sábado, 25 de febrero de 2012

Capítulo 6 de la novela online: "El robo del Códice Calixtino" (E.V.Pita, 2011-2012)

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CAPÍTULO 6 – EL ROBO DEL CÓDICE CALIXTINO

Autor: E.V.Pita (2012)


Resumen de los capítulos 1 a 5: El inspector Filgueira investiga el robo del valioso Códice Calixtino del archivo de la Catedral de Santiago en el 2011. La principal sospechosa es la historiadora Alexandra, que tenía acceso al libro y que ha desaparecido misteriosamente tras el robo. Los expertos creen que el libro es imposible de vender sin delatarse y que, quizás, su interés radique en alguna obra oculta bajo el texto.

CAPÍTULO 6

Seis meses después.

A las once de la noche, la redacción de El Sol Compostelano echaba humo. El redactor jefe, Pepe Soutomaior, dejó pasar a un redactor melenudo con aspecto de viejo rockero, Cuco Castiñeira, y le pidió que cerrase la puerta. El redactor de Sociedad y Espectáculos arrastró sus viejas botas militares cubiertas de polvo amarillo y se sentó en una silla con una libreta y un boli.
-¿Qué tienes para este fin de semana? - preguntó Pepe, un hombre de media edad con pelo negro engominado y bigote poblado que inmediatamente recordaba a un “pez gordo” de Wall Street o de alguna agencia de calificación. Tecleaba en una agenda electrónica sin mirar a su subordinado. En su despacho colgaban recortes de grandes noticias y copas de campeonatos de squash.
-Había pensado escribir sobre el enésimo intento de la concejalía de Cultura en fichar al grupo Moby para que toque en el concierto de este verano,- informó Cuco. En realidad improvisaba porque había pasado toda la noche de copas en los pubs de la zona nueva y se había levantado con resaca.
-Bien, ¿han firmado el contrato?
-Es casi seguro, te lo digo yo. Va a ser el superconcierto del siglo.
Pepe se rascó la cabeza y murmuró unas palabras ininteligibles.
-Dame otro tema, nosotros no vendemos humo como hace nuestra competencia, Todo Santiago. Nuestra directora quiere publicar una página doble rompedora para este fin de semana, buscame algo potente que reviente los quioscos y que no metamos la pata,- dijo el jefe.
-Pero es que no hay nada nuevo.
Pepe tecleó en su agenda y abrió una carpeta titulada con el nombre de “Temas”. Consultó algunos casos sin resolver. Ese tipo de misterios siempre vende.
-¿Cómo va lo de la Ciudad de la Cultura?
-Parado.
-¿Y qué pasa con esa novela de intriga que acaban de publicar sobre el robo del Códice? Entrevista al autor y que te dé las claves del caso.
-Eso ya está muy quemado. Han salido reportajes en todas partes. El libro sugiere que el Códex guarda oculto un evangelio secreto.
-Genial, lo titularemos El nuevo Dan Brown buscas pistas en Compostela. Ya me puedes localizar a ese tipo.
Castiñeira anotó en su libreta las instrucciones. Al salir, haría una llamada al gabinete de prensa de la editorial.
-¿Algo más? ¿Me puedo ir?
Pepe repasó su agenda y la apagó.
-Quiero que escribas un paquete de información a tres columnas con las pruebas que aporta el escritor para defender su teoría del evangelio secreto.
-Muy bien, pero primero tendré que leer el libro, eso me va a llevar su tiempo.
-Pues empieza a leer por la última página, como hago yo. ¿Para qué perder el tiempo leyendo 500 páginas para conocer el final de la historia si con solo leer la última te enteras de todo? Si yo fuese escritor, pondría el final en la mitad exacta del libro, para que los lectores, al menos, se viese obligados a leer la mitad tanto si empiezan por un sentido como por el otro.
-Eso fue lo que hizo Tarantino en la película “Pulp Fiction”. Hasta la mitad te cuenta el final y luego, como ya estás intrigado, te enteras del principio como si fuese un flashback. ¿Ingenioso, no?
Pepe tamborileó en la mesa y movió su silla de cuero hacia los lados.
-¿Qué hago con el resto de la página, jefe?- concluyó Cuco.
-Quiero toda la información del caso del Códex. Entrevista al comisario, habla con el jefe de la investigación, que te den en exclusiva los perfiles de los sospechosos y sus retratos robot.
-Me huelo que por ahí no hay nada que rascar. Si el pozo no tiene agua, pues no tiene.
Pepe se levantó de la mesa y dio vueltas por su despacho.
-¿Te das cuenta que este caso es el mayor golpe criminal perpetrado en nuestra ciudad desde que empezó el año 2001? Lo vamos a titular el robo del milenio...sin resolver.
-Suena bien, jefe.
Pepe Soutomaior sonrió con sus dientes de tiburón, pulsó la pantalla táctil de su teléfono inteligente y consultó unas anotaciones.
-Quiero que hagas unas preguntas al deán que dimitió por culpa del robo.
-Ese no habla, y menos ahora. Se ha convertido en un hombre de piedra, todo discreción.
-¿Y qué pasa con el comisario? Algo tendrá que decir. ¿Qué sabemos de la investigación?
-Eso lo llevan los chicos de Sucesos.
-Ya no, ahora es tu caso. Que ellos te den el contacto, llama a los polis y que te locuenten todo. Necesito abrir la doble página con un titular bestial, que sea un bombazo y del que se hable durante meses en los bares. Cuco recogió su libreta y salió del cuarto. Tenía una ardua tarea por delante.

