martes, 5 de agosto de 2014

Reportaje: globalización e industrialización mundial

Reportaje: globalización e industrialización mundial


Por E.V.Pita

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"Privatizaciones de los servicios públicos" (1991)


Ver texto original de este artículo en:

Publicada como opinión en la sección Cartas al Director de La Voz de Galicia

Autor: E.V.Pita (1991)

Fecha de publicación: verano de 1991

Título: Privatizaciones de los servicios públicos

La privatización de los servicios públicos está alcanzado su clímax tras la pólemica suscitada con el ayuntamiento de Xinzo de Limia que sustituirá al guardia civil y al policía municipal por guardias privados. Policía, correos, universidades y transporte municipal eran servicios públicos cotidianos que ahora son privatizados a toda velocidad. Este fenómeno es fruto del derrumbe del Estado asistencial o de Bienestar.

El Estado, desde 1930, trató de arreglar las injusticias sociales distribuyendo la riqueza a través de la declaracíón de la renta. Una política socialdemócrata y keynesiana que perduró hasta la crisis del petróleo en 1973. Durante la década de los 80, se evidenció la ruina económica del Estado que no rentabiliza unos servicios que el contribuyente disfrutaba gratis. Los ciudadanos protestaban por el mal funcionamiento de los hospitales, de los autobuses urbanos, de las carreteras, de las cárceles... Por eso, sonaron las trompetas liberales de la privatización.

El Gobierno conservador de Xinzo de Limia va con los tiempos. Los neoliberales Reagan y Thatcher fueron unos fanáticos de las privatizaciones aunque resultasen impopulares. La premier británica tenía como apodo demás de la Dama de Hierro el de "la Ladrona de leche" porque suprimió el tazón de leche de daban a los niños en las guarderías con la excusa de que "costaba 20 mil libras semanales". Reagan declaró insolventes los museos y los autobuses de su país. En Alemania, según denunciaba el periodista Günter Wallraf, las fábricas se están dotando de auténticos ejércitos privados para protegerse (y para "disciplinar" a los obreros inmigrantes).

Y en el estado español, el Ministerio de Sanidade quiere cobrar a los ancianos por sus medicinas y curaciones, e incluso aplaude la "eutanasia" como remedio para salir de números rojos. Y por encima, en Galicia salta el [entonces] presidente de la patronal con sus teorías [sobre flexibilidad laboral].

E.V.Pita , Santiago, 1991

Comentarios en 2013:

Pasados más de 20 años de esta carta al director, no parece que las cosas hayan cambiado mucho. Lo que eran propuestas de recortes en Sanidad son ahora cosas reales y el pan de cada día.
Los textos insertos en corchetes son aclaraciones del 2013 o sustituyen a las palabras originales, que he omitido.
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El texto original del siguiente artículo está en:

"Empresas occidentales en el Este" (1991)


Título original: "Empresas gallegas en el Este"
Autor: E.V.Pita
Fecha de publicación: 11 de octubre de 1991
Sección Cartas al Director de La Voz de Galicia

Émpresas gallegas en el Este

La "perestroika" triunfó y con ella las ideas de democracia y capitalismo. El Este europeo supone un suculento mercado de 320 millones de consumidores (siempre que tengan suficiente dinero para comprar manufacturas) que ahora se ve respaldado por la estabilidad política que representa el apoyo popular al tándem Boris Yeltsin-Gorbachov. Aún con riesgo de parece algo cinico, creo que las empresas gallegas, desde las conserveras a los vinos, se deberían informar para invertir en estos nuevos mercados antes de que se adelanten los americanos, alemanes y japoneses.
Una competición casi utópica, pero el dinero es el dinero y no se debe olvidar que estamos a vivir el clímax del neoliberalismo, de la ley de la demanda y la del máximo beneficio. El capitalismo sigue unas reglas de eficacia, información y fortaleza. Ya lo dijo Darwin en el siglo XIX en plena revolución industrial: "los fuertes ganan".
Algo en lo que, el hoy en día tan devaluado Karl Marx estaba de acuerdo. Aunque sea un consejo algo cínico y sospechoso de codicia sin escrúpulos, Galicia debe invertir y fomentar acuerdos comerciales en la perestroika. Como los demás países de Occidente.
E.V.Pita, 1991, Santiago de Compostela
Comentarios del 2013:
La realidad era más compleja porque Rusia tardó tiempo en convertirse en un libre mercado, la privatización fue lo que fue y era difícil hacer negocios seguros. Un año después visité Praga y me encontré comercios y tiendas con capital austríaco y alemán, fueron ellos quienes sacaron beneficio del Este, y americanos en Budapest.
Ni se me pasó por la mente que donde iban a estar los negocios era en China, como así se ha demostrado 20 años después.

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Viaje por USA en 21 días con 600 dólares (1) (2001)

La anécdota: en noviembre del 2000 y agosto del 2001 recorrí en bus Estados Unidos con 600 dólares en el bolsillo. Debido a que un mes después de mi retorno, ocurrieron los sucesos del 11-S, me di cuenta de que América no volvería a ser la misma que podría haber descrito al terminar el viaje. Sí mantuve una página web sobre el itinerario y contesté las consultas de algunos viajeros. El reportaje fue publicado en el 2008.


Enlace permanente:
http://reportajesdeevazquezpita.blogspot.com/2011/09/viaje-por-usa-en-21-dias-1-2008.html


Publicado en La Voz de Galicia, en la página 10 de LOS DOMINGOS DE LA VOZ |el 6 de enero del 2008

EN DIRECTO | UN PERIODISTA RECORRE EE. UU. EN LOS MÍTICOS GREYHOUND

E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO Y FOTOS

América de costa a costa por 600 dólares

Estados Unidos es una ganga para los turistas europeos gracias al cambio del euro. Un periodista de La Voz se subió a un bus de Greyhound para visitar los mitos de América con 600 dólares en el bolsillo. Un viaje de este a oeste y de Tijuana a Canadá en 21 días.

En los últimos meses varios libros, como el premio Pulitzer La carretera, han revisado el mítico viaje de costa a costa. Otros autores reviven la ruta de Tocqueville, el jurista francés que escribió Democracia en América.

La idea de este reportaje era la siguiente: recorrer como un viajero independiente los Estados Unidos hasta sus fronteras con México y Canadá en busca de los mitos que han forjado el sueño americano. Entre las metas estaban la mansión de Elvis Presley, Hollywood, el
parque Yellowstone o rendir unhomenaje a J. F. K. en Dallas. Equipaje
ligero: una pequeña mochila con mudas y un neceser para aguantar 21 días de bus. Dinero escaso: 600 dólares (419 euros), lo justo para comer y pagar alguna noche contada en un albergue. Nada de lujos.

La línea Greyhound es reconocible por su logo del galgo, es la excusa perfecta para revivir las imágenes de películas de cine. El autocar presta servicio desde 1914 en 3.100 destinos a lo largo de
Norteamérica. Cada año viajan 22 millones de pasajeros, con una gran incremento de la población latina. El Discovery Pass de 30
días cuesta 522 dólares y permite moverse por todo el país y sus fronteras. Basta con esperar en la cola y mostrarle el pase al conductor. La estampa de los autobuses Greyhound surcando los parajes estadounidenses forma parte de la cultura «pop» del siglo XX, que todos hemos recibido a través del cine o la televisión.

Estados Unidos tiene algunas ventajas para los mochileros
independientes que quieren moverse de prisa y barato. Una de ellas es la red de lavanderías. El lavado del petate cuesta un dólar, más varios centavos extra por un sobre de jabón, y otro dólar por el secado
automático. Es posible comer un perrito caliente por un dólar, incluida la mostaza. La entrada en los museos y en algunos conciertos es teóricamente gratuita, pero lo «recomendable» es soltar diez pavos. Internet es gratis en las bibliotecas públicas.


