lunes, 4 de agosto de 2014

Reportaje: Escandinavia y su alto nivel de vida

Reportaje: el alto nivel de vida de Escandinavia

Por: E.V.Pita


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Desde Finlandia con calor (1994)


Publicado en suplemento Aula Magna, página 3, número 10 de 1994, 6 de diciembre de 1994
La Voz de Galicia

Texto: E.V.Pita

La anécdota: este artículo fue escrito en los albores del bum de Internet. En 1994 unos pocos universitarios Erasmus usaban el e-mail en pantallas de fondo negro para comunicarse con sus amigos en el extranjero. Los informáticos de la universidad hacían rudimentarios chats pero auguraban que cuando se pusiera en marcha una cosa llamada Web World Wide mejoraría mucho la presentación gráfica.

Desde Finlandia con calor

Sirpa K., becaria Erasmus, recibe en A Coruña mensajes por correo electrónico de sus profesores y amigos finlandeses.

Los amigos de Sirpa K. se burlaron de ella cuando les comunicó que abandonaba la Escuela de Negocios de la Universidad de Turku (Finlandia) para estudiar nueve meses, becada por el programa de intercambio Erasmus, en la facultad de Económicas de La Coruña. Sirpa, de 23 años, explica que las universitarios fineses disponen de salas de ordenador para mantener tertulias gratis con sus compañeros europeos a través de las autopistas de la información. "No sabremos nada de ti porque en España no hay esos adelantos", bromearon sus colegas bálticos.
Sus amigos se tragaron la risa al recibir en sus terminales un mensaje de Sirpa, a los tres días de aterrizar en La Coruña, donde les ponía verdes de envidia con el sol, las palmeras y las playas gallegas. La joven había acudido a los Servicios Informáticos de Apoio á Investigación (Siain) en la facultad de Informática de La Coruña. Este correo electrónico intercampus tiene la ventaja de poder enviar una carta de modo instantáneo. En un mes, Sirpa ha recibido en su buzón electrónico 42 mensajes de profesores y amigos dispersos por cinco universidades europeas. Incluso dos erasmus coruñeses que estudian en Turku, Carlos L.-M. y Álvaro S., han contactado con ella para ponerse al día de los éxitos del Superdépor.
El Siain, que depende del Vicerrectorado de Investigación coruñés, inició sus servicios hace seis meses. Su director, Bernardino A.V., ha abierto cuenta o entregado clave a 320 usuarios, en su mayoría personal investigador de 23 departamentos, doctorandos que realizan su tesis y alumnos con proyectos o cuyo acceso está justificado. De este modo, el campus de La Coruña y Ferrol están interconectados a con universidades de 80 países, a través de la red telemática Internet. Las aplicaciones Gopher y WWW permiten intercambiar bibliografía, consultar datos experimentales, figurar en listas o grupo de intetñes y penetrar en una máquina de otro campus para trabajar desde allí. 
Incluso es posible impartir tutorías. Sirpa recibe instrucciones de tres profesores de español, quienes desde Turku evalúan sus progresos en La Coruña. Esta estudiante, de tercer curso, deberá contactar en enero con un catedrático finés para que le remita las bases de su proyecto de fin de carrera. Noora, otra Erasmus que acudirá en primavera a La Coruña, ya le ha pedido papeles de matrícula, así como contactos con nativos gallegos para mejorar el idioma. Sirpa ha encontrado en su buzón un mensaje muy divertido: sus amigos le recuerdan que han comenzado las fiestas del campus de Turku, de las que ella fue elegida anfitriona el curso pasado.

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El milagro del modelo danés (2005)

La anécdota: Pasados seis años de la publicación de este reportaje cada vez es más evidente que, al escribirlo, pasé por alto la producción de molinillos de viento, algunos en el mar. Los molinos formaban parte del paisaje de Fiona y, creo recordar, haber visto alguno cuando el tren cruzó el puente que une las dos islas. En su momento, solo atisbé muy de pasada la importancia de esta nueva energía eólica para el desarrollo de Dinamarca, hoy una potencia en el sector.
En el reportaje, debí haber mencionado a las grandes compañías como Lego, etc...


