sábado, 21 de mayo de 2011

(2) Spanish Revolution 2011 (the novel) / Spanish Revolution 2011 (la novela)

Autor: E.V.Pita (2011)

Resumen del capitulo 1: Los estudiantes Brais y Amanda salen de Berlín para pasar unos días en París cuando, a través de Twitter, se enteran en el tren de que algo está pasando en España. En su escala en París, tendrán que decidir si regresan a su país urgentemente.

Sumary of chapter 1: Two Spaniards young students, Brais and Amanda, live in Berlin and they travel to Paris to spend some days off. When they go by train, they recieved some tweets about big problems in Spain. They must decided if they come back to his country inmediatly.

THE SPANISH REVOLUTION
CAPÍTULO 2 - LA DECISIÓN

El tren pasó por la zona del aeropuerto Charles De Gaulle y siguió por el casco urbano mientras se cruzaba con los trenes de cercanías de París y de la SCNF.
-¿Has estado alguna vez en la Ciudad de la Luz?- dije, mientras miraba los tejados con buhardillas.
Amanda gruñó.
-El año pasado, en el viaje de fin de curso del instituto. Mis compañeros se colaron en el Metro. Uno pasaba el billete y los demás entraban gratis antes de que se cerrasen las puertas. Nadie nos dijo nada.
-A mí, lo que más me gustaría es callejear por el barrio de Saint Michel, atestado de pintores y libreros. Tiene cierto aire bohemio, como aquel mayo francés del 68, vi las fotos en un libro.
Amanda me miró divertida.
-¿Qué es el mayo francés?
-Los jóvenes se lanzaron a la calle para pedir un mundo mejor, lo mismo que ocurrió en la primavera de Praga o los campus de América contra la guerra de Vietnam.
-No sabía que un friki como tú tuviese su punto de romanticismo. Creí que estudiabas Económicas para convertirte en un tiburón financiero, como los que vendieron las hipotecas basura.
-Algunos economistas son buenos. Los consejos de Keynes ayudaron a salir de la crisis de la Gran Depresión de 1929.
-¿Qué hizo?
-El Gobierno invirtió en carreteras y acabó con el paro. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había salido de la crisis.
-Claro, eran menos a repartir y tuvieron que reconstruirlo todo.
Preferí ignorar ese ácido comentario y bostecé. A palabras necias, oídos sordos.
-Además, ese Keynes no tenía ni idea por un motivo: el plan E que se puso en marcha ahora, no solo ha acabado con el paro sino que lo ha incrementado;- volvió a la carga Amanda.
-Pero hay paro porque lo prioritario es reducir el déficit del Estado.
-Lo prioritario es que la gente tenga empleo y pueda comer, ¿no?
-Sí, pero para conseguirlo, primero hay que reducir los gastos y no endeudarse más, porque sino los demás países no comprarán tu moneda ni invertirán. Genera una recesión, pero leve.
-Díselo a todos mis amigos, que han terminado la carrera y están en el paro. No sé qué os enseñan en esa facultad pero las recetas son un poco flojas.
-Bueno, si el Gobierno lo hiciese tan mal, ¿porqué no salen a la calle los 5 millones de parados a protestar?
-Quizás ya lo hayan hecho. ¿No te has enterado de la movida que se ha montado en la Puerta del Sol?
-Esos tweets que nos están llegando, ¿hablan de una manifestación? Creí que era para un concierto de rock.
Amanda resopló y miró para otro lado.

