el 8 de abril del 2011 en La Voz de Galicia
«Me marcho para Brasil», dice una comerciante de Valença que cierra su negocio tras 20 años. «El país está todo triste», admite un empresario.
E. V. PITA
VALENÇA / ENVIADO ESPECIAL
Son las nueve de la mañana y ya se ven los primeros turistas mirando los escaparates de las tiendas de toallas de la Fortaleza, en Valença. Aquí viven del turismo español. Parece una mañana normal si no fuese porque
los portugueses se han desayunado con portadas como «Portugal pede ajuda» o «Sócrates forçado a pedir ajuda». La petición de rescate a la UE y al FMI ha dividido a los portugueses, pero a nadie lo pilló por sorpresa.
«Tenía que pasar, se veía venir», comenta un cliente del quiosco.
Una vendedora de toallas admite que no comprende la mecánica macroeconómica que implica el rescate financiero, pero su intuición le dice que algo va mal. «No sé si era necesario o no, pero me basta con lo que he visto de los países que han pedido ayuda, como Grecia o Irlanda,
y que no les ha favorecido nada», comenta.
El propietario del bar Limoeiro, João de Amorin Gomes, es de los que apoya la medida del Gobierno. «Era lo correcto, no teníamos alternativa. Peor ya
no podemos estar, Portugal está todo triste, nadie confía en el otro, los salarios bajan y el coste de la vida aumenta. La gente está endeudada y con la soga al cuello, si España cae no sé qué va a pasar», augura. «A vosa
crise é a nosa», añade la camarera, que se sorprende al oír que en España hay «cinco millones» de parados. Una clienta sexagenaria que siguió atentamente por televisión el discurso de Sócrates se ríe nerviosa: «¿Crisis, qué crisis?».
La vendedora de paños del bajo colindante, María Sameiro, está sentada en la terraza sin pedir nada. Tras 20 años, cierra su tienda «por saturación [cansancio]y por la crisis. Ya no hay algodón porque China lo acapara todo. Ahora voy a hacer cursos de formación porque me pagan con fondos de la UE. Quiero marcharme a Brasil con mi hija. Ella es ingeniera medioambiental y allí trabaja de lo suyo», dice. «Muchos no cierran porque no tienen valor», añade. ¿Cómo resistir con un IVA al 23%?
Quizás la Fortaleza viva en una burbuja económica, sostenida por el turismo español. Pero en la ciudad nueva, en la calle de los bancos, también se respira tranquilidad. Solo un mendigo que pide limosna junto a un cajero automático se lamenta ante los agentes de policía: «En Rumanía no hay trabajo».
Probamos a solicitar un crédito en un banco para abrir un negocio y comprar un coche de lujo. Para el negocio, depende. Del coche, ni hablar. En toda la mañana, ningún cliente ha comentado nada del rescate en el
Santanter Totta. «Los españoles vienen a preguntar más», explica
la directora Luisa Lopes. En la Caixa Geral de Depósitos, los
clientes tampoco han corrido a retirar sus ahorros. «La gente no
se ha enterado», admite fuera de micrófono un ejecutivo.
Un inversor español cree que «aquí se han levantado en shock,
no se dan cuenta de lo que se les viene encima. Esto es una gota
más porque aquí no vivieron los años de bonanza de España. Cuando caiga...». Otro hombre de negocios añade: «Incluso en la crisis hay buenas oportunidades, solo hay que acertar».
El dueño de un almacén de combustible, Antonio Sousa, aparca su Mercedes en la milla de oro de Valença y elogia la medida. Hace poco despidió a 3
de sus 20 empleados y va a comprar a Tui productos más baratos. «La ayuda es el mejor remedio, pero llega tarde. Muchos se van a arrepentir de no querer tomar medidas más duras como pedía Sócrates. En 1982, funcionó.
Serán tres años de ajustarse el cinturón, pero los que vivimos la pobreza sabremos sobrellevar los tiempos duros".
«Voy a Tui a por combustible y alimentos, aquí los impuestos están muy altos»
Joaquim Romeu, funcionario público de Valença, sigue de cerca los rescates. Suelen venir seguidos de despidos de trabajadores públicos. Ya ha habido recortes para los empleados del Estado que ganan más de 1.500
euros. Los impuestos han disparado el precio de los coches nuevos, «diez mil euros más caros que en España». Las bombonas de gas valen 25 euros y,
al otro lado del Miño, no pasan de 12. La gasolina del automóvil cuesta 1,54 euros y la de moto, 1,84. «Y encima quieren subir el IVA al 25%», afirma Joaquim.