El lugar de partida solo podía ser el kilómetro cero de Estados Unidos, la Casa Blanca de Washington. El viajero no ve a Bush, pero se topa con una protesta de los indios siux que han clavado sus tiendas en el campo del Obelisco. En el cercano museo de la NASA, hay oportunidad de ver el módulo Apolo que se posó en la Luna. Los mandos de la nave espacial se parecen a los de un Seat 600 y uno empieza a dudar de que realmente sea cierto que el astronauta Armstrong se atreviese a subir en aquel cacharro.

Llega la hora de mostrar al busero el billete Ameripass, que permite a los extranjeros viajar ilimitadamente con la compañía de autocares Greyhound por todo el país y sus ciudades fronterizas. Hay que esperar cola y competir con otros viajeros para conseguir un asiento. El turista paga la novatada, se queda en tierra y debe esperar al siguiente autocar.

Por el camino, parada en una gasolinera, donde una decena de camiones de largas chimeneas, auténticos dragones de acero, están aparcados con sus enormes trailers. Es el momento de tragar litros de café americano muy aguado y edulcorados con crema irlandesa. Funciona.

La siguiente escala es Nueva York. Lo primero de todo: entrar en el Starbucks de la Estación Central y pagar tres dólares por un café de verdad. La ciudad de los rascacielos es barata: se puede zampar uno una hamburguesa o un perrito por un dólar o leer gratis un libro en la
cafetería de Barnes and Noble.

Pero la factura sube con los caprichos: hay que desembolsar 45 dólares (9.000 pesetas al cambio del 2000) por una cerveza en la barra del Hotel Carlyle para oír al director de cine Woody Allen tocar su clarinete. A fuerza de palos, el turista ya ha aprendido a incluir en la cuenta un 10% de propina para el camarero. Un gesto que ayuda a los cazadores de autógrafos.

Otros 10 dólares van al tique para subir al Empire State Building, donde el gorila King Kong luchó contra los aviones, escena cinematográfica grabada en el imaginario colectivo.

Unas manzanas arriba, en la Up Town, está el centro del multimillonario Rockefeller y la torre Trump. Curiosamente, la asociación de mendigos ha colocado su puesto ambulante frente a la joyería Tiffany’s.

Un ferri lleva al viajero hasta la estatua de la Libertad, más pequeña que en las fotos. Tras subir las escaleras en espiral, decepciona la vista panorámica de un polígono industrial.

De vuelta, el buque hace escala en la isla de Ellie, la parte fea que nunca sale en los libros. Los inmigrantes que llegaban al país de
las oportunidades debían superar allí la cuarentena.

La siguiente escala es Boston. Es el momento de echarle jeta y
adosarse a un grupo de científicos de A Coruña, Valladolid y Argentina
que han alquilado un coche de marchas automáticas, lo más común en ese país. Por fin, algo de road movie.

En esta ciudad de estilo europeo, el objetivo es colarse en la Universidad de Harvard, donde se educa la élite mundial. Es fin de semana y no se ve ni un alumno por el campus.

Ya puestos, una escapada al MIT, uno de los más prestigiosos centros de tecnología. «Las fundaciones inyectan millones y los
proyectos salen adelante», cuenta un becario gallego.

Chicago, la ciudad del gánster Al Capone, es el siguiente destino.
El bus llega a una estación donde hace cola una familia amish, los
granjeros que viven como en el siglo XVII. Su férrea ética no les
impidió inaugurar en el centro de Manhattan una tienda de
productos artesanos.

En la misma estación de Chicago, un grupo de inmigrantes chicanos comentan que han cruzado el país y que ahora trabajan ilegalmente en una obra. «A unos amigos la policía les paró porque eran hispanos. Se creían que su coche alquilado era robado», dicen. Está
claro que el sueño americano solo es para unos pocos.

Curiosamente, en esta ciudad los mendigos no piden limosna sino que recogen las latas de aluminio tiradas en el suelo para revenderlas. ¿Tanto espíritu emprendedor será porque la [....]

Más adelante, se publicará la segunda parte del artículo.

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Singapur: el tigre que ruge más fuerte (2004)

Publicado en la sección de Economía de La Voz de Galicia, el 19 de septiembre del 2004

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Reportaje | Singapur, una economía en plena ebullición


El tigre asiático que ruge más fuerte
Singapur, con un crecimiento anual de su PIB del 12,5% no tiene nada que envidiar a otras economías asiáticas como China, que ponen de rodillas a los productores europeos.

E. Vázquez Pita
redacción

Podría ser una escena de la película Lost in Traslation. Imagine que usted mira por la ventana del piso 30 de su hotel, desde la que se divisan las siluetas de múltiples rascacielos rodeados de nubes
que anuncian una tormenta tropical. Insomne a causa del jet-lag, usted baja hasta el bar, donde canta una mujer oriental y un grupo de japoneses sigue las letras de un karaoke. Se acerca a la barra y se suma a otros hombres de negocios que hacen el stopover (escala con hotel) en Singapur. Allí oye uno de los chistes que resume la esencia de esta ciudad: «¿Sabías a qué edad se jubilan las azafatas de Singapur Airlines? A los 22 años».

Por algo, esta compañía aérea tiene fama de poseer una de las flotas más renovadas del mundo. La república del león dispone de 3.200 vuelos semanales que enlazan con 150 ciudades de 49 países y es base de 400consignatarias marítimas.

Su economía crece a un ritmo anual del 12,5%. Nada que envidiar a otros tigres asiáticos como China y Corea del Sur que ponen de rodillas a los productores europeos. Los negocios van viento en popa en esta isla-Estado que multa con 250 euros a quien ose arrojar un chicle masticado en sus impolutas calles.

Abierto las 24 horas
En esta ciudad de vigas de acero y hormigón prefabricado trabajan cuatro millones y medio de habitantes en horario de abierto las 24 horas y que disfrutan de una renta de 26.500 dólares per cápita.

Singapur, menos moderna que Honk Kong, puede presumir de que su PIB crece como la espuma: del 8% en 1995 ha pasado a un 12% este año. Los contenedores se amontonan en su puerto, mientras los rascacielos crecen como setas en la orilla del río. Su economía es tan dinámica como la de China o Corea. Sus astilleros están especializados en reparar buques y sus fábricas de automóviles figuran entre las diez más productivas del mundo. Además, la ciudad refina petróleo, produce equipos electrónicos, de perforación de pozos petrolíferos y de caucho. También realiza actividades de comercio, servicios financieros y biotecnología.

Le ayudan sus lazos internacionales en un país asiático donde el idioma oficial es el de la antigua metrópoli británica, lo mismo que el tamil, el malayo y el chino. Enclavado entre Malasia e Indonesia, Singapur es una puerta hacia Asia, donde un occidental se siente cómodo como en una burbuja.

Por algo será que Inditex ha instalado su segunda tienda de Zara en Orchand Road. Esta kilométrica avenida está flanqueada por centros comerciales de cuatro plantas de altura y calles cubiertas de cristal que compiten en grandiosidad. Las jóvenes clientas suben de tres en tres por las escaleras de este comercio gallego, cuyos sofisticados escaparates comparten acera con las grandes casas de la moda de lujo.

Al caminar por Orchand Road, entre cientos de peatones cargados de bolsas, uno se siente atrapado por la fiesta del consumo. Es fácil caer en la tentación de regatear en las innumerables tiendas de
cámaras fotográficas, regentadas por hindúes o chinos, en donde se pueden conseguir reducciones del 40% respecto a los precios europeos. El dólar de Singapur equivale a medio euro.

Los pequeños comerciantes incluso aceptan el precio que el cliente marque. El iluso vuelve a recoger su producto unosdías despuéspero el dependiente le intenta colocar nuevos accesorios. Esto suele irritar a los turistas occidentales, que se sienten burlados. Algunos prefieren a los vendedores árabes porque cumplen su palabra trascerrar el regateo.