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Reportaje publicado en la página 28 de la sección de Economía de La Voz de Galicia el 27 de marzo del 2005.

La Voz de Galicia

Reportaje | Los secretos de la agroindustria escandinava salen a la luz

El milagro del modelo danés


Dinamarca inventó las cooperativas y Castelao lo propuso como modelo para Galicia.

El pan negro o de centeno fue despreciado en Galicia por ser de pobres. En Dinamarca, aún desayunan con él. Una visita al museo folk de Odense, en la isla de Fionia, [y un paseo por sus campos, repletos de gigantescos molinillos de viento], basta para comprender la potencia agroindustrial del diminuto país nórdico.

La clave es un viejo molino de viento de 20 metros de altura construido a mediados del siglo XIX. Al entraren la instalación, sorprende la compleja maquinaria de engranajes, que ocupan tres pisos. Un mecanismo de relojería capaz de triturar toneladas de grano en harina en pocos minutos.

Al éxito de la alta tecnología se unió el fomento de las cooperativas
y de la educación. El diputado Daniel Castelao defendía ya en la década de 1930 que los agricultores gallegos imitasen el modelo danés, compuesto por propietarios minifundistas unidos en cooperativas.

El político elogiaba las 18 granjas experimentales de plantas que operaban ya en el país nórdico. Actualmente, las cooperativas escandinavas exportan cereal, leche y carne para alimentar a 15 millones de personas, el triple de su población.

Grandes complejos agroindustriales como Danish Crown o Tulip compiten por un hueco en los mercados emergentes de China.
La agricultura danesa es un negocio que factura 59.000 millones de coronas (8.500 millones de euros) en exportaciones. El 62% de su suelo está cultivado. Los mercados más exigentes, como Japón o
el Reino Unido, compran la mayor parte de su producción de carne.

Un portavoz del Sindicato Labrego, Xosé Ramón Cendán, cree que el modelo de Dinamarca está agotado. «Gastan moito en fertilizantes e sulfatos. Iso eleva os seus costos. Nova Zelanda é máis barato e Irlanda faino mellor».

La réplica la aporta Inge Merete, una ganadera de una de las 1.300 granjas porcinas de Dinamarca. El mayor exportador de carne de cerdo del mundo está sometido a bruscos ciclos. La empresaria trabaja en Allested, en la zona rural de Odense, cubierta por la nieve. Ella y su marido se hicieron cargo de la factoría Ravnelund, deficitaria en 1996. Hoy exportan 17.000 piezas porcinas al año. Toda su producción va destinada al mercado inglés, que impone altas exigencias sanitarias.

Inge Merete muestra su cadena de producción. Para ello, los visitantes deben situarse en un compartimento estanco, calzarse botas especiales y vestir un mono de faena. No preocupa tanto el olor como la higiene, como si fuese un laboratorio de la Nasa.

Rock en el establo
La propietaria de la granja enseña una estancia donde alimentan a cientos de cochinillos mayores de un mes. Las crías reciben el pienso cultivado por la propia granja en unos compartimentos metálicos y asépticos. «El pienso lo fabricamos nosotros mismos para ahorrar costes», indica la dueña. La factoría está altamente tecnificada. En una de las estancias se hallan las cerdas parturientas.

En el establo suena música rock. «Hemos descubierto que a los animales les relaja», afirma Inge Merete. Las 600 cerdas de la granja quedan preñadas dos veces al año y paren 24 cochinos. La granjera
calcula en el suelo, con una tiza, la producción anual.

En otro establo, los cerdas preñadas son cebadas por una máquina que les suministra alimento de forma automática e individualizada. Los animales gruñen por su ración. El granjero usa un sensor para
calcular si cada pieza tiene sobrepeso. Al cabo de un año, cuando pesan 100 kilos, son sacrificadas y la carne exportada. «Cada animal lo vendemos por 800 coronas. Nos cuesta 700 y ganamos cien», explica la ganadera.