Poco después, el redactor de Sucesos, Piki Menara, levantaba la ceja sorprendido mientras rebuscaba entre una montaña de sentencias y notas tomadas al vuelo. Cuco esperaba impaciente.
-¿Que quieres que te dé el número del teléfono móvil personal del comisario?
-Sí, es que he llamado a la secretaria de su despacho y me da largas, dice no se qué de trámites burocráticos.
-Que bien vivías en Espectáculos, que Shakira se ponía al teléfono para contarte su nuevo disco.
-Solo es para hacer un par de preguntas, enróllate- contestó Cuco con desgana.
El otro redactor de Sucesos, Mario Costas, soltó una carcajada.
-Oye, que esto no es lo mismo que entrevistar a la Pantoja o a los Rolling Stone en su camerino. Los polis no se pelean por salir en la portada del suplemento de fin de semana.
-¿Y por qué no le llamáis vosotros?-preguntó Cuco.
-Ahora es tu caso, amigo. Te aconsejo que vayas mañana a hablar con el gabinete de prensa de la comisaría, todo por el conducto reglamentario. Quizás te concedan una entrevista con el inspector Filgueira. Es un viejo zorro pero pícalo y dile que nuestros lectores ven el caso muy parado, que pocos tienen confianza en que se recupere esa joya del medievo. El inspector se enfadará y replicará que mantienen mutismo porque quieren amarrarlo todo. ¡Pero no tienen ni idea de quién ha robado el Códex! Llevan seis meses dando palos de ciego, a Filgueira el caso se le ha quedado grande y el Grupo Especial de Casos sin Resolver de Madrid ya le han dicho que si necesita ayuda, que cuente con ellos.
Los dos redactores veteranos estallaron en carcajadas.
-Eso coincide con mi teoría de que el Códex ha volado para siempre,- sugirió Cuco.
-Ya tienes el titular a cinco columnas, ahora solo te falta conseguir una fuente que te lo confirme y quiera posar para la foto.
Los redactores de Sucesos se volvieron a reir de su propio chiste y regresaron a su trabajo. En el Twitter acababan de ver que el servicio de Emergencias de Tráfico alertaba de que se había producido un gravísimo accidente en la autopista AP-9, a la altura de Ames.
-¡Y córtate el pelo y quítate ese piercing!

Cuco se sentó ante su ordenador portátil y tecleó un e-mail:
Solicito una entrevista con el inspector Filgueira para escribir un reportaje sobre el robo del Códex perpetrado en el 2011 y sobre el que la comisaría de Santiago de Compostela realiza pesquisas”.


