domingo, 22 de mayo de 2011

(3) Spanish Revolution (the novel) Chapter 3 / Spanish Revolution (la novela) Capítulo 3

Autor: E.V.Pita (2011)

SPANISH REVOLUTION

CAPÍTULO 3 - CAMINO DE LA ACAMPADA DE SOL

Resumen capítulo 1 y 2: Los estudiantes Brais y Amanda se ven sorprendidos por numerosos tweets de sus amigos durante un viaje en tren desde Berlín  a Disneyland Paris. Tras diversas averiguaciones, descubren que ha estallado en España la Spanish Revolution de los indignados y deciden seguir su viaje a Madrid para unirse a las protestas en la acampada de la Puerta del Sol. Sin embargo, sus motivos son diferentes.

Sumary chapter 1 -2 : The students Brais and Amanda travel from Berlin to Paris when they recived a lot of messages from their friends in Twitter. There is a Spanish Revolution in the big square Puerta del Sol in Madrid and they decided suspend their holidays and go by night train to Madrid.



Al regresar a la Gare du Nort, compramos unas botellas de agua y buscamos los equipajes en las consignas.
-¿Estás dispuesta a renunciar al viaje a Disneyland Paris? Si pillamos el tren, ya no podremos ir a ver al ratón Mickey.
-Ahora tenemos que estar en la acampada de Sol y apoyar a nuestros amigos.
-Ya te dije que ni siquiera sabemos quienes están detrás de esas siglas, Democracia Real Ya.
-Es gente buena, todos mis amigos están ya en Sol.
Sonreí. Nunca había escuchado un argumento tan malo para unirse a una causa. Eché unas monedas en el cajero de la taquilla y se abrió la puerta automáticamente. Tiré de mi mochila. Amanda arrastró la suya y guardó unos mapas. Luego, me miró seriamente.
-Sé lo que estás pensado. Pero te recuerdo que estudio tercero de Ciencias Políticas, a estas alturas sé distinguir perfectamente entre una kedada para ir de botellón y una acampada a favor de cambiar las cosas.
-Ni siquiera sabemos por qué protestan. ¿Por qué vamos a recorrer 1.000 kilómetros a ciegas?
-Ya te he dicho que iré yo sola. Quienes están allí son otros indignados como tú y yo. ¿Tú no estás indignado?
Me rasqué la cabeza y fruncí el ceño.
-Olvidaba que en vuestra facultad os enseñan a ser parte del Sistema,-dijo ella malhumorada.
-Te equivocas. Lo que ocurre es que no entiendes lo que está pasando ahora en el mundo. Es muy fácil echarle la culpa a los banqueros o los políticos pero el problema es mucho más profundo. Estamos ante una crisis sistémica.
-¿Crisis qué?
-Crisis sistémica, como la subida al trono del Emperador Augusto de Roma, que inauguró una nueva era que sustituyó a la republicana, la Revolución Industrial que inauguró el capitalismo, la Revolución Francesa que enterró el feudalismo o la Gran Depresión de 1929, que dejó paso al Estado de Bienestar. Esas crisis fueron puntos de inflexión que dejaron un mundo atrás y empezaron un nuevo rumbo.
-Si estamos en una crisis sistémica, como dices, ¿qué es lo que ha cambiado? Todo sigue igual.
-Te lo voy a resumir. Nuestros abuelos han vivido en una economía de la demanda, que es la que explica el pleno empleo, el estado del Bienestar, la sociedad de consumo y el alto crecimiento entre la Segunda Guerra Mundial  y 1973, año de la crisis del petróleo. Nuestros padres han crecido con la economía de la oferta, en la que prima la reducción de costes a través de la globalización y la deslocalización. Sobran empleos porque la economía es más eficiente y la oferta de los factores productivos más competitiva. En consecuencia, si todo es más barato, también bajan los salarios, de ahi los mileuristas y los contratos basura. Seguimos el modelo "just in time" de Toyota, en el que todo debe estar en su justo momento, por lo que las plantillas deben ser temporales, según los picos de producción, y de ahí la precariedad laboral que han vivido nuestros padres.
-Tú lo llamas con el eufemismo de economía de oferta pero para mí es simplemente una cara más del  neoliberalismo que implantaron Reagan y Thatcher y que se basa en el tijerazo a los recortes sociales. Si hemos heredado de nuestros padres este mundo "just in time" de mileuristas e hipotecas basura, ¿no crees que tenemos que cambiarlo?