La lenta emigración del campo a la ciudad

El país nórdico tenía 140.000 granjas en 1970. Ahora no pasan de las
50.000 que emplean a 61.000 personas. Suzette Ascott, una vecina de Odense, relata cómo la gente joven abandona las pequeñas granjas de la isla de Fionia para ir a trabajar a la ciudad por un salario fijo.

El proceso de concentración es visible en Ravnholt, cerca de Faaborg. El terreno es tan llano y arenoso que a la única colina de la isla la denominan Alps, como la cordillera suiza. Allí aún se pueden ver granjas familiares de vacas, las Hejmedprodukt, que no superan las 20 hectáreas. Otras tantas han sido abandonadas.

Estos negocios disponen de compartimentos estancos para almacenar el heno que dan de comer a la cabaña ganadera. La mayor granja de Fionia está ubicada en el castillo de Crown. Los cultivos de este holding de Ravnholt abarcan 3.000 hectáreas e incluyen cereal y abetos plantados para exportar en Navidad. Todo está mecanizado.


Johannes Ostergaard es mánager del Landbrugsraadet (Consejo Agrícola Danés), una entidad privada que coordina la producción de las cooperativas agroindustriales danesas.

Las exportaciones van dirigidas a 130 mercados internacionales.
¿Cuales son los secretos del milagro danés? Ostergaard los resumen en tres puntos. «La primera es que los jóvenes reciben una buena formación educativa de cinco años para ser agricultor. En ese período también hacen prácticas», indica.

La segunda clave es la unión de los agricultores en cooperativas. Éstas programan la producción y vigilan que nadie supere la cantidad de fertilizante asignado a cada suelo para cumplir las normas ambientales.

La tercera clave es la inversión en tecnología para reducir los costes. Competidores como Brasil o Nueva Zelanda son más baratos, pero los daneses acceden a mercados como el japonés que pagan más a cambio de calidad y garantía sanitaria. «El agricultor no mete el dinero en el banco porque el interés está bajo. Lo invierte en maquinaria», dice.

Torben Kudsk dirige la oficina de relaciones con la UE del Landbrugsraadet. Conoce la situación de las cooperativas gallegas tras ser invitado a visitar varias en Santiago de Compostela. «Me impresionó porque estaban muy bien organizada y sus propietarios son muy eficientes», explica Kudsk.

Los daneses se muestran muy interesados en cooperar con los granjeros gallegos en la producción de biogás. «Descubrimos grandes posibilidades», dice.

La recomendación que hace Kudsk a las cooperativas gallegas es que «no tengan miedo a crecer y crecer». Según este directivo del Consejo de Agricultura Danés, las cooperativas gallegas deben adaptarse a las peticiones de los supermercados y de sus cambios, pues cada vez son compañías mayores. «Es muy importante para los granjeros cooperar juntos, aumentar su tamaño y obtener el mejor precio», dice.

El ejemplo es Danish Crown, gigante de la alimentación que llega a los mayores mercados del mundo. «Pero para ello hay que desarrollarse y unirse hasta convertirse en una transnacional», aconseja.


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El TRD es profeta en su tierra

Publicado en sección Galicia de La Voz de Galicia el 20 de marzo del 2005

La anécdota: Cinco años después de la publicación de este artículo, la línea de tren A Coruña-Vigo se hace en una hora y 55 minutos, todavía 25 más que Copenhague-Odense. En Vigo-Oporto, no hay mejoras. La construcción del AVE rebajará estos tiempos.

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El TRD es profeta en su tierra
Dinamarca diseñó el tren TRD que circula por Galicia. Pero el InterCity del país nórdico es un 40% más veloz y cubre un tramo similar a A Coruña-Vigo en sólo hora y media


E. Vázquez Pita
Copenhague

Los copos de nieve caen sobre un andén de la Estación Central de Copenhague. Un moderno IC3 se dispone a recorrer el tramo de 160 kilómetros que une la capital con Odense, la tercera ciudad de Dinamarca, en la isla de Fionia, cuna de los vikingos.