Por la ventanilla, distinguí unos amenazantes nubarrones sobre la torre Montparnasse. El día estaba inusualmente gris para ser primavera. Algunos pasajeros se levantaban impacientes de sus asientos y la voz enlatada de megafonía anunciaba la llegada a nuestro primer destino: "Gare de Nord á Paris". Así que aquella etapa del viaje llegaba a su fin. Descargamos las mochilas de las barras superiores. Pesaban como bloques de hormigón. Coloqué la bolsa en el sillón, me agaché, incorporé mi espalda vertical respecto al bulto, pasé los brazos por las tiras, resoplé y me erguí levantando todo el peso. Este truco de carga me lo había enseñado un excursionista canadiense y decidí usarlo porque creía que ahorraba esfuerzo. Amanda se quedó mirando mientras permanecía de cuclillas para colocarme la bolsa. Por su expresión, intuí que opinaba que la operación era demasiado aparatosa.
 Salimos al pasillo y nos estrujamos hacia la ventanilla para dejar pasar a algunos pasajeros. El joven bohemio había olvidado su libro "Indignez-vous!"  sobre la mesa y Amanda se acercó amablemente a devolvérselo.
-Merci beocoup,- dijo el joven. Este se nos quedó mirando y se rascó la cabeza.
-Es que vous sous spagnoles?
-España, sí, torero,- dijo Amanda sonriente, y lanzó un Olé!.
El bohemio tomó solemnemente su libro en las manos y se lo entregó a Amanda:
-Pour vous, mademosielle! Indignation! Brave pour des spagnoles!
Amanda se quedó con el libro en la mano y el joven saltó al andén.
-Indignez-vous!- gritó solemne y se desapareció entre una miríada de viajeros que inundaban los andenes de la estación del Norte.
-¡Ese tío está majareta perdido!- dije, mientras Amanda leía la contraportada del libro.- ¿Entiendes lo que dice?
Parpadeé un poco y traduje a mi manera.
-"Indignez-vous!" es un libro escrito por Hessel, un miembro de la resistencia francesa y único miembro vivo que relató la Declaración de los Derechos Humanos. Tiene 93 años y en su libro anima a los jóvenes a rebelarse pacíficamente contra los que han creado la crisis.
-¿Y por qué ese chico me lo ha regalado a mí?
-Te habrá visto cara de indignada- bromeé.
-No, él me lo dio porque era española. Le entendí: "Bravo por España" o algo así.
Meneé la cabeza. Para mí, estaba claro, el tío había querido ligar. Además, ese libro-panfleto solo costaba 5 euros, el precio de un café en París.
-No les des más vueltas, simple cortesía francesa.
-¿Pero, y si tuviese relación con los tweets sobre la kedada de la Puerta del Sol?
-¿El botellón de Puerta del Sol?
-´Creímos que era una kedada para hacer un botellón pero podía ser otra cosa.
-Manda un tweet y que te lo aclaren.

Amanda: hola, para qué es la kedada Puerta del Sol?

Cuando se abrieron las puertas del Thalys, dimos un brinco como si fuésemos astronautas y pisamos con una pequeña inclinación de rodillas el andén de la Gare du Nord. Levemente aturdidos, fuimos arrastrados por una marea humana. Nos sorprendió el bullicio, el ajetreo de los trabajadores escupidos por la boca del Metro y que tomaban el tren para ir a la oficina. El silencio de los campos de lavanda contrastaba con el ruido de la megafonía, los pitidos de los revisores o el ensordecedor piar de los gorriones que volaban bajo el techo de hierro... Aquella estación era gigantesca. Amanda encendió un cigarrillo y lanzó unos aros de humo. Nuestros ojos buscaban letreros que indicasen la oficina de Información Internacional, ya que queríamos conocer los horarios de tren hacia Disneyland Paris. Amandase habia olvidado de imprimirlos cuando lo consultó por Internet. Resuelto eso, quedaríamos libres para disfrutar de París por unas horas. Bastaba con guardar las mochilas en unas taquillas y subirse al Metro.


Parecíamos dos panolis arrastrados por la masa de viajeros que caminaban apresuradamente por el andén, justo en el momento en que una máquina del tren de alta velocidad TGV entraba en la estación.
-Lo primero que haré será beberme un buen café au lait - dijo Amanda.
-No te hagas ilusiones. Estamos sin blanca.
-Te dije que tenías que sacar más dinero del cajero en Berlín.
-No te acuerdas que nos lo fundimos todo al pagar el suplemento del ICE. Como la señorita es tan fina que no quería viajar en un tren regional...
-Sabes de sobra que no hubiésemos tardado una eternidad.
-No tenemos prisa, tenemos tres días por delante.
-Llegamos con retraso y todo por tu culpa.