El día grande es el sábado por la noche, donde no hay baldosa libre ni en la calle ni en las discotecas de moda. Brillan los tubos de neón y los anuncios de los taxis amarillos. Los restaurantes de sushi japoneses están repletosde alegres comensales que pican con los palillos los rollitos de pescado crudo que circulan por una cinta transportadora.

Igual de atestados están los McDonald’s o los cafés Starkburcks.
Uno tiene la sensación de que el capitalismo y el comercio han roto fronteras y unido a una población compuesta de chinos, malayos, hindúes, indonesios y occidentales.

El comercio ha sido mantenido por las prósperas familias chinas que se establecieron a principios de siglo al amparo del Imperio de su majestad británica. Unos edificaron templos budistas y otros iglesias adventistas. Es la excepción a la teoría del choque de civilizaciones de Samuel Hunttington, que explica las guerras actuales, desde Bosnia a Irak, por el enfrentamiento entre culturas tan dispares como la musulmana o la cristiana.

Los habitantes de Singapur se sienten especialmente orgullosos de su fiesta nacional. En Melbourne, un joven ejecutivo que volvía a esta ciudad asiática preguntaba con interés: «¿Han estado el día que celebramos la independencia?». La descolonización produjo el milagro económico de esta república que mide 600 kilómetros cuadrados.

Ni rastro de chabolas
Los malayos emigraron como mano de obra y los trabajadores fueron asentados en barrios con viviendas dignas. No se aprecia el chabolismo de otras grandes ciudades. Unos siguen conduciendo
las bicicletas de los turistas mientras otros prosperaron y dirigen emporios desde sus elevados despachos del puerto malayo.

Sólo en Little India y Chinatown se puede apreciar un resquicio de la vieja Asia: vendedoras de pescado seco o viejos jugando a las damas. Uno tiene la sensación de que en este diminuto país hay sitio para todo el que quiera ganar dinero. Las mujeres hindúes, vestidas con sus tradicionales sharis, salen y entran de las joyerías y las boutiques de moda, y los turistas europeos toman un daikiri en el mítico hotel colonial Raffest.

Pero esta república tiene sus reglas: el billete de avión advierte que traficar con drogas está penado con la ejecución inmediata.

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Australia, paraíso prohibido (2004)

Publicado en La Voz de Galicia, suplemento Los Domingos de La Voz, el 10 de octubre del 2004

Por: E.V.Pita

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REPORTAJE | GALLEGOS EN LAS ANTÍPODAS

Australia, paraíso prohibido

Las antípodas hace tiempo que cerraron sus puertas a los inmigrantes. Los empresarios gallegos que hicieron fortuna en el Lucky Country se topan con que el Gobierno les impide contratar a sus paisanos. Temen que las elecciones de ayer no vayan a cambiar las duras leyes.

E. VÁZQUEZ PITA | TEXTO

Un empresario gallego del granito, afincado en Melbourne, quiso contratar hace unos meses a un especialista portugués. Las restricciones de inmigración son tales que el obrero no pudo obtener un permiso legal de trabajo. El constructor optó por la picaresca y ordenó al expertoque entrase en Australia con un visado de turista. Los tres meses de validez serían suficientes para terminar el tajo.

Pero, como en el película La Terminal, de Steven Spielberg, el peón disfrutó de sus vacaciones sin salir del aeropuerto. Los aduaneros pasaron por rayos X su maleta y descubrieron una herramienta entre la ropa. Al abrir el equipaje, los policías hallaron la evidencia final: un mono azul de faena. Al luso lo subieron en el siguiente avión de vuelta a casa.

Australia fue tierra de fortuna antaño y abrió las puertas a 800.000 emigrantes no británicos entre los años 60 y 80. Justo Bouzo fue uno ellos. Este delineante nació hace 44 años en la aldea de Presqueira, en Baños de Molgas (Ourense). Llegó a Sydney en 1982 y ahora dirige una empresa de reformas y proyectos nuevos de construcción. Su firma Euroset está en expansión en varios estados australianos e incluso ha abierto mercado en Nueva Zelanda.

Sus compatriotas ya no tienen esa oportunidad. Así lo demostró el incidente internacional del buque Tampa, cargado de refugiados  políticos, y al que Camberra prohibió recalar en su costa. El país austral sólo permite entrar a un cupo anual de 80.000 inmigrantes altamente cualificados.

Las restricciones afectan a todos. La empresa de Bouzo importa yeso proyectado y el gallego arregló los papeles para contratar a un paisano suyo. «El problema es que no hay gente especializada para aplicarlo. Quisimos traer jóvenes gallegos pero no conseguimos a nadie», recuerda. El Gobierno expulsó a su candidato porque carecía de la suficiente formación para enseñar su oficio a sus compañerosaustralianos. «En este país también hay paro», admite resignado Bouzo. Éste duda que un cambio de Gobierno, tras las elecciones celebradas ayer, abra las puertas a la inmigración. «Incluso con los laboristas, seguiría igual», dice.

Los últimos emigrantes gallegos que se han aventurado a trabajar en Australia han tenido suerte dispar. Una licenciada en Historia de Vigo y su marido lograron el permiso de residencia en apenas unos meses porque el Gobierno apreció sus conocimientos en Arqueología.

«Aquí te valoran por tu currículum y te dan más oportunidades de demostrar si eres bueno. Es posible conseguir más cosas que en Galicia. En Australia no funciona el enchufe ni el amiguismo. Una empresa examina tu presupuesto, lo que has hecho... Llegar a una determinada posición depende de la valía de la persona y eso me gusta», añade Bouzo.

La mayoría de los gallegos han tenido que retornar al caducar su visado de estudio y trabajo legal. Otros utilizan el viejo truco de viajar a Nueva Zelanda y volver a entrar como turista. Es el caso de dos viguesas desempleadas que fueron a estudiar inglés a Brisbane. Por sus calles circulan autobuses con la publicidad del aceite español Carbonell. Los papeles permitían a las dos gallegas trabajar como limpiadora s en un rascacielos 20 horas semanales y estudiar 25 más. Su salario ascendía a casi mil euros.

La tentación para venir a Australia es muy grande. El sueldo medio de un profesional de la construcción es de 200 dólares australianos (120 euros) al día. Otro aliciente es el clima benigno de Brisbane, soleado hasta en invierno.

Barbacoa
«Trabajamos cuatro horas diarias y vivimos como en Galicia, salvo que el piso es compartido», afirma una viguesa, mientras prepara una suculenta barbacoa (BBQ) en una playa fluvial con unos compañeros españoles de la academia. Uno de ellos es un ejecutivo madrileño que abandonó su despacho con vistas a la Castellana para aprender inglés. También está una diseñadora catalana que aspira a ingresar en la Universidad. Las dos gallegas dejaron la semana pasada su apartamento en un rascacielos de 40 plantas, dotado de moqueta, llave magnética, secadora, así como yacuzzi, gimnasio, piscina y sauna comunitarios. Al caducar su visado han tenido que retornar a España. «Si no te vas, los agentes de inmigración se presentan en tu casa y te acompañan al avión. No te puedes esconder porque estás muy controlado», relatan estas estudiantes.

UNA ARQUITECTA CORUÑESA EN BONDI BEACH. Vanessa D.C. es una arquitecta coruñesa, afincada en Barcelona, que a sus 28 años hizo un parón en su carrera para cumplir su sueño: trabajar en un despacho de diseño de rascacielos en Sydney. La aventurera aterrizó en agosto en Australia pero se topó de bruces con el departamento de Inmigración.