Este ha aguzado el ingenio y cruza el puente para abastecerse en España de alimentos y combustible. «Lo que han conseguido los políticos es que Tui
no se vaya abajo, porque recibe divisas portuguesas, de aquí el dinero huye», dice.
La comerciante María Amoeda piensa lo mismo: «El que tiene dinero no quiere investir. Nadie compra un piso porque no le van a pagar el alquiler. Los créditos están más difíciles. En Francia o Navarra la crisis se nota menos que en Galicia».
«Sufriremos la intervención 3 o 4 años», vaticina una empleada de banca
La directora del Santander Totta, Luisa Lopes, es una de las personas mejor informadas de Valença. La petición de ayuda ya estaba descontada por los analistas. «El FMI va a instaurar unas reglas que debemos obedecer
como Grecia e Irlanda y pasaremos por momentos difíciles para controlar el gasto. La intervención de la UE conducirá a reglas para despedir funcionarios públicos, controlar las importaciones, recortes en los salarios mínimos, las pensiones, vacaciones y pluses de natalidad. No hay ningún milagro detrás», dice.
Advierte que en los rescates de 1970 y 1980, el FMI llegó a obligar a vender las reservas de oro del país: «Ahora, tendremos que sufrir la intervención durante 3 o 4 años». Y cree que Portugal ha reaccionado con serenidad porque «estamos acostumbrados a vivir con dificultades; los españoles están más preocupados porque la crisis les llegó de golpe».
Frases
«Es una gota más porque aquí no vivieron los años de bonanza que
tuvo España».
«La ayuda del FMI es el mejor remedio, ya funcionó en 1982, pero llega tarde»
El teatro romano de Braga refuerza la teoría de que hubo otro en Lugo (2012)
La excavación sigue cerrada al público pero podría acoger conciertos
Autor: E.V.Pita
El teatro del alto da Cividade se halla situado junto a las termas y la palestra donde entrenaban los gladiadores, que sí están abiertas al público. Su hallazgo eleva las probabilidades de que Lugo, la antigua Lucus Augusti, también albergue otro similar en su subsuelo. Lo cierto es que ciudades de dimensiones medias, como Baelo Claudia, en Cádiz, o el de la antigua Zaragoza, tienen uno y Bracara y Lucus tienen un tamaño similar, lo mismo que Asturica Augusta (Astorga). Eran las tres principales capitales del Noroeste del Imperio Romano y estaban comunicadas entre sí por una red de calzadas.
Hasta 1999, no habían aparecido estructuras de este tipo en el Noroeste de la península que en época romana era conocida como Hispania. Hace 13 años, fue descubierta la estructura del teatro bracarense que conserva parte de los vomitorios, las gradas (parte sigue enterrada) y las columnas de los escenarios. El resto ha desaparecido, probablemente como material para construir las murallas, de las que solo queda un tramo, o edificios posteriores.
Desde el 2008, las excavaciones del teatro están estancadas en torno a lo que era el escenario, del que solo quedan restos de columnas en el suelo. Sus dimensiones oscilan entre los 69 y 80 metros, y se hallaba cerca del foro de la ciudad romana. En las catas, han aparecido máscaras de actores. Si en Lugo apareciese material similar, daría pistas sobre la ubicación del teatro, que todavía es un enigma. Algunos arquitectos lo sitúan bajo la Plaza Mayor lucense por referencias antiguas y creen que podría haber un anfiteatro enterrado fuera de las murallas. Hay que tener en cuanta que los romanos levantaban ciudades con un plano similar y las mismas dotaciones.
Mientras el hallazgo del teatro lucense sigue a la espera, en Braga ya se plantean sacarle rendimiento cultural. Aunque el acceso está cerrado al público y no figura en los folletos turísticos, los visitantes de las termas pueden obtener desde la palestra una vista panorámica.
Años de abandono
Tras años de denuncias por el abandono de estas ruinas de Braga por falta de presupuesto para la excavación, han surgido propuestas para revalorizar el yacimiento como escenario de conciertos de pequeña dimensión para unos 500 espectadores. Un programa de intervención arqueológica propone dotarlas de un pequeño museo, baños y una taquilla. Braga, según algunos arquitectos gallegos, incluso podría albergar un anfiteatro pero probarlo requeriría fuertes inversiones para excavar un solar en el entorno A Carvalleira. Mientras Braga avanza en su proyecto de convertir su teatro en un émulo del de Mérida, mejor conservado, en Lugo todavía no hay noticias de un esfuerzo similar para localizar unas ruinas que podrían disparar el valor turístico de sus murallas, ya declaradas Patrimonio de la Humanidad, y sumar uno de los grandes a la lista de monumentos romanos en Galicia, encabezados por el faro de Brigantium, que aún funciona.
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