-¿Cambiarlo? ¿No has leído a Krugman o a Stiglitz? Ellos lo explican muy bien y apostaría que esos tipos que acampan en Sol jamás han leído libros como Caída Libre o Retorno a la Economía de la Depresión, ni a nuestro amigo Hessel, el indignado.
Amanda sacó de su bolso dos libros: "Fharenheit 451" de Ray Brabdury y "1984" de Orwell.
-Y tú no has leído estos.
Los títulos me sonaban de autores clásicos de literatura y leí el argumento en la contrapartada.
-¿De qué van?
-Son relatos distópicos, es decir, la utopía de un mundo feliz convertida en pesadilla: un Gran Hermano que vigila a sus ciudadanos, quema de libros... Hablan de la importancia del individuo. ¿No has leido a John Locke?
-No tuve Filosofía como optativa,- admití.
-Un tipo que presume de haber leído a los grandes "popes" de la Economía y ¿no conoces al padre del liberalismo, al que esbozó el contrato social y la libertad del individuo?
Reconocí que la estudiante de Ciencias Políticas tenía razón.
Cerré la puerta de las taquillas y cargué mi mochila.
-Vale, hubo tipos que cambiaron ellos solos el mundo con un par de libros. Pero, no es tan fácil cambiar la economía de Oferta, porque hace 30 años que vivimos con ese sistema. Habría que cambiarlo todo otra vez y existe un grave problema: la eficiencia es necesaria porque este planeta tiene recursos escasos que hemos ido agotando en la época de bonanza. No podemos permitirnos ser ineficientes, y eso supone reducir aún más los empleos y abaratar costes. No le veo una salida tan sencilla.
-Entoces, ¿para qué estudias si vas a ir directo al paro?
-Por lo mismo que tú, para no quedarme en el vagón de cola.
Amanda cargó con su mochila y se volvió hacia mi.
-Prefiero vivir en un mundo que fomente el pleno empleo. A veces, la eficiencia es cruel e inhumana. ¿No hay algo de perverso en eliminar constantemente puestos de trabajo para repartir más beneficios?
-Hablas como Krugman. Él dice que tenemos que recuperar las economías keynesianas para fomentar el empleo. Así que tanto tú como los acampados en Sol sois neokeynesianos.
-Ni siquiera sé quien es Keynes, creo que estudié algo de él en la asignatura de Pensamiento Político I. ¿No era el tipo que sacó a Estados Unidos de la crisis, el del programa New Deal?
-Tienes buena memoria. Keynes fue el que encontró la solución para salir de la crisis de 1929, la del crack de la Bolsa de Wall Street. Dijo que habia que estimular la demanda mediante políticas públicas de inversión. Y ahora se hace lo contrario, los estados deben reducir el déficit, como Grecia o Irlanda, por lo que los consumidores compran menos, las empresas despiden más y la recesión se agrava.
-Pues eso es lo que piden en la acampada de Sol, que las cosas mejores.
-¿Cómo? ¿Aumentando el déficit público?
-A veces, los estudiantes de Económicas pensais erróneamente que es la economía la que gobierno el mundo y vuestros profesores os han tomado el pelo. Es el pueblo y el parlamento elegidos democráticamente los que gobiernan por el bien común. La acampada de Sol solo recuerda esto y pide que las cosas vuelvan a su cauce, castigando a los banqueros que provocaron esto y a los políticos que lo permitieron.
-No es tan fácil cambiar las cosas.
-Entonces, no me acompañes a Sol. No te lo he pedido. Quédate ahí sentado esperando a que la economía de Demanda y Oferta alcancen el punto de equilibrio. ¿No es así como lo llamáis en la facultad de Economía?
Refunfuñé pero no dije nada.
Bajamos las escaleras del metro y buscamos en los mapas la Gare d'Austerlitz. Echamos una carrer hacia la plataforma seguidos de un tipo con boina y aspecto bohemio que entró en el mismo vagón que nosotros. Este entabló conversación con Amanda en el asiento del vagón. ¡Por favor! Aquellos parisinos se  tenían creído su supuesto irresistible glamour que les hacía considerar como una obligación el conquistar a cualquier pasajera extranjera que viesen povr la calle. Bueno, la ley de probabilidades jugaba a favor de ellos. Amanda le enseño la portada de "¡Indignez-vous!" y el bohemio soltó una larga parrafada mientras hacía gestos con las manos entusiasmado. Creí entenderle que por fin alguien honrado había abierto la boca y denunciado lo que pasaba en el mundo. Él, por supuesto, estaba a favor de cambiar las cosas.