Horas después, el inspector Filgueira salió bastante enojado del despacho del comisario y abordó por los pasillos a la agente encargada de la prensa, Florinda Ultreia.
-¿Por qué me has recomendado al comisario para conceder una entrevista a dos periodistas? Ya sabes que cualquier filtración podría arruinar el caso.
-Quieren escribir un reportaje sobre los esfuerzos que hace la policía para encontrar el Códex. Uno es un redactor de Espectáculos, es totalmente inofensivo. En su cuestionario hace preguntas tan absurdas como: “¿se vería usted como protagonista de la nueva película de Sherlock Holmes? ¿Cree que este es un caso digno de Poirot?
-Yo diría que estamos ante un caso propio de la novela El misterio del cuarto amarillo, de Edgar Alan Poe,- contestó automáticamente Filgueira.
-¿El cuarto qué...?
-El cuarto amarillo es una habitación sin ventanas y una puerta cerrada. Como el archivo de la Catedral.
-Perfecto, esa anécdota le encantará a la prensa. Siempre buscan lo más curioso.
-Aparte de eso, no tenemos nada que decir.
-Es que se han puesto muy pesados, sobre todo la redactora del diario Todo Santiago, Casandra Casitas. Esta mañana me ha tenido media hora al teléfono diciendo que si no conseguía la entrevista, la iban a despedir, y que además sabía de buena tinta que su competencia, El Sol de Compostela había conseguido una hora de charla privada con el comisario jefe.
-Un viejo truco que no cuela. Estoy muy ocupado investigando el caso y si no lo resuelvo, el que se va a la calle soy yo, me mandarán a patrullar por la noche.
-El comisario ha dado el visto bueno. No hay nada de malo en decir que no nos olvidamos del robo y que vamos en la buena dirección.
-Y que llevamos seis meses a dieta de bocadillo metidos en un coche con las vigilancias.
-Pero, entonces, ¿tenemos sospechosos?- preguntó intrigado la relaciones públicas.
-Amiga mía, Florinda, todos somos sospechosos hasta que no seamos descartados.

Filgueira se sentó en un banco y miró por la ventana hacia los árboles de la Alameda. La brisa meneaba las copas de los pinos y eucaliptos pero echaba de menos la lluvia. Este invierno, apenas había llovido un par de días. Era todo bastante extraño.
-Entonces, ¿qué les digo a esos dos periodistas?- preguntó Florinda.
-No voy a ser tan tonto de darle pistas al ladrón. Podrá enterarse al día siguiente, cómodamente sentado mientras desayuna un café con croissant, qué datos tenemos sobre él y, a los cinco minutos, borrará todo rastro que le incrimine. Y la jueza me podría expedientar si largo de más en una instrucción que sigue bajo secreto de sumario, ya se lo he dicho al comisario.
-Pero es por una cuestión de imagen. Efectivamente, no vas a ser tan tonto de revelar nada que comprometa la investigación.
-Es fácil decirlo pero siempre me viene a la mente esa escena del libro “Los hombres que no amaban a las mujeres” en la que el periodista sueco de la revista Millenium y su amiga hácker, la Salander, espían el correo del ordenador del fiscal encargado del caso.
-¿Y?
-Pues me pregunto por qué no convoca el comisario una rueda de prensa. Creí que era lo habitual, como pasa en una escena de La Quinta Mujer, de la saga del inspector Wallander, donde la policía explica a todos los periodistas los datos cruciales de la investigación.
-Dará una rueda de prensa a los cinco minutos de que recuperes el Códex y detengas al ladrón.Aprovecha y diles a los periodistas que sería bueno que escribiesen en su artículo que vuestro departamento necesita más medios, más aparatejos para la Policía Científica, nuevos laboratorios...
Filgueira esbozó una sonrisa y claudicó. Florinda se encaminó hacia su despacho y se despidió.
-Dales un par de cosas, cuatro datos sin trascendencia. Lo importante es que la gente sepa que el caso sigue abierto y que no descansaremos hasta resolverlo. Hay que dar alguna esperanza.

(Fin del capítulo 6)

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