El Gobierno impone numerosas trabas a los empresarios para contratar extranjeros. Pasaban las semanas sin noticias de su empleo y Vanessa decidió tomárselo con filosofía. Así que se enfundó el traje de neopreno, agarró la tabla y se trasladó a vivir a Bondi Beach, la playa preferida de los surferos. «Let's go surffing!», dice.

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El milagro del modelo danés (2005)

La anécdota: Pasados seis años de la publicación de este reportaje cada vez es más evidente que, al escribirlo, pasé por alto la producción de molinillos de viento, algunos en el mar. Los molinos formaban parte del paisaje de Fiona y, creo recordar, haber visto alguno cuando el tren cruzó el puente que une las dos islas. En su momento, solo atisbé muy de pasada la importancia de esta nueva energía eólica para el desarrollo de Dinamarca, hoy una potencia en el sector.
En el reportaje, debí haber mencionado a las grandes compañías como Lego, etc...


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Reportaje publicado en la página 28 de la sección de Economía de La Voz de Galicia el 27 de marzo del 2005.

La Voz de Galicia

Reportaje | Los secretos de la agroindustria escandinava salen a la luz

El milagro del modelo danés


Dinamarca inventó las cooperativas y Castelao lo propuso como modelo para Galicia.

El pan negro o de centeno fue despreciado en Galicia por ser de pobres. En Dinamarca, aún desayunan con él. Una visita al museo folk de Odense, en la isla de Fionia, [y un paseo por sus campos, repletos de gigantescos molinillos de viento], basta para comprender la potencia agroindustrial del diminuto país nórdico.

La clave es un viejo molino de viento de 20 metros de altura construido a mediados del siglo XIX. Al entraren la instalación, sorprende la compleja maquinaria de engranajes, que ocupan tres pisos. Un mecanismo de relojería capaz de triturar toneladas de grano en harina en pocos minutos.

Al éxito de la alta tecnología se unió el fomento de las cooperativas
y de la educación. El diputado Daniel Castelao defendía ya en la década de 1930 que los agricultores gallegos imitasen el modelo danés, compuesto por propietarios minifundistas unidos en cooperativas.

El político elogiaba las 18 granjas experimentales de plantas que operaban ya en el país nórdico. Actualmente, las cooperativas escandinavas exportan cereal, leche y carne para alimentar a 15 millones de personas, el triple de su población.

Grandes complejos agroindustriales como Danish Crown o Tulip compiten por un hueco en los mercados emergentes de China.
La agricultura danesa es un negocio que factura 59.000 millones de coronas (8.500 millones de euros) en exportaciones. El 62% de su suelo está cultivado. Los mercados más exigentes, como Japón o
el Reino Unido, compran la mayor parte de su producción de carne.

Un portavoz del Sindicato Labrego, Xosé Ramón Cendán, cree que el modelo de Dinamarca está agotado. «Gastan moito en fertilizantes e sulfatos. Iso eleva os seus costos. Nova Zelanda é máis barato e Irlanda faino mellor».

La réplica la aporta Inge Merete, una ganadera de una de las 1.300 granjas porcinas de Dinamarca. El mayor exportador de carne de cerdo del mundo está sometido a bruscos ciclos. La empresaria trabaja en Allested, en la zona rural de Odense, cubierta por la nieve. Ella y su marido se hicieron cargo de la factoría Ravnelund, deficitaria en 1996. Hoy exportan 17.000 piezas porcinas al año. Toda su producción va destinada al mercado inglés, que impone altas exigencias sanitarias.

Inge Merete muestra su cadena de producción. Para ello, los visitantes deben situarse en un compartimento estanco, calzarse botas especiales y vestir un mono de faena. No preocupa tanto el olor como la higiene, como si fuese un laboratorio de la Nasa.

Rock en el establo
La propietaria de la granja enseña una estancia donde alimentan a cientos de cochinillos mayores de un mes. Las crías reciben el pienso cultivado por la propia granja en unos compartimentos metálicos y asépticos. «El pienso lo fabricamos nosotros mismos para ahorrar costes», indica la dueña. La factoría está altamente tecnificada. En una de las estancias se hallan las cerdas parturientas.

En el establo suena música rock. «Hemos descubierto que a los animales les relaja», afirma Inge Merete. Las 600 cerdas de la granja quedan preñadas dos veces al año y paren 24 cochinos. La granjera
calcula en el suelo, con una tiza, la producción anual.

En otro establo, los cerdas preñadas son cebadas por una máquina que les suministra alimento de forma automática e individualizada. Los animales gruñen por su ración. El granjero usa un sensor para
calcular si cada pieza tiene sobrepeso. Al cabo de un año, cuando pesan 100 kilos, son sacrificadas y la carne exportada. «Cada animal lo vendemos por 800 coronas. Nos cuesta 700 y ganamos cien», explica la ganadera.

La lenta emigración del campo a la ciudad

El país nórdico tenía 140.000 granjas en 1970. Ahora no pasan de las
50.000 que emplean a 61.000 personas. Suzette Ascott, una vecina de Odense, relata cómo la gente joven abandona las pequeñas granjas de la isla de Fionia para ir a trabajar a la ciudad por un salario fijo.

El proceso de concentración es visible en Ravnholt, cerca de Faaborg. El terreno es tan llano y arenoso que a la única colina de la isla la denominan Alps, como la cordillera suiza. Allí aún se pueden ver granjas familiares de vacas, las Hejmedprodukt, que no superan las 20 hectáreas. Otras tantas han sido abandonadas.

Estos negocios disponen de compartimentos estancos para almacenar el heno que dan de comer a la cabaña ganadera. La mayor granja de Fionia está ubicada en el castillo de Crown. Los cultivos de este holding de Ravnholt abarcan 3.000 hectáreas e incluyen cereal y abetos plantados para exportar en Navidad. Todo está mecanizado.


Johannes Ostergaard es mánager del Landbrugsraadet (Consejo Agrícola Danés), una entidad privada que coordina la producción de las cooperativas agroindustriales danesas.

Las exportaciones van dirigidas a 130 mercados internacionales.
¿Cuales son los secretos del milagro danés? Ostergaard los resumen en tres puntos. «La primera es que los jóvenes reciben una buena formación educativa de cinco años para ser agricultor. En ese período también hacen prácticas», indica.

La segunda clave es la unión de los agricultores en cooperativas. Éstas programan la producción y vigilan que nadie supere la cantidad de fertilizante asignado a cada suelo para cumplir las normas ambientales.

La tercera clave es la inversión en tecnología para reducir los costes. Competidores como Brasil o Nueva Zelanda son más baratos, pero los daneses acceden a mercados como el japonés que pagan más a cambio de calidad y garantía sanitaria. «El agricultor no mete el dinero en el banco porque el interés está bajo. Lo invierte en maquinaria», dice.

Torben Kudsk dirige la oficina de relaciones con la UE del Landbrugsraadet. Conoce la situación de las cooperativas gallegas tras ser invitado a visitar varias en Santiago de Compostela. «Me impresionó porque estaban muy bien organizada y sus propietarios son muy eficientes», explica Kudsk.

Los daneses se muestran muy interesados en cooperar con los granjeros gallegos en la producción de biogás. «Descubrimos grandes posibilidades», dice.

La recomendación que hace Kudsk a las cooperativas gallegas es que «no tengan miedo a crecer y crecer». Según este directivo del Consejo de Agricultura Danés, las cooperativas gallegas deben adaptarse a las peticiones de los supermercados y de sus cambios, pues cada vez son compañías mayores. «Es muy importante para los granjeros cooperar juntos, aumentar su tamaño y obtener el mejor precio», dice.