Nos despedimos del tipo en la parada de la gare d'Austerlitz y subimos al trote las escaleras mecánicas. Teníamos prisa. Queríamos llegar con veinte minutos de adelanto para buscar un compartimento sin reservar en el vagón.
-No entiendo como me has convencido,- protesté. El tren talgo hotel era lo único libre que habíamos encontrado para viajar a Madrid.
-Tus padres no se enterarán, nadie tiene por qué saberlo. Volveremos a Berlín por nuestras cosas y volveremos como si nada. Se trata de que estemos solo dos días en Madrid.
Asentí sin decir nada. No sabía muy bien por qué me embarcaba en aquella aventura.
Siempre había peleas entre los mochileros por conseguir el mejor asiento. Y ya se oían los vozarrones de los pasajeros del sur de Francia. Con aquellos tipos de dos metros no íbamos a poder discutir, así que optamos por meternos en una estancia próxima al grupo de italianos, que nos parecían de confianza porque cantaban con una guitarra. El compartimento que elegimos tenía la ventanilla cerrada y hacía mucho calor en el interior. Amanda probó a abrir el ventanuco sin éxito. Hice un intento sin resultado. La manilla parecía estar soldada al metal. Amanda salió al compartimento de al lado, y unos grandullones de Burdeos, que les habíamos oído protestar por lo mismo, ya habían aireado la estancia. Yo seguía intentándolo pero no lograba nada.

Luego, mi compañera de viaje bajó al andén a fumar un cigarro a escondidas porque la estación era un edificio público y aprovechó para tomar el aire. La discusión anterior le hacía bullir cientos de ideas en la cabeza, de cómo cada día asistían a cosas más indignantes: dinero público despilfarrado en socorrer a quienes habían tenido perdidas millonarias, censura en Internet, si eras joven sabían que no tendrías empleo o este sería precario...
Me quedé dentro para poder vigilar las mochilas. Había actuado en plan protector con Amanda, que regresó al vagón, aliviada por respirar aire. Pero le horrorizaba la idea de tener que dormir con aquella calefación a tope. Era tarde para lamentaciones. El tren salía hacia a Madrid y nos acomodamos agotados en las respectivas butacas.

-Democracia Real Ya, eso era lo que ponía el tweet,- dijo Amanda pensativa.

-Hemos hecho una locura pero seguramente merezca la pena. Supongo que todos estamos indignados.

-¿Tú por qué estás indignada? No te privas de nada, hasta tienes un móvil de última generación.

-Por que las cosas están mal pero aún hay tiempo de cambiarlas.

-¿No te has preguntado por qué la gente se indigna una semana antes de las elecciones?

-Algún día tenía que estallar.

Los dos se quedaron dormidos en sus butacas mientras el tren ponía rumbo a Madrid.


Sonó un último tweet que nadie leyó.

Lili: carga policial para desalojar Puerta del Sol

Miguel: volvemos más tarde.