La primera sorpresa es que los vagones del InterCity danés disponen de un parque infantil, butacas reservadas a las familias, suelo enmoquetado, máquinas de café y refrescos en los pasillos, y vestíbulos amplios para minusválidos,bicis y maniobras de salida. ¿Realmente éste es el mismo
TRD que circula por Galicia?

Sí. La silueta frontal del ICL danés es inconfundible.
La diferencia más palpable es que el lujoso IC3 combina el motor eléctrico y el diésel. En el caso gallego, la única vía de ferrocarril fue concluida a mediados del siglo XX y sigue sin electrificar ni doblar.

La distancia que une Copenhague con Odense es similar a la de Vigo con A Coruña, pero el TRD danés la cubre en hora y media. Es un 40 por ciento más veloz que la locomotora gallega, que emplea dos horas y media. Las nuevas máquinas gallegas Nexus —de la misma familia— pueden alcanzar los
160 kilómetros por hora pero sólo han acortado el viaje cinco minutos pese al visible incremento del precio.

En Dinamarca funcionan a su máxima potencia modelos como el ICL, que realizan el trayecto en un tiempo récord de hora y cuarto, con una única parada en el aeropuerto.

Un lector avisado podría replicar que comparar Galicia con Dinamarca es injusto porque el terreno del país escandinavo
es completamente llano y la montaña más alta del país no supera los 170 metros de altura. Por ello hay tantas bicicletas. A ello se puede replicar que la nieve provoca retrasos y recordar que Odense y Copenhague están en dos islas diferentes, separadas por un estrecho. Hasta hace seis años, el tren tenía que embarcar en la bodega de un ferry para cruzar las gélidas aguas. El gobierno danés invirtió millones de coronas en la construcción de un túnel que desemboca en medio de un puente. Los pasajeros del tren, cuando miran por la ventanilla, ven ¡un faro!. «Antes era impensable
ir y venir en el mismo día a Copenhague», dice Marianne, una vecina de Odense.

Ventajas
Un pasajero del tren, que se dirige a Ahrus, al norte de la península de Jutlandia, comenta las ventajas mientras navega con su agenda PDA. «Mi familia y yo viajamos en tren porque sale más barato que cruzar el  puente en coche y pagar el caro peaje. Vamos más cómodos y seguros, sobre todo si nieva», relata. El billete ordinario cuesta 210 coronas (30 euros). Su esposa juega con sus dos hijos en un área infantil habilitada en las últimas plazas del vagón 22. Se trata de un pequeño recinto enmoquetado
donde los niños pueden armar piezas de Lego.

Otra familia que viaja en las cómodas y amplias butacas de la zona infantil comenta que su hijade cuatro años es fan de María Isabel, la ganadora española de Eurovisión Júnior. La niña tatararea Antes muerta quesencilla mientras dibuja. En ese momento, apareceel camarero, que sirve tazas gratuitas de té o café al pasaje, seguido de una vendedora con el carrito de golosinas y refrescos. Cerca del baño y las puertas, un viajero coloca su bicicleta y recoge la maleta.


Por las líneas danesas también circulan viejos modelos del IC3, que recuerdan más la decoración convencional del tren gallego. Nuevamente, la diferencia es su velocidad. En el tramo de vueltade Odense y Copenhague, el TRD escandinavo realizó nueve paradas, cinco más que la máquina gallega, pero nunca superó la hora y media de viaje.

Copenhague, con un millón de habitantes, ha habilitado numerosas
conexiones en tren con la ciudad sueca de Malmo. Ambas están separadas por 16 kilómetros de mar pero ahora les une un moderno puente. Media hora basta para cruzar a la estación de la otra orilla. El éxito ha sido tal que la DSB y la SJ, las compañías ferroviarias danesa y sueca, respectivamente, han llenado el tramo de Oresund con trenes TRD, por su comodidad y velocidad.