-Tú quisiste esperarme. Podías haber viajado sola.
Amanda me miró enfadada, con los ojos rojos como una fiera, pero se mordió la lengua.

-Podría decirte un par de cosas pero no quiero hacerte daño.
Bajé la cabeza.
-Los dos estamos muy cansados por el viaje. Llevamos toda la noche metidos en ese tren sin comer apenas y es normal que estemos de mal humor.

Ambos se separaron al llegar a las toilletes.
-¿Tienes unas monedas sueltas? Aquí hay que pagar como en Alemania por ir al baño.
-Pagar por todo es una forma de aumentar el PIB,- bromeé.
Removí en el bolsillo y saqué un billete de 10 euros.
-Creo que ya tenemos para el baño y un buen desayuno.
Amanda se quitó la mochila y se dejó caer sentada en el suelo.

Cuando salimos del baño, nos sentamos en la mesa de una cafetería y pedimos dos baguettes y un café au lait para cada uno. Eso nos daría energía. En ese momento, sonó un tweet.

Lisi: Acampada en Puerta del Sol.

Amanda abrió los ojos como platos.
-¿Una acampada?
-Tu colega nos quiere tomar el pelo, pasa de ella.

Mi compañera de viaje tecleó:

Amanda: ¿Acampada, qué acampada?

Con el estomago lleno, nos dirigimos a la sala de Consultas estaba compuesta de un mostrador con siete operadores. Cada dependiente pulsaba una tecla y saltaba en una pantalla digital el número de orden al público. Recogimos nuestro turno y nos sentamos en unas sillas de plástico barato. Nos acompañaban unos pasajeros muy curiosos, como una joven mendiga tirada en el suelo que comía el contenido de un paquete con un menú de comida rápida. Otro aparentaba el típico francés sacado de una película rollo de Jacques Truffeau. Nos observaba una jubilada alemana de camisa floreada y melena rizada. También observé a los inmigrantes arabes y a modernas mujeres cubiertas con el chador. Cuando la dependienta de Información nos llamó por nuestro número, dudamos entre hacer las preguntas en francés (que supuestamente dominaba yo) o inglés (cosa de Amanda, más viajada).

-Si sabes francés, podemos intentarlo- dijo Amanda, ingenuamente.

Eso le había hecho creer yo, pero sólo tenía conocimientos básicos del idioma.

Busqué una excusa. Si resultaba que el dependiente soltaba una parrafada, yo no entendería nada y Amanda tampoco. O lo que era peor, comprendería todas las instrucciones al revés y perderíamos el tren a Disneyland Paris. Se me ocurrió una mentirijilla piadosa.

-Es preferible que hablemos en inglés, no vaya a ser que metamos la pata con el francés- me disculpé, con un gesto fallido al pasar la mano por la punta de la nariz y ponerme colorado. ¡Qué embuste!

Así que Amanda gruñó y tomó las riendas. En este viaje, se empezaba a dar cuenta de que a ella siempre le tocaba pringar. Casualmente, siempre le caían todos los marrones. Con una amplia sonrisa se dirigió hacia la dependienta del mostrador. ¡Estaba espléndida cuando se hacía la niña buena! La operadora explicó que para viajar a Disneyland Paris era necesario hacer un transbordo en metro para tomar otro tren en dirección al oeste. Sólo nos valdría un tren que no requiriese reserva y que, por tanto, fuese gratis para los viajeros con el billete de Rail Exprés. Pero, ¿cómo se preguntaba eso?

Entonces intervine yo y chapurreé en plan bruto.

-Rail Exprés, no suplement, Rail Exprés, no suplement, no reservé.

La azafata se quedó pensativa mientras Amanda se llevaba las manos a la cabeza.

-¡Y este tío presume de hablar tres idiomas!

Milagrosamente, la dependiente comprendió y sin perder el tiempo explicó el mejor recorrido. Nuestro tren partía dentro de tres horas y llegaría a Disneyland Paris una hora después. Teníamos tiempo para dar una vuelta por el centro.