Pasados unos minutos, apareció el revisor, y pidió los billetes. Amanda ocultó con disimulo su cajetilla de tabaco entre el vestido y el asiento y miró hacia la ventana.
-Hace mucho calor. ¿No pueden bajar las ventanillas?
-Están cerradas automáticamente pero pueden ustedes regular el aire acondicionado.
-Disculpe, ¿sabe algo de lo que está pasando en Madrid?
-No mucho, dicen que hay una concentración pero no sé más.

Amanda se enfurruñó durante el resto de la noche. Hacía tanto calor que tuvimos que abrir la puerta. Nos repartimos los sitios. Cada uno ocupó tres butacas, a lo largo, como si fuera una cama. Habíamos tenido suerte al encontrar sitio libre. Pero aún nos podían incordiar durante la noche. Siempre subía algún viajero sin reserva. Para ahuyentarlos, recomendé a Amanda que nos descalzásemos y dejásemos los calcetines bien a la vista. Esta olorosa precaución bastaría para espantar a los futuros visitantes nocturnos. Por último, corrimos las cortinas para dejar bien clarito que aquel compartimento nos pertenecía. Amanda extrajo de su mochila una almohadilla de viaje que le ayudé a inflar. Luego guardó sus lentillas en unas cajas con líquidos-. Y. por último, se colocó los cascos de música. Hoy no tenía ganas de charlar. Debía ser enfadada por la dichosa ventanilla. De fondo, se oía el ruido de los italianos. Entre el calor y las voces era difícil dormir. En algunas paradas, se oían paseos por el pasillo, abriendo y cerrando las puertas del compartimento. Alguien corrió nuestra cortina e hizo ademán de entrar pero al ver nuestros pies descalzos, siguió de largo. Así transcurrió la noche de camino a Madrid. Realmente, el viaje había resultado cansado y ahora teníamos la oportunidad de dormir un poco.

(continuará en capítulo 4)

sábado, 21 de mayo de 2011

(2) Spanish Revolution 2011 (the novel) / Spanish Revolution 2011 (la novela)

Autor: E.V.Pita (2011)

Resumen del capitulo 1: Los estudiantes Brais y Amanda salen de Berlín para pasar unos días en París cuando, a través de Twitter, se enteran en el tren de que algo está pasando en España. En su escala en París, tendrán que decidir si regresan a su país urgentemente.

Sumary of chapter 1: Two Spaniards young students, Brais and Amanda, live in Berlin and they travel to Paris to spend some days off. When they go by train, they recieved some tweets about big problems in Spain. They must decided if they come back to his country inmediatly.

THE SPANISH REVOLUTION
CAPÍTULO 2 - LA DECISIÓN

El tren pasó por la zona del aeropuerto Charles De Gaulle y siguió por el casco urbano mientras se cruzaba con los trenes de cercanías de París y de la SCNF.
-¿Has estado alguna vez en la Ciudad de la Luz?- dije, mientras miraba los tejados con buhardillas.
Amanda gruñó.
-El año pasado, en el viaje de fin de curso del instituto. Mis compañeros se colaron en el Metro. Uno pasaba el billete y los demás entraban gratis antes de que se cerrasen las puertas. Nadie nos dijo nada.
-A mí, lo que más me gustaría es callejear por el barrio de Saint Michel, atestado de pintores y libreros. Tiene cierto aire bohemio, como aquel mayo francés del 68, vi las fotos en un libro.
Amanda me miró divertida.
-¿Qué es el mayo francés?
-Los jóvenes se lanzaron a la calle para pedir un mundo mejor, lo mismo que ocurrió en la primavera de Praga o los campus de América contra la guerra de Vietnam.
-No sabía que un friki como tú tuviese su punto de romanticismo. Creí que estudiabas Económicas para convertirte en un tiburón financiero, como los que vendieron las hipotecas basura.
-Algunos economistas son buenos. Los consejos de Keynes ayudaron a salir de la crisis de la Gran Depresión de 1929.
-¿Qué hizo?
-El Gobierno invirtió en carreteras y acabó con el paro. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había salido de la crisis.
-Claro, eran menos a repartir y tuvieron que reconstruirlo todo.
Preferí ignorar ese ácido comentario y bostecé. A palabras necias, oídos sordos.
-Además, ese Keynes no tenía ni idea por un motivo: el plan E que se puso en marcha ahora, no solo ha acabado con el paro sino que lo ha incrementado;- volvió a la carga Amanda.
-Pero hay paro porque lo prioritario es reducir el déficit del Estado.
-Lo prioritario es que la gente tenga empleo y pueda comer, ¿no?
-Sí, pero para conseguirlo, primero hay que reducir los gastos y no endeudarse más, porque sino los demás países no comprarán tu moneda ni invertirán. Genera una recesión, pero leve.
-Díselo a todos mis amigos, que han terminado la carrera y están en el paro. No sé qué os enseñan en esa facultad pero las recetas son un poco flojas.
-Bueno, si el Gobierno lo hiciese tan mal, ¿porqué no salen a la calle los 5 millones de parados a protestar?
-Quizás ya lo hayan hecho. ¿No te has enterado de la movida que se ha montado en la Puerta del Sol?
-Esos tweets que nos están llegando, ¿hablan de una manifestación? Creí que era para un concierto de rock.
Amanda resopló y miró para otro lado.