Esta eficacia contrasta con el tramo de Vigo y Oporto, dos ciudades separadas por el río Miño. Los trenes de la eurorregión emplean tres
horas en recorrer ese tramo de 160 kilómetros, consólo dos frecuencias al día. La Eurorregión luso-galaica tiene seis millones de habitantes, uno más que la población danesa.
La DSB transportó en el 2003 a 157 millones de pasajeros. El grupo ferroviario emplea a 8.500 trabajadores.



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Publicado en La Voz de Galicia, Suplemento "Los Domingos de La Voz", 29 de mayo del 2005

ADIÓS AL SUEÑO DE CHRISTIANIA

Christiania: El paraíso echa el candado


Dos reporteros de La Voz se adentraron en la mayor comuna hippy de Europa, que hace años incluso visitó Fraga, donde los vendedores de hachís prohíben ahora sacar fotografías. Sus 3.000 habitantes resisten los intentos de la policía para cerrar la ciudad libre de Copenhague.

E. VÁZQUEZ PITA

Este podría ser el último año de existencia de la comuna hippy de Christania, situada en Dinamarca. Las palas excavadoras amenazan los 85 acres de la Ciudad Libre de Copenhague en la que conviven 3.000 personas en el pleno centro, en la calle Badsmands, cerca de los muelles construidos por el rey Christian.
Miles de jóvenes sin hogar, llamados christianitas, ocuparon en 1971, en una operación relámpago,unos barracones militares recién abandonados. Eran los años de la guerra de Vietnam, de la ecología y de los ideales de haz el amor y no la guerra. La OTAN incluso movilizó sus comandos para poner orden. Pero sus habitantes resistieron los intentos de desalojo.
La comuna instauró sus propias leyes, basadas en la autogestión.
Hoy aún ondea la bandera roja de tres puntos amarillos que simbolizan las tres prohibiciones: No a la droga dura, no a las armas y no a la contaminación de los coches.
La cuestión es: ¿cuánto tiempo más durará el sueño?
El gobierno danés de derechas quiere acabar con este experimento social para urbanizar la orilla portuaria, flanqueada de rústicas cabañas que ocupan un suelo que vale oro. La primera medida fue, hace un año, enviar a los antidisturbios para cerrar los puestos de venta de hachís,lo que cortó la fi nanciación de la capital de la cultura alternativa.
«Antes había bohemios gallegos aquí. Incluso Fraga visitó este lugar cuando era de AP. Pero las cosas han cambiado. Hay mucha violencia y hace unos días un desconocido mató a tiros a un hombre», relata Óscar Cordal, un villalbés que reside en Copenhague desde hace 40 años.
Christiania es ahora refugio de marginados, inmigrantes y traficantes, que conviven con abogados y médicos que sólo van a Copenhague a trabajar.
Antonio, un barcelonés, vivió allí hace veinte años con una amiga danesa que había conocido en una playa española. «Nunca pertenecí a los cristianitas aunque vengo a menudo a saludar a los amigos. Antes, estaba lleno de españoles», recuerda.
Eran tiempos de fiestas veraniegas hasta la madrugada y sin alcohol. Los porros y el amor libre lo convirtieron en el paraíso de la cultura alternativa. Las familias se repartían las viviendas y hacían un hueco a las recién llegadas. Disponían incluso de guardería, radio y su propio ejército laboral: Los Rainbow Warriors (los guerreros del Arco Iris). Rojo para la acción, verde para la comida y azul para el conciencia social. Sus habitantes idearon planes ecológicos para reciclar el agua. Los conciertos de rock recaudaron dinero en todo el mundo para enviarlo a la ciudad libre. Pero los demás países acusaron a Christiania de ser el mayor exportador de drogas de Europa.

La entrada a la comuna está presidida por un cartel, sustentado por dos totems maoríes que reza: «Christiania». En la pared contigua, varios graffitis delatan la decadencia del lugar.
Los puestos de souvenirs llenan la plaza principal y venden camisetas,posters de la hoja de marihuana, muñecos de Bob Marley y calaveras de heavy metal. A partir de este punto, está prohibido sacar fotos. Al último reportero lo confundieron con un policía secreto y lo apalearon.
Los clientes del bar Woodstod, nombre que rememora el famoso festival hippy de los años 60, son poco amigos del retrato. Entre ese local y la panadería, supuestamente, se vende la droga. A nadie le gusta que la policía de paisano le grabe con sus minicámaras.