-Llegaremos a Disneyland Paris a la hora de comer, cerca de la una de la tarde.

Para asegurarnos de que la información era correcta, nos lo imprimió por ordenador.

-Merci, beacoup!

Arrastramos las mochilas como si fuese un saco de ladrillos y salimos a los pasillos. Había leído en una guía que la estación tenía una sala donde estaban las taquillas, en dirección al Metro. Había un montón de armarios y gasté mis últimas monedas en guardar las mochilas hasta la noche, cuando volviesemos del parque de atracciones. Nos metimos en la boca del metro en dirección a lo Campos Eliseos. Habíamos oído que allí se compraban los tickects para Disneyland Paris.
-Debimos haber hecho la reserva por Internet.
-Te dije que te encargases tú.
-Me olvidé.
Amanda se sentó en el atestado vagón de metro y quedé de pie. Me fijé en que parpadeaba la pantalla de su móvil.
-Tienes un tweet. Quizás tu amiga nos aclare qué es lo que está pasando en Madrid.

Lili: Ya estoy. Hay un montón de peña.
Miguel: Yo también estoy indignado.

La joven escribió un mensaje.

Amanda: ¿Quien organiza la kedada? ¿De qué va esto?

Salimos a la calle y seguimos la flecha de un anuncio de McDonalds. En unos minutos nos encontramos en el Hotel de la Ville, el ayuntamiento de París. El día estaba demasiado nuboso y amenazaba con caer una tormenta.

Nos sentamos agotados en el restaurante de comida rápida e invité a Amanda, ya que ella no había cambiado sus cheques de viaje.

-Cuando volvamos a Berlín te lo devuelvo- me prometió, mientras sorbía con su pajita el vaso de Coca-Cola.

Fuera comenzaba a lloviznar.

Después, cuando escampó, caminamos por la plaza del Centro George Pompidou, un lugar obligado para los jóvenes. Allí había una fuente y unas esculturas de estilo picasiano. Nos sacamos unas fotos bajo las gotas de la lluvia. Ante la amenaza de que empeorarse la tormenta, continuamos paseando arrimados a los portales del barrio del Sena y Saint Michel. La chica comenzó a quejarse de que le dolían los pies y tuvimos que hacer un alto para que se descalzase y se quitase las sandalias.

Llegó otro tweet.

Lili: Democracia Real Ya, Spanish Revolution, No les votes.

Los dos jóvenes alzaron las cejas sorprendidos.

-¿Spanish Revolution? ¿Pero qué está pasando en Madrid?
Los dos jóvenes entraron en el centro Pompidou y buscaron un servicio de Internet gratuito. Amanda se sentó y tecleó en el buscador Google: "Spanish Revolution" "Puerta del Sol"
Aparecieron 2.460.576 entradas.
-Fíjate, hasta Wikipedia tiene una entrada.
Los dos se miraron asombrados. Los titulares no dejaban lugar a dudas: "Cientos de jóvenes indignados se concentran en la Puerta del Sol contra la crisis económica y social", "Democraria Real Ya irrumpe en campaña".
-La que se está armando, y nosotros aquí, perdiéndosnolo.
-¿Y si fuésemos a Madrid?
-Dentro de una semana acabamos el curso, me parece buena idea.
-Digo ahora.
-¿Ahora? ¿Tú estás loca?
-Podemos buscar vuelos baratos, el primero que nos lleve alli.
-A ver si nos aclaramos. Primero, me convenciste para acompañarte a Disneyland Paris, pues era la mayor ilusion de tu vida, ver al ratón Mickey y al pato Donald. Ahora, quieres ir con tus colegas a la Puerta del Sol para luchar contra la crisis. Genial!
-¿Genial?
-Por supuesto, te acompañaré al aeropuerto.
-Se trataba de ir los dos juntos.
-No se me ha perdido nada allí.
-Pero es algo histórico, la gente sale a protestar porque está indignada.
-Ni siquiera sabemos por qué protestan. ¿Quién está detrás de todo esto?

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