Por la ventanilla, distinguí unos amenazantes nubarrones sobre la torre Montparnasse. El día estaba inusualmente gris para ser primavera. Algunos pasajeros se levantaban impacientes de sus asientos y la voz enlatada de megafonía anunciaba la llegada a nuestro primer destino: "Gare de Nord á Paris". Así que aquella etapa del viaje llegaba a su fin. Descargamos las mochilas de las barras superiores. Pesaban como bloques de hormigón. Coloqué la bolsa en el sillón, me agaché, incorporé mi espalda vertical respecto al bulto, pasé los brazos por las tiras, resoplé y me erguí levantando todo el peso. Este truco de carga me lo había enseñado un excursionista canadiense y decidí usarlo porque creía que ahorraba esfuerzo. Amanda se quedó mirando mientras permanecía de cuclillas para colocarme la bolsa. Por su expresión, intuí que opinaba que la operación era demasiado aparatosa.
 Salimos al pasillo y nos estrujamos hacia la ventanilla para dejar pasar a algunos pasajeros. El joven bohemio había olvidado su libro "Indignez-vous!"  sobre la mesa y Amanda se acercó amablemente a devolvérselo.
-Merci beocoup,- dijo el joven. Este se nos quedó mirando y se rascó la cabeza.
-Es que vous sous spagnoles?
-España, sí, torero,- dijo Amanda sonriente, y lanzó un Olé!.
El bohemio tomó solemnemente su libro en las manos y se lo entregó a Amanda:
-Pour vous, mademosielle! Indignation! Brave pour des spagnoles!
Amanda se quedó con el libro en la mano y el joven saltó al andén.
-Indignez-vous!- gritó solemne y se desapareció entre una miríada de viajeros que inundaban los andenes de la estación del Norte.
-¡Ese tío está majareta perdido!- dije, mientras Amanda leía la contraportada del libro.- ¿Entiendes lo que dice?
Parpadeé un poco y traduje a mi manera.
-"Indignez-vous!" es un libro escrito por Hessel, un miembro de la resistencia francesa y único miembro vivo que relató la Declaración de los Derechos Humanos. Tiene 93 años y en su libro anima a los jóvenes a rebelarse pacíficamente contra los que han creado la crisis.
-¿Y por qué ese chico me lo ha regalado a mí?
-Te habrá visto cara de indignada- bromeé.
-No, él me lo dio porque era española. Le entendí: "Bravo por España" o algo así.
Meneé la cabeza. Para mí, estaba claro, el tío había querido ligar. Además, ese libro-panfleto solo costaba 5 euros, el precio de un café en París.
-No les des más vueltas, simple cortesía francesa.
-¿Pero, y si tuviese relación con los tweets sobre la kedada de la Puerta del Sol?
-¿El botellón de Puerta del Sol?
-´Creímos que era una kedada para hacer un botellón pero podía ser otra cosa.
-Manda un tweet y que te lo aclaren.