El ejemplo es Danish Crown, gigante de la alimentación que llega a los mayores mercados del mundo. «Pero para ello hay que desarrollarse y unirse hasta convertirse en una transnacional», aconseja.
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India, ¿nuevo gigante económico? (2006)


(La Voz de Galicia, E.V.Pita, 5 noviembre 2006)
Publicado en

http://www.lavozdegalicia.es/hemeroteca/2004/09/18/3035444.shtml

el 5 de noviembre del 2006, sección Economía

Crónica | Examen al futuro tigre asiático

India, ¿nuevo gigante económico?

La patria de Gandhi crece a un ritmo del 8% anual y los expertos vaticinan que será una superpotencia en pocas décadas. Pero la mayoría del país vive en la miseria.

E. Vázquez Pita
(Nueva Delhi)

Una turista entra un poco asustada en la lúgubre consulta de una astróloga del pueblo de Malawa, en las afueras de Nueva Delhi. La cliente se sorprende al oír la inconfundible musiquilla que abre el sistema operativo Windows.

La vidente examina la pantalla y teclea la fecha, hora y lugar de nacimiento de la mujer que desea conocer su futuro. Un sofisticado programa matemático calcula las posiciones de los planetas y
elabora en unos minutos la carta astral completa, que sale por la impresora.

Éste podría ser un símbolo de los grandes cambios económicos que acontecen en la India, el futuro tigre asiático, cuyo producto interior bruto crece a un ritmo del 8% anual desde hace tres años. Y eso a pesar de su pésimas infraestructuras viales.

Quizás el lugar donde mejor se aprecien estos avances es Bangalore, la ciudad preferida de los hindúes para vivir y la segunda para ganar dinero (después de Bombay). No es extraño. Bangalore es la meca de los más brillantes informáticos de la India, que trabajan
en pulcros campus que poco tienen que envidiar a Silicon Valley.

Por este motivo, las empresas de telefonía de Estados Unidos acuden aquí a subcontratar empleados para atender los servicios 902 al cliente. La gran ventaja es que los teleoperadores hindúes
hablan inglés, tienen una gran formación académica y cobran diez veces menos que un norteamericano.

El salario medio mensual en la India es de 15.000 rupias (270 euros), cantidad con la que «se puede vivir dignamente». Lo normal es cobrar tres veces menos.

La alianza con Estados Unidos parece casi natural. Por todo el país proliferan las academias y colegios privados que ofrecen másteres para preparar el examen de ingreso en las universidades del socio americano. Cada año, salen de las 292 universidades dos millones de licenciados, de los que 150.000 son ingenieros. Una de sus especialidades es el software, que exportan incluso a China. El negocio ya alcanza los 50.000 millones de dólares anuales. Las divisas son el triple.

La bonanza se percibe desde el 2003. El país tiene 1.100 millones de habitantes y, según las estimaciones, existen 98 millones de personas que ingresan entre 200.000 y un millón de rupias anuales (de 4.000 a 20.000 euros). Es decir, la clase media es superior a toda la población de Alemania. Otros ya hablan de 40 millones de personas que mejoran cada año su nivel de vida, tantos como españoles. Y el club de millonarios equivale a Suiza o Portugal.

Este poder adquisitivo hace que el mercado hindú sea suculento para las firmas de consumo, si se tiene en cuenta que cuatro de cada diez habitantes del planeta viven en China e India.

Anuncios
Las televisiones por cable muestran anuncios de champús, golosinas de chocolate o los últimos éxitos de rock y discotecas. Incluso las teleseries muestran una imagen de clase media, con familias adorablesque visten a la moda y residen en chalés adosados con una cuidada decoración más propia de un edulcorado filme de Bollywood. Si un visitante no saliese del hotel e hiciese zapping en el centenar de canales por satélite, pensaría que la patria de Gandhi es el colmo del glamur.

Sólo a veces se deslizan algunas imágenes salidas del guión como una concursante de la tele que hacía equilibrios con varias jarras sobre su cabeza mientras caminaba sobre cristales con sus pies desnudos. ¿Una aprendiz de faquir?

En la capital, Nueva Delhi, los modernos rascacielos acristalados crecen a las afueras como setas. La autopista sigue en obras de ampliación, y la primera línea de metro ya está operativa. Marcas como Adidas o Rolex copan los escaparates de las tiendas exclusivas de la plaza Cognaught. En el suburbio de Gurgaon crecen las fábricas de electrónica y automóviles.

Y en las avenidas de Jaipur, las mujeres circulan en potentes motos de marca japonesa sin mancharse su colorido sari.

Habría que desplazarse al rural para percibir el grado de penetración de Internet. En un remoto pueblo de Malawa, un pequeño colmado anuncia en la pared: Cibercafé. En la mesa, dos viejos monitores listos para navegar o hablar vía telefónica por el Skipe.

Los expertos vaticinan que India será el tercer gigante económico, tras China y Estados Unidos, pero ¿qué pasa con los otros mil millones de habitantes restantes que no usan la tarjeta de crédito?

El 65% de los hindúes vive de la agricultura, la mayoría tiene menos de 24 años, cuatro de cada diez no sabe leer y ganan entre 750 y 2.500 dólares al año.

No hay más que darse un paseo por las chabolas de lonas de plástico que proliferana escasos metros de los nuevos rascacielos de
Nueva Delhi. A su lado, en los vertederos, juegan los niños y pacen los puercos salvajes.

India logró fabricar la bomba atómica en 1997 pero, paradójicamente,
los apagones de luz son el símbolo de las dificultades estructurales del país. Se necesitaría una fuerte inversión para convencer al empresario extranjero quese ha quedado atrapado en el ascensor del hotel de Delhi por un apagón.

La red de ferrocarril es la más extensa del mundo pero no ha sido renovada. Los cambios de vía aún se hacen por el sistema manual. Las estaciones, como la Central de Agra, disponen de modernos marcadores digitales pero los niños abandonados cruzan las vías, y los perros callejeros se pelean en los andenes. La cruda realidad desluce la postal de los parques del Taj Mahal.

Quizás el talón de Aquiles sean las pésimas comunicaciones por carretera. Para cubrir 100 kilómetros se necesitan dos o tres horas, tantas como para salir de un atasco en Nueva Delhi, siempre que no cruce una vaca la mediana.

Otro obstáculo a la libre movilidad son las pésimas vías comarcales que unen grandes capitales del interior. Sólo tienen dos carriles pero cobran un peaje de 120 rupias (2 euros).
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Google sale del garaje y lidera la nueva economía en Silicon Valley (2011)

La «cibercity», que genera el 6 % del PIB de California, vive su mayor bum

Publicado en la sección de Economía de La Voz de Galicia
Autor:  E. VÁZQUEZ PITA
Localidad: MOUNTAIN VIEW / LA VOZ
Fecha de publicación:  11/9/2011
La UE ha puesto sus ojos en Silicon Valley -el parque tecnológico cuna del chip, Google y el iPad, en el sur de la bahía de San Francisco- que sobrevivió a la crisis de las punto.com del 2000 y vive un bum. Las casas allí valen casi un millón de dólares. El recorrido por este gigantesco polígono muestra cientos de empresas emprendedoras de la nueva economía de la información (26 ya están en la lista Fortune). La comisaria de la Agencia Digital Europea, Neelie Kroes, visitó la cibercity para exportar los secretos de la cultura del garaje a Europa. Justo en una época con despidos en la cúpula de Yahoo y cuando Facebook proyecta un megacampus para 10.000 empleados.

Ajetreado día en la calle Market Street de San Francisco. Una profesora de inglés sorbe café de su biberón-cantimplora y teclea «Santiago de Compostela». El proyector muestra una vista área de la capital gallega en el encerado electrónico del aula gracias a Google Maps. Un ingeniero coreano recién graduado la reconoce: «Yo he peregrinado allí y a Fisterra». Estos milagros son posibles gracias a las tecnologías que nacen en Silicon Valley. Esta tecnópolis, que da trabajo a casi 400.000 ingenieros, se extiende a lo largo del Camino Real, la ruta de los misioneros españoles del siglo XVIII. Hoy, en los márgenes de la Interestatal 101, que une San José con el puente del Golden Gate, se asientan gigantes de la era digital como Google, Twitter, Oracle, Apple, Adobe, eBay, HP, Yahoo!, Intel o la NASA.