Ofreciendo droga
Junto al Woostood, unos jóvenes curtidos por la vida ofrecen droga «de la más pura y ecológica» discretamente a los turistas. Es fácil presenciar como un joven callejero le pasa un fajo de billetes a su colega proveedor en una esquina. Cerca, los inmigrantes se calientan con fogatas encendidas en los bidones.
En el bar, varios moteros barbudos beben refrescos, cerveza sin alcohol y juegan a las damas.
Un joven alto, apodado el Francés Loco, levanta el dedo en señal de victoria y corea: «Christiania is good! (¡Viva Christiania!)». El 80 por ciento de los habitantes del paraíso hippy está en paro. «Unos se ayudan a otros y, algunos, como el Francés, son parásitos», dice alguien.

Antonio muestra la tienda ecológica, una de las joyas de Christiania. Se trata de un barracón con una báscula mecánica con cajas de madera y fruta, donde venden pan del día. Hay patatas, boniatos y uvas importadas de Sudáfrica. Un grupo de jóvenes bebe zumos de frutas sin alcohol en una mesa. «Todo es natural», dice Klaus, el dependiente. Lleva ocho años preparando comidas para 50 personas. «No hay derecho a que cierren esto. No lo lograrán. El pueblo danés no lo permitirá», dice el tendero.
Lo que opina el pueblo danés es fácil de escuchar en la cafetería Olsen. En el mismo asiento que ocupaba el escritor Hans Christian Andersen, la danesa Anne Luise se despacha a gusto. «Nos hemos acostumbrado a este experimento social que tuvo éxito gracias a la permisividad de la legislación danesa. Se aprovecharon
de que la ley impide a las empresas eléctricas cortar la luz y el agua por impago. Es fácil ser anarquista si no se pagan impuestos. Al final, la comuna ha servido como válvula de escape para acoger a los marginados», relata esta mujer de 55 años.

UN AVENTURERO BARCELONÉS.
Antonio conoció a una danesa en la playa y se fue a vivir con ella un año en Christiania. Ahora solo vuelve a visitar a sus amigos en el bar Woodstod o a charlar con una familia cubana, que como otros inmigrantes ha ocupado las casas vacías. En la foto, Antonio observa los objetos de un barracón militar reconvertido en vivienda por los sin techo. Otras casas las diseñaron ellos mismos. «La mayoría están desordenadas. Es gente muy especial y reacia a las visitas de extraños», explica Antonio.

PASEO EN UNA BICICLETA DE LOS CHRISTIANITAS.
Un joven circula, junto a los muros de Christiania, en una bicicleta diseñada por los habitantes de la ciudad
libre. Hay miles de bicis christianitas por las calles de Copenhague. Se distinguen por el carrito delantero, acorde con las teorías ecologistas del ahorro. La comune dispone de su propia fábrica de bicicletas, que vende la unidad a 4.000 coronas (500 euros). Allí es posible comprar un velocípedo cuyo diseño imita una Harley Davinson.

BIENVENIDOS AL PARAÍSO HIPPY.
La entrada de Christiania está flanqueada por coloridos graffitis. Un gran arco recibe a los turistas que, en
verano, pagan entrada para disfrutar del ambiente y la música de sus animadas terrazas. Más allá de las
tiendas de souvenirs y la panadería están los vendedores de droga, muchos de ellos inmigrantes refugiados. En dicha zona, las fotografías están prohibidas porque la policía usa las imágenes para identificar a los
supuestos traficantes.

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Suecia: la ruta del inspector Wallander (2005)

La anécdota: Charlé con la jefa de prensa de la comisaría de Ystad y me contó que su amigo Mankell le iba a dar más protagonismo a la hija del inspector Wallander. Y así fue. 
Mankell y su detective Wallander obtuvieron cierto éxito internacional que fue superado años después por la heroína y hacker Salander, de Larson.