Amanda: hola, para qué es la kedada Puerta del Sol?

Cuando se abrieron las puertas del Thalys, dimos un brinco como si fuésemos astronautas y pisamos con una pequeña inclinación de rodillas el andén de la Gare du Nord. Levemente aturdidos, fuimos arrastrados por una marea humana. Nos sorprendió el bullicio, el ajetreo de los trabajadores escupidos por la boca del Metro y que tomaban el tren para ir a la oficina. El silencio de los campos de lavanda contrastaba con el ruido de la megafonía, los pitidos de los revisores o el ensordecedor piar de los gorriones que volaban bajo el techo de hierro... Aquella estación era gigantesca. Amanda encendió un cigarrillo y lanzó unos aros de humo. Nuestros ojos buscaban letreros que indicasen la oficina de Información Internacional, ya que queríamos conocer los horarios de tren hacia Disneyland Paris. Amandase habia olvidado de imprimirlos cuando lo consultó por Internet. Resuelto eso, quedaríamos libres para disfrutar de París por unas horas. Bastaba con guardar las mochilas en unas taquillas y subirse al Metro.


Parecíamos dos panolis arrastrados por la masa de viajeros que caminaban apresuradamente por el andén, justo en el momento en que una máquina del tren de alta velocidad TGV entraba en la estación.
-Lo primero que haré será beberme un buen café au lait - dijo Amanda.
-No te hagas ilusiones. Estamos sin blanca.
-Te dije que tenías que sacar más dinero del cajero en Berlín.
-No te acuerdas que nos lo fundimos todo al pagar el suplemento del ICE. Como la señorita es tan fina que no quería viajar en un tren regional...
-Sabes de sobra que no hubiésemos tardado una eternidad.
-No tenemos prisa, tenemos tres días por delante.
-Llegamos con retraso y todo por tu culpa.

-Tú quisiste esperarme. Podías haber viajado sola.
Amanda me miró enfadada, con los ojos rojos como una fiera, pero se mordió la lengua.

-Podría decirte un par de cosas pero no quiero hacerte daño.
Bajé la cabeza.
-Los dos estamos muy cansados por el viaje. Llevamos toda la noche metidos en ese tren sin comer apenas y es normal que estemos de mal humor.

Ambos se separaron al llegar a las toilletes.
-¿Tienes unas monedas sueltas? Aquí hay que pagar como en Alemania por ir al baño.
-Pagar por todo es una forma de aumentar el PIB,- bromeé.
Removí en el bolsillo y saqué un billete de 10 euros.
-Creo que ya tenemos para el baño y un buen desayuno.
Amanda se quitó la mochila y se dejó caer sentada en el suelo.

Cuando salimos del baño, nos sentamos en la mesa de una cafetería y pedimos dos baguettes y un café au lait para cada uno. Eso nos daría energía. En ese momento, sonó un tweet.

Lisi: Acampada en Puerta del Sol.

Amanda abrió los ojos como platos.
-¿Una acampada?
-Tu colega nos quiere tomar el pelo, pasa de ella.

Mi compañera de viaje tecleó:

Amanda: ¿Acampada, qué acampada?

Con el estomago lleno, nos dirigimos a la sala de Consultas estaba compuesta de un mostrador con siete operadores. Cada dependiente pulsaba una tecla y saltaba en una pantalla digital el número de orden al público. Recogimos nuestro turno y nos sentamos en unas sillas de plástico barato. Nos acompañaban unos pasajeros muy curiosos, como una joven mendiga tirada en el suelo que comía el contenido de un paquete con un menú de comida rápida. Otro aparentaba el típico francés sacado de una película rollo de Jacques Truffeau. Nos observaba una jubilada alemana de camisa floreada y melena rizada. También observé a los inmigrantes arabes y a modernas mujeres cubiertas con el chador. Cuando la dependienta de Información nos llamó por nuestro número, dudamos entre hacer las preguntas en francés (que supuestamente dominaba yo) o inglés (cosa de Amanda, más viajada).