¿Cuál es la clave del éxito del motor de la industria de la tecnología de la información? La pista nos lleva a Palo Alto. Desde la estación del Caltrain, un shuttle (bus gratuito) traslada a los visitantes a la Universidad de Stanford, rodeada de bosques, campos deportivos y aulas e iglesias de estilo colonial español. En un tablón de anuncios, un profesor recluta voluntarios para un experimento de reconocimiento de rostros. Este campus de élite cobra hasta 12.000 dólares por un curso veraniego. Estudiantes de doctorado que recalaron allí, como Sergey Brin y Larry Page, fundaron el buscador Google en un garaje tras necesitar toda la potencia de los ordenadores del campus.

Hoy, ambos son millonarios y su sede ocupa el complejo de edificios llamado Googleplex, que atrae como un imán a los turistas. Los visitantes se apean en Mountain View o Palo Alto y buscan un bus urbano que los acerque al campus tecnológico. Llueven peticiones para hacer tours por la empresa, pero Rachel, una portavoz, lamenta que «es imposible atenderlos».

Desde la Interestatal 101, es fácil divisar la sede de Oracle o la NASA. El campus de Google está señalizado con unas gigantes flechas rojas, un guiño al localizador del Google Maps. Los turistas miran a hurtadillas por las ventanas para comprobar si son ciertas las leyendas sobre su cultura informal del trabajo, con ejecutivos en sudadera, mesas de billar, comida y gimnasio gratis. Sí, es cierto que los empleados se mueven en bicicletas. Los edificios están decorados con coloridas sombrillas, estaturas gigantes de pasteles, galletas o el Android, pianos de cola en la entrada principal o una réplica a gran escala del extraterrestre Alien. Este valle genera el 6 % del PIB de California, 77.000 millones de euros.

Al regresar a la carretera, el conductor echa un vistazo a su GPS y observa el denso tráfico de coches, la mayoría de marcas japonesas, lo que explica la decadencia de Detroit. Si alguien duda del éxito de las tecnologías de la información puede asomarse a la tienda de Apple en la comercial tercera avenida de Santa Mónica Beach, en Los Ángeles. Dentro, cientos de clientes examinan las últimas novedades del iPad. Al lado, hay una tienda de Zara, cuyo fundador Amancio Ortega es citado en un libro de gramática inglesa como ejemplo de emprendedor.

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California y sus contradicciones (2011)

Pese a un PIB de un billón de euros, bordea la quiebra


Publicado en La Voz de Galicia, sección Economía el 4 de septiembre del 2011

(Aclaración posterior a la publicación del artículo: en un foro en inglés, un ciudadano dice exactamente que "si fuésemos un país, las agencias nos calificarían con la nota A--". Y es cierto, si California fuese un pais, pero no lo es. Como bien dice el alcalde de Los Angeles en una entrevista a El Pais publicada el mismo día, California no puede quebrar técnicamente porque es un estado dependiente de la reserva federal)

Autor: E.V.Pita
Redacción / La Voz

Playas de aguas frías, veranos nubosos, extensas cosechas de vino y una larga polémica por la tardanza en construir una línea de tren de alta velocidad. ¿Galicia? No. Hablamos de California, el Estado más rico y poblado de Estados Unidos. Si fuese un país, la costa de Los Ángeles a San Francisco figuraría entre la octava y décima potencia económica mundial, por encima de España. Acoge a dos universidades de élite, Stanford y Berkeley, empresas de tecnología punta como Google y Facebook en Silicon Valley, extensos latifundios vinitícolas y bodegas en Napa Valley, así como la poderosa industria cinematográfica de Hollywood. «Quiero quedarme aquí porque es donde está lo último en alta tecnología», comenta un universitario taiwanés mientras bebe un café de caramelo de la cadena Starbucks. Como él, miles de asiáticos han desembarcado en el Estado Dorado para hacer su sueño realidad, como antaño atrajo a misioneros españoles y luego buscadores de oro.

Sin embargo, California acumula numerosas contradicciones. Las hay a miles. Factura 1,5 billones de dólares (un billón de euros), un PIB parecido al de Italia, pero el Gobierno está al borde de la bancarrota. «Nos van a poner la clasificación A--», advierte un ciudadano en un foro on-line.
En Santa Bárbara, un enclave turístico con pelícanos y dunas protegidas, los bañistas toman el sol rodeados del chapapote que, supuestamente, vierten la flota pesquera y cuatro plataformas petrolíferas ancladas en el horizonte.

En San Francisco, miles de sintecho, algunos con graves enfermedades mentales o de drogadicción y alcoholismo, vagan con sus carritos de la compra por Market Street, la arteria más céntrica de San Francisco, a escasos metros de las sedes de Wells and Fargo o Bank of America, este último fundado por un emprendedor de la fiebre del oro. «Estás muerto», le dice un vagabundo barbudo a un asustado turista que espera a la puerta del hotel.

Pero la mayor contradicción es el tren. Aunque parezca increíble, la ciudad de Los Angeles, con 17 millones de habitantes en el área metropolitana, y San Francisco, con 7, no están conectadas directamente con un servicio ferroviario. La franja de Sacramento a San Diego, entre 900 y 1.000 kilómetros, suman 34 millones de habitantes, doce veces Galicia. Por carretera son cinco horas de viaje, siempre que se evite la mítica Big One que recorre la tortuosa costa. El servicio ferroviario de Amtrak cubre la mayoría de los tramos con trenes de doble piso pero, a veces, los pasajeros tienen que apearse en estaciones intermedias, como Santa Barbara, y continuar en autocar, a lo que se suman retrasos de casi una hora. Numerosos turistas que regresan en coche del parque Yosemite se ven atrapados en un cruce de Escalón durante 20 minutos por los que circulan kilométricos trenes de mercancía, con hasta 200 vagones. Y los diarios de San Francisco dedican páginas enteras al servicio de metro ligero Bart, al que tildan de obsoleto.

Otras veces, hay pocas frecuencias de trenes, como el Caltrain, un tren de cercanías de San Francisco a San José, que pasa por Palo Alto, Stanford y Mountain View (Silicom Valley) cada hora. Numerosos profesores y expertos informáticos que pierden por un minuto el tren, hacen tiempo en la estación de Palo Alto navegando con sus iPad a la espera del próximo. Las obras del nuevo Hight Speed Rail, bautizado por la prensa como el Bullet Train (tren bala), empezarán en el 2013 y será el primero en construirse en Estados Unidos para circular a más de 250 kilómetros por hora, pero los ciudadanos se oponen por su alto coste, cuyo presupuesto se ha disparado a 63.000 millones de dólares.
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Las Vegas: la capital del juego... y de la  tecnología (2012)

La ciudad más famosa del mundo por sus casinos se ha convertido en un referente de la electrónica de consumo

E. VÁZQUEZ PITA

Publicado el 13 de enero del 2012

La Voz de Galicia / Suplemento: Fugas

El viajero mira aburrido por la ventanilla del avión y solo ve montañas y desierto. Hasta que distingue campos de golf, piscinas y urbanizaciones en medio de la nada. Las sorpresas siguen mientras el bus del aeropuerto atraviesa Las Vegas Boulevard y se cruza con la pirámide y la esfinge de Luxor, el castillo de Disneylandia, la torre Eiffel,la estatua de la Libertad, el puente Rialto de Venecia o un templo de la Roma clásica. No hace falta tener la placa de policía forense del CSI para deducir dónde estamos. En Las Vegas, la ciudad de Nevada que nunca duerme, abrió sus puertas esta semana la Feria Internacional de Electrónica de Consumo (CES), la gran cita anual del sector.