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Publicado en La Voz de Galicia, suplemento Culturas, el 9 de abril del 2005.

Por: E.V.Pita

TRAS LA PISTA DE WALLANDER

MILES DE AMANTES DE LA NOVELA NEGRA PEREGRINAN CADA VERANO A YSTAD, CIUDAD AL SUR DE SUECIA, PARA VISITAR LA CALLE DONDE VIVE EL INSPECTOR CREADO POR HENNING MANKELL

«Ba-lan-doo, se pronuncia Inspector Ba-lan-doo», corrige en sueco Margaritte, la dueña de una tienda de ropa de segunda mano de la calle Mariagatan. Los extranjeros tienen la manía de decir mal el apellido, en inglés. La estrecha rúa de este barrio obrero de Ystad se ha convertido en la meca de los amantes de la novela negra. En verano se llena de turistas que entran en la tienda a preguntar:
«¿En qué número está la casa delinspector Wallander?». Una vecina contesta: «En el diez. Pero ese policía no existe. Es sólo un personaje de ficción».

Basta con caminar hasta el número 10 de Mariagatan para comprobar que el nombre de Kurt Wallander no figura en las placas del telefonillo. El escritor, Henning Mankell, tampoco se deja ver mucho por el barrio. Está enclaustrado en Estocolmo escribiendo su próximo relato, según su mánager Inke Nordström.

Mientras, Margaritte, que ya piensa en explotar el filón: «Llamaré a mi tienda La esquina del Inspector Wallander».

¿Por qué tiene tanto éxito un detective alcohólico y divorciado? El detective amargado de la comisaría de Ystad ha resuelto brutales casos como La Quinta Mujer, donde una revisora de tren se toma la justicia por su mano con los maltratadores.

En Galicia, el taller de lectura de la Biblioteca Central de Vigo recomendó este libro el año pasado.

«Le adoro. Me los he leído todos», dice Linda Moser, una sueca de Gotenburg que emigró a Alemania. «Tiene problemas con su padre, con su mujer, con su hija y con el whisky. Su vida no va a ningún lugar pero sabe resolver los casos», explica Christian Kamen, un anciano que pasea su perrito por la plaza del Stortorget,el corazón de la ciudad. Es fácil reconocer el restaurante donde el protagonista no tenía dinero para comprar comida para su colega Nyber en Pisando los talones. En este relato, se enfrenta a un asesino en serie.

En la esquina de Teppgränd aparece el Banco Union, que juega un importante papel en Asesinos sin rostro. A pocos metros está el Hotel Sekelgarden, donde se alojó un testigo policial en La Quinta Mujer y una ministra en Los perros de Riga.

Ante la avalancha de turistas alemanes, fans incondicionales, la oficina de turismo ha editado el folleto Tras los pasos del Inspector Wallander, donde fi guran 24 lugares de Ystad que fueron escenario de crímenes en las novelas.

Mankell describe fielmente la vida en la sureña y provinciana Ystad, a 61 kilómetros de Malmo. Vivió una década en esa región. La ciudad báltica sufre el tráfico de drogas pero la criminalidad es baja. Nada que ver  con los brutales crímenes que describe Mankell.

«No existen conexiones con la mafia de África. Es todo fantasía», dice un policía en referencia a La Leona Blanca, donde revela una conspiración para eliminar a Mandela orquestada desde Ystad.

La visita continúa en la comisaría. Al entrar en el vestíbulo, uno busca instintivamente a la recepcionista Ebba. La inspectora Ewa-Gun Westford, con 32 años de servicio, tiene hilo directo con el escritor y le sopla  historias. «A veces, siento el aliento de Wallander por los pasillos. Cuando surge un caso inverosímil, los agentes dicen que es digno de Kurt. Estamos muy orgullosos de él», bromea la policía. También asesoró al actor que interpreta al detective en el cine. Los estudios Yellow Bird ruedan ahora otra película en el barrio de Regemment.