-Si sabes francés, podemos intentarlo- dijo Amanda, ingenuamente.

Eso le había hecho creer yo, pero sólo tenía conocimientos básicos del idioma.

Busqué una excusa. Si resultaba que el dependiente soltaba una parrafada, yo no entendería nada y Amanda tampoco. O lo que era peor, comprendería todas las instrucciones al revés y perderíamos el tren a Disneyland Paris. Se me ocurrió una mentirijilla piadosa.

-Es preferible que hablemos en inglés, no vaya a ser que metamos la pata con el francés- me disculpé, con un gesto fallido al pasar la mano por la punta de la nariz y ponerme colorado. ¡Qué embuste!

Así que Amanda gruñó y tomó las riendas. En este viaje, se empezaba a dar cuenta de que a ella siempre le tocaba pringar. Casualmente, siempre le caían todos los marrones. Con una amplia sonrisa se dirigió hacia la dependienta del mostrador. ¡Estaba espléndida cuando se hacía la niña buena! La operadora explicó que para viajar a Disneyland Paris era necesario hacer un transbordo en metro para tomar otro tren en dirección al oeste. Sólo nos valdría un tren que no requiriese reserva y que, por tanto, fuese gratis para los viajeros con el billete de Rail Exprés. Pero, ¿cómo se preguntaba eso?

Entonces intervine yo y chapurreé en plan bruto.

-Rail Exprés, no suplement, Rail Exprés, no suplement, no reservé.

La azafata se quedó pensativa mientras Amanda se llevaba las manos a la cabeza.

-¡Y este tío presume de hablar tres idiomas!

Milagrosamente, la dependiente comprendió y sin perder el tiempo explicó el mejor recorrido. Nuestro tren partía dentro de tres horas y llegaría a Disneyland Paris una hora después. Teníamos tiempo para dar una vuelta por el centro.

-Llegaremos a Disneyland Paris a la hora de comer, cerca de la una de la tarde.

Para asegurarnos de que la información era correcta, nos lo imprimió por ordenador.

-Merci, beacoup!

Arrastramos las mochilas como si fuese un saco de ladrillos y salimos a los pasillos. Había leído en una guía que la estación tenía una sala donde estaban las taquillas, en dirección al Metro. Había un montón de armarios y gasté mis últimas monedas en guardar las mochilas hasta la noche, cuando volviesemos del parque de atracciones. Nos metimos en la boca del metro en dirección a lo Campos Eliseos. Habíamos oído que allí se compraban los tickects para Disneyland Paris.
-Debimos haber hecho la reserva por Internet.
-Te dije que te encargases tú.
-Me olvidé.
Amanda se sentó en el atestado vagón de metro y quedé de pie. Me fijé en que parpadeaba la pantalla de su móvil.
-Tienes un tweet. Quizás tu amiga nos aclare qué es lo que está pasando en Madrid.

Lili: Ya estoy. Hay un montón de peña.
Miguel: Yo también estoy indignado.

La joven escribió un mensaje.

Amanda: ¿Quien organiza la kedada? ¿De qué va esto?

Salimos a la calle y seguimos la flecha de un anuncio de McDonalds. En unos minutos nos encontramos en el Hotel de la Ville, el ayuntamiento de París. El día estaba demasiado nuboso y amenazaba con caer una tormenta.

Nos sentamos agotados en el restaurante de comida rápida e invité a Amanda, ya que ella no había cambiado sus cheques de viaje.

-Cuando volvamos a Berlín te lo devuelvo- me prometió, mientras sorbía con su pajita el vaso de Coca-Cola.

Fuera comenzaba a lloviznar.