¿Dónde alojarse?
Gran parte del negocio de Las Vegas son los lujosos hoteles levantados sobre los casinos. Por 100 dólares se puede contratar una habitación en pleno Boulevard. La mayoría de estas inmensas moles temáticas disponen de bufé abierto las 24 horas, restaurantes temáticos, tiendas de lujo, música,piscina y espectáculos. El cliente paga con una tarjeta asociada a su número de habitación. Los más impresionantes son los de la MGM, que tienen un león enjaulado en el vestíbulo, y el excesivo Caesar Palace, una lujosa réplica de la Antigua Roma en la que Julio César se sentiría como un pordiosero.

¿A qué jugar?
Todos los hoteles-casino tienen en los vestíbulos varias zonas de juego. Primera advertencia: dicen que el sonido, la música y las luces hipnotizan al jugador. Los turistas en pantalones cortos ocupan cientos de máquinas tragaperras.
En los comecocos de un céntimo, es posible apostar hasta 20 veces con un solo dólar. Una forma de que duela menos el bolsillo. Pagas por la emoción. Para presupuestos mayores siempre hay hueco en las ruletas, donde las pandillas de jóvenes celebran que la bola cae en negro. Una alegría que enjuga pérdidas. Las crupieres más veteranas echan las cartas y mueven billetes de los grandes mientras voluptuosas camareras en patines sirven un aperitivo.

Y en salas con decenas de televisores, los apostadores deportivos siguen los resultados en cómodas butacas. A la noche, viejas glorias de la canción animan las mesas. La vida en los casinos se apaga a partir de las dos de la madrugada, pero al amanecer ya hay clientes en las sillas. El aparcamiento es gratuito.

¿Dónde comprar?
Los hoteles Caesar Palace y Metropolitan albergan centros comerciales con marcas de superlujo como Louis Vuitton, Gucci, Tiffany’s o Prada. Hay otros locales especializados en cupcakes (magdalenas decoradas) o en souvenirs, donde es obligada la camiseta oficial de la serie televisa CSI. La moda de H&M ocupa grandes locales.

¿Qué espectáculos ver?
El MGM promocionó durante meses el espectáculo El rey león, con varias sesiones al día, y otro casino con el Circo del Sol.
Tampoco falta la ópera o el cine para niños. Los forenses del CSI también tienen su museo temático.

¿Dónde comer?
Para los amantes de la música, el Hard Rock. Por 20 dólares se puede comer una hamburguesa California con patatas y bebida rodeado de leyendas americanas. Los casinos ofrecen comida internacional y ofertas de bufé todo el día. Hay que dejar propina del 10 %. El local de Harley Davidson tiene una moto en el tejado.

¿Cómo moverse?
¡En limusina! Hay un tren monorraíl elevado que transporta gratis a los turistas de casino en casino por el Boulevard. Para los más vagos, existen escaleras mecánicas que cruzan las avenidas más céntricas.
La red de buses es extensa y une los hoteles con el aeropuerto.

¿Cómo casarse?
Los hoteles-casino cuentan con una sala llamada wedding-hall donde se celebran bodas (no son legales en España). Muchos van a Las Vegas a celebrar despedidas
de solteros.

VISITAS
LAS VEGAS BOULEVARD. Es la avenida principal, la más bulliciosa, la de los principales casinos y hoteles. Los más famosos son el Caesar Palace, el Luxor, el París de Verne, el Cosmopolitan,el Venecia, el Flamingo, el Copacabana, el MGM o el New York.

DOWNTOWN: El centro de oficinas de la ciudad, alejado del bulevar. Es fácil orientarse por la torre de comunicaciones que sobresale en el horizonte. Hay casinos.

GRAND CANNYON. En Las Vegas se pueden contratar excursiones en helicóptero para sobrevolar el Gran Cañón del Colorado.

UN PARQUE TEMÁTICO EN EL DESIERTO.
Foto 1. El mítico cartel que da la bienvenida a la fabulosa Las Vegas.
2. La torre Eiffel de un casino destaca en Las Vegas Boulevard (E.V.P.).
3.Una réplica de la torre de San Marcos de Venecia.
4. Miles de turistas hacen compras y callejean por el bulevar. (E.V.P.)

5. Tragaperras
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  Los mostradores desiertos (2013)


Subtítulo: Los supermercados británicos se pasan el autopago y eliminan cajeros

Autor: E.V.Pita

Publicado un extracto en La Voz de Galicia el 5 de agosto del 2013

Nota: Esta es la versión ampliada del reportaje.


Decía Napoleón que Inglaterra era un país de tenderos y la  primera ministra británica, Margareth Thatcher, estaba orgullosa de ser hija de un tendero. Pero esa imagen del pequeño colmado de Gran Bretaña atendido por un atento dependiente desaparece a pasos agigantados e incluso podría estar cambiando los hábitos de compra del consumidor europeo.
Grandes supermercados ingleses como Tesco y Sainsbury's han robotizado y automatizado hasta lo increíble sus tiendas de alimentación, la mayoría abiertas hasta medianoche, y han extendido al máximo el pago con tarjeta. Sainsbury's, tercera cadena del país con mil tiendas,  fue pionero en el autoservicio en los años 50 del siglo XX y ahora ha dado una vuelta de tuerca al eliminar la figura del cajero, imprescindible en nuestros supermercados. En los establecimientos de Sainsbury's el cliente, tras seleccionar su compra en las estanterías, tiene que dirigirse a una máquina, escanear el código de barras de sus productos en un lector láser, meterlos en la tradicional bolsa naranja de esta marca británica, imprimir su propia factura y pagar en metálico o con tarjeta en las ranuras habilitadas en esta caja automática.
A veces el sistema se estanca porque un cliente torpe o novato no entiende las instrucciones de la máquina o se lía al generar la factura con el programa informático. Pero todo está previsto y un vigilante acude de inmediato para cancelar la compra y hacer él mismo la cuenta para sacarse de en medio al cliente que interrumpe el ágil ritmo de esta especie de cadena de montaje.
Por ejemplo, en el local de Sainsbury's de la atestada estación Victoria de Londres suele haber colas de hasta veinte clientes esperando a pagar y un solo cajero. Tienen prisa porque hacen compras para su inminente viaje. La empresa ha pensado en todo y ha contratado a un encargado para repartir a los compradores a lo largo de una docena de máquinas de pago automático, dando prioridad a los que tienen pocos artículos, para aligerar los pagos y conseguir que en un minuto salgan todos con la factura. Donde habría hecho falta una docena de cajeros y varios minutos de espera para ser atendido, sólo fue necesario un instante para despachar a una multitud de compradores.