Algunos delitos, como el de un pirómano que quemó seis casas en dos horas, sirvieron de inspiración a Mankell. «En la nueva entrega, Wallander recaerá con el whisky», apunta Westford. «Él y su hija Linda son infelices. Espero en el fondo de mi corazón que hallen la paz», dice.

De regreso a Malmo, se distinguen desde el tren los solitarios campos nevados, con destartaladas granjas y grises industrias. Es fácil compadecer a la granjera de La leona blanca.



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Laponia: Seis días para oír: «Acabamos de cruzar el círculo polar ártico»


Suplemento Fugas

La Voz de Galicia

23 de Marzo del 2012


RUTA A

 
Un billete InterRail Global para recorrer Europa en 30 días en tren. Tras cruzar Irlanda, Escocia e Inglaterra, comienza la segunda etapa en Copenhague. Tres largas noches hacia Oslo, Trondheim y Bodo. Allí termina la línea férrea y subimos tres días más en bus hasta cabo Norte y otra noche a Rovaniemi

E. VÁZQUEZ PITA 

 «Señores pasajeros,acabamos de cruzar el Círculo Polar Ártico», dice el revisor del autocar que se dirige a Narvik (Noruega), el mayor puerto industrial de
Laponia. El paisaje es desolador y un monolito con una esfera metálica señala que faltan 300 kilómetros para el cabo Norte. «¿Qué significa la palabra kilómetros?», pregunta en inglés un viajero con rasgos esquimales. Se hace interminable llegar al fin del mundo.

 El recorrido en tren nocturno, con el pase global InterRail (175 euros por 5 días de viaje), arranca en Copenhague y llega a la mañana siguiente a Oslo, la capital noruega con el agua
más fresca de Europa. La siguiente escala es Trondheim, un activo puerto pesquero y base militar de donde parte el tren nocturno a Bodo. Amanece en el vagón a las cuatro
de la madrugada. Allí termina la línea de ferrocarril y hay que seguir en bus. Los viajeros con carné de estudiante ISIC obtienen descuentos de hasta el 50 % en transportes
y museos. El bus emplea la tercera jornada en subir a Narvik. Hay transbordos en ferri para cruzar el fiordo de Tysfjord. Los barcos funcionan bien junto a pueblecitos
casi vacíos. La comida es prohibitiva: una bolla de pan con semillas cuesta sobre 3 euros y el cartón de leche, 2.
La renta per cápita de este país petrolífero es de 60.000 euros anuales, lo que da para mucho.

Arquitectura local
Lo que más llama la atención de Narvik es que todas las casas familiares tienen escaleras en el tejado, parecen recién pintadas y carecen de vallas en el jardín. No debe de haber muchos ladrones. Si alguien quisiese buscar empleo en Laponia, Narvik sería un buen lugar: está unido a Suecia por tren y tiene industria. Pero mucha lluvia, niebla y poca gente por la calle. Los alojamientos más baratos son los bungalós compartidos.

En Narvik, sube al bus un taiwanés de perilla y sombrero que parlotea sin parar. El viaje a Tromso y Alta será largo. El autocar se adentra en Finmark, con paisajes montañosos nevados
y pueblos donde paran pandillas de moteros en sus Harley Davidson. El taiwanés les saca una foto y la publica National Geographic.

De camino a Alta, se ve actividad acuícola: unos aros que flotan en el mar son granjas marinas. A medianoche se pone el sol y al momento amanece.

La sexta y última jornada hacia cabo Norte atraviesa un paisaje desolado, salteado de pequeños puertos, tiendas de lona, alces y renos en la carretera y túneles. Ni encontramos
el hotel de hielo de los que habla Españoles en el mundo.



En el centro de observación de Nordkapp aterrizan excursiones de jubilados en bus desde Alicante. La bajada hasta Rovaniemi, el centro económico de la Laponia finesa, coincide con precios más baratos que Noruega. En estas tierras ondea la bandera de Suomi. Muchos renos, bosques, lagos y pocos pueblos, como Ivalo, que recuerdan a Tejas. Rovaniemi acoge la casa de Santa Claus, ambiente universitario y tren a Helsinki. Un buen sitio para trabajar.

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