Estos sistemas de pago automático se han expandido por toda Inglaterra. Incluso en Oxford, capital del humanismo, los clientes de Sainsbury's deben escanear los códigos de barras de los productos que han tomado de las estanterías y hacer su propia factura en una decena de máquinas instaladas en el centro comercial. Nunca están libres.
La filosofía de Sainsbury's es ahorrar tiempo al cliente pero  ni siquiera el escaneo y pago automático han eliminado las colas. Por ello, en todos los locales hay una cinta separadora para que los clientes aguarden su turno en una ordenada fila sin que se agolpen. 
La automatización ha eliminado prácticamente la figura del cajero. Los únicos empleados de cada tienda son un cajero para atender a quienes hagan compras en la entrada, generalmente tabaco, sandwichs y bebidas, un vigilante para comprobar que nadie haga trampa en las máquinas y otro para ayudar a los torpes y aligerar las colas, además de los reponedores. Así un supermercado de tamaño medio que requeriría unos 20 empleados sólo necesita tres o cuatro.
Sainsbury puede alegar que el empleo lo crea a través de la apertura de nuevas tiendas, pues ha pasado de 800 a 1.000 en los últimos años. Aunque esta cadena es líder en el autoservicio, el resto de las marcas no se quedan atrás. Un ejemplo es el líder Tesco o nuevas compañías como Everything 1£ o  99 peniques, que también han instalado el pago automático pero tienen mayor número de cajeros humanos para atender a los clientes.
En el gigantesco centro comercial de Westfield Stratford, en Londres, con 250 tiendas y 75 restaurantes, estas cadenas de autoservicio y pago automático se ubican juntas como clones, señal de que la fórmula Sainsbury's ha arrasado en el país.
El fenómeno aún está lejos de implantarse en España. Aunque grandes cadenas como Ikea y Alcampo han instalado en sus locales de España las máquinas para que sus clientes escanean y paguen, aún es un hecho anecdótico. Nada que ver con el fenómeno que ha triunfado en Inglaterra y que supone un paso más en lo que el sociólogo George Ritzer bautizó como la McDonalización y burocratización de la sociedad. Se trata de convertir la compra en una especie de cadena de montaje y la tienda en una fábrica en la que el cliente coge sus productos, paga y consume, sin apenas intervención de empleados. Todo en aras de la eficiencia y el ahorro del tiempo pero la verdad es que todo el trabajo se transfiere al cliente sin que este vea reducido el precio del producto ni se libre de las colas. El comprador se convierte en un productor-consumidor (prosumidor), como auguró el sociólogo Alvin Toffler. Precisamente, la cadena de comida rápida McDonalds en Versalles, en las afueras de París, ha implantado el sistema EasyOrder. Los clientes que lo deseen hacen su pedido y pagan en una máquina en vez de encargarlo al sonriente empleado. Con la factura va al mostrador y recibe su consumición, por lo que se ahorra la cola.
Es probable que una futura proliferación de tiendas automáticas en España supusiese un duro golpe para el empleo de cajero, una figura que genera cientos de miles de puestos de trabajo y supone un salvavidas para muchas economías familiares. Pero la realidad es que en Inglaterra han triunfado estas tiendas y están repletas de clientes con mucha prisa. Quizás el anglosajón sea un estilo de vida muy alejado de la parsimonia del Mediterráneo.

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El cemento tira de Londres (2013)

De: E. Vázquez Pita
Publicado el 25 de agosto del 2013 en La Voz de Galicia, sección Economía
Ver el álbum de fotos:
Título: "El cemento tira de Londres"
Subtítulo: El sector de la construcción en la capital británica construye 115 edificios y tiene otros 110 en cartera

Un anuncio en el metro de Londres muestra a Angela Merkel como un ángel, porque rescató a Irlanda, Grecia, Portugal y España. Al lado, otro cartel la viste como diablesa porque impone la austeridad. La crisis es algo del sur y Londres da envidia al resto de Europa. La City es el refugio seguro para los inversores extranjeros como Catar. El efecto es visible: las grúas crecen como setas a lo largo del río Támesis. En los últimos años, un ejército de albañiles ha levantado 550 edificios, otros 115 están en obras y 110 más en proyecto, entre ellos la Central Eléctrica, que albergará 800 apartamentos, y el tubo helicoidal del Museo del Ejército del Aire.
Es evidente que Londres es el motor económico de Inglaterra pero muchos se preguntan si se trata de un espejismo y la capital del Reino Unido simplemente vive una burbuja inmobiliaria o asistimos a la traca final de las Olimpiadas del 2012.
Londres y sus 8,3 millones de habitantes facturan alrededor de 500.000 millones, el 20 % de la economía del Reino Unido. Pero ¿qué pasa en el resto del país? Cardiff, capital de Gales, Bristol o Liverpool agotaron sus cartuchos tras reconvertir sus muelles industriales en declive en zonas de recreo con museos, tiendas o edificios gubernamentales. La fiesta continúa pero estas urbes rentabilizan su pasado glorioso y las grúas ya se han ido. Un arquitecto holandés lo corrobora: «Hay muchas obras en Londres pero en el resto del país está todo parado».
La prosperidad atrae a inversores y emigrantes del sur de Europa estancado que trabajan de camareros. Otros sueñan con mudarse al centro. Una oficinista coruñesa que lleva 15 años en la capital británica, con piso propio en un barrio modesto, se ha sumado a la fiebre del ladrillo: «Estoy pensando en comprarme un apartamento de segunda mano más céntrico pero me piden 400.000 euros».
No es la única con ganas de invertir. Las grandes corporaciones acaban de abrir el centro comercial de Westfield Stradford, el mayor de Europa con 250 tiendas y 70 restaurantes. Al lado, otra empresa construye un gigantesco bloque de pisos para alojar a 40.000 estudiantes.
La colina del observatorio de Greenwich es un buen sitio para percibir cómo ha cambiado el skyline de Londres desde que en el 2000 comenzó a girar la noria London Eye. Sobresalen rascacielos icónicos como el Pepino de Norman Foster y las torres financieras de Canary Wharf. La cúpula de San Pablo asoma entre gigantes de acero y cristal.
A orillas del Támesis
Un paseo por las orillas del río Támesis equivale a meterse en una zona de obras rodeada de pubs donde los ejecutivos charlan con una pinta o un cóctel a la salida de la oficina. A veces, las fiestas se celebran en el ático, a la vista de todos. El éxito no se oculta en Londres.
En Southwark, entre el puente del Milenio, obra de Foster, y la Torre de Londres, los obreros dan los retoques a otro edificio emblemático apodado el Walkie-Talkie, cuya silueta recuerda a un móvil. En frente, en los Docklands, se extienden barrios nuevos de oficinas, centros comerciales y paseos fluviales. Hace unos años, allí solo había casas en ruinas y fábricas abandonadas. Ahora, la silueta piramidal acristalada de The Shard, el edificio más alto de la Unión Europea, inaugurado este año, atrae a miles de visitantes. Al lado, están las réplicas del galeón del pirata Drake y del teatro The Globe, donde Shakespeare estrenaba sus obras. A su vera nacen nuevos negocios como unos carritos-bar que 8 pasajeros mueven a pedales mientras un camarero les sirve cócteles.
En otras calles más céntricas, como Oxford Street o Victoria Station, las máquinas excavan agujeros enormes y los carteles anuncian edificios de diseño.
Pero quizás lo más impresionante sea Canary Warf, sus muelles están poblados de sofisticadas residencias, oficinas y marinas deportivas para yates.


Parón constructor en el resto del país

El resto de Inglaterra no se acerca ni de lejos al bum constructor de Londres pero viven del comercio y el turismo. Manchester cuenta con un activo aeropuerto internacional, gran vida nocturna, bullicio multicultural pero ni una grúa. Quizás los apariencias engañan, su universidad es puntera. Leeds si vivió una fiebre constructiva que renovó la ciudad con modernos bloques de apartamentos y oficinas .

En Newcastle florecen los nuevos puentes y palacios de congresos, y algunas grúas últiman proyectos retrasados. Lo mismo ocurre en Birmingham, la segunda ciudad del país, que hace una década levantó su gran centro comercial Bull Ring y ahora está construyendo una moderna torre de comunicaciones.

En villas históricas del país como Bath, Durham, York, Salisbury, Stradford-Upon-Avon, los pintorescos pueblos de los Costwolds o incluso Oxford y Cambridge, siguen en boga las restauraciones y las tiendas recogen los frutos. Tras recorrer Inglaterra, es evidente que la construcción tira en Londres porque va de la mano de las finanzas. Los barrios de negocio, como la City de London y la City de Westminster, donde se asientan las sedes de bancos y seguros, suman 190 proyectos de edificios (en la última década) , Southwark 50 y Camdem 64.

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