Después, cuando escampó, caminamos por la plaza del Centro George Pompidou, un lugar obligado para los jóvenes. Allí había una fuente y unas esculturas de estilo picasiano. Nos sacamos unas fotos bajo las gotas de la lluvia. Ante la amenaza de que empeorarse la tormenta, continuamos paseando arrimados a los portales del barrio del Sena y Saint Michel. La chica comenzó a quejarse de que le dolían los pies y tuvimos que hacer un alto para que se descalzase y se quitase las sandalias.

Llegó otro tweet.

Lili: Democracia Real Ya, Spanish Revolution, No les votes.

Los dos jóvenes alzaron las cejas sorprendidos.

-¿Spanish Revolution? ¿Pero qué está pasando en Madrid?
Los dos jóvenes entraron en el centro Pompidou y buscaron un servicio de Internet gratuito. Amanda se sentó y tecleó en el buscador Google: "Spanish Revolution" "Puerta del Sol"
Aparecieron 2.460.576 entradas.
-Fíjate, hasta Wikipedia tiene una entrada.
Los dos se miraron asombrados. Los titulares no dejaban lugar a dudas: "Cientos de jóvenes indignados se concentran en la Puerta del Sol contra la crisis económica y social", "Democraria Real Ya irrumpe en campaña".
-La que se está armando, y nosotros aquí, perdiéndosnolo.
-¿Y si fuésemos a Madrid?
-Dentro de una semana acabamos el curso, me parece buena idea.
-Digo ahora.
-¿Ahora? ¿Tú estás loca?
-Podemos buscar vuelos baratos, el primero que nos lleve alli.
-A ver si nos aclaramos. Primero, me convenciste para acompañarte a Disneyland Paris, pues era la mayor ilusion de tu vida, ver al ratón Mickey y al pato Donald. Ahora, quieres ir con tus colegas a la Puerta del Sol para luchar contra la crisis. Genial!
-¿Genial?
-Por supuesto, te acompañaré al aeropuerto.
-Se trataba de ir los dos juntos.
-No se me ha perdido nada allí.
-Pero es algo histórico, la gente sale a protestar porque está indignada.
-Ni siquiera sabemos por qué protestan. ¿Quién está detrás de todo esto?

(1) Spanish Revolution 2011 (the novel) / capítulo 1 Spanish Revolution (la novela)

Autor: E.V.Pita (2011)

Resumen: Novela basada en los hechos reales ocurridos entre los días 15 y 23 de mayo de 2011 en España.

Sumary: A novel based in the real social protest of Spaniards the days from 15th to 24th of May in Spain.

Título: "Spanish Revolution" (by E.V.Pita)

SPANISH REVOLUTION
CAPÍTULO 1 - ALGO ESTÁ PASANDO

15 de mayo de 2011.

El sonido de un mensaje de tweet en el teléfono móvil me despertó. Mi reproductor MP4  hacía sonar una canción de Lady Gaga y reduje el volumen. Levanté la cabeza y miré cómo resbalaban las gota por la ventanilla. Un paisaje gris y nebuloso dejaba ver las siluetas de las naves industriales y depósitos que se reflejaban en los charcos. La lluvia caía atronadora sobre las chabolas con antenas parabólicas que se extendían a lo largo de la vía junto a pequeños huertos con una casita, cientos de ellos, separados por una valla vegetal. La mayoría eran vigilados por un enanito o gnomo que aguantaba estoicamente de pie el aguacero. Dos ciclistas con chubasqueros pedaleaban por el camino, aparentemente muy ocupados.
 Me llamo Brais, flaco como un palo, con una nariz más larga que la de mi héroe Ciranno de Bergerac, con una espalda tan quebrada como la de Quasimodo (el peso de la mochila me aplasta) y gafas redondas al estilo John Lennon. Amanda me dice que soy un nostálgico, que debería llevar esa horribles gafas redondas de pasta negra tan de moda. Ahora mismo estoy reclinado sobre la butaca de un vagón de segunda clase del tren de alta velocidad alemán ICE que cruza a gran velocidad Alemania.
-Köln Banhof- sonó una voz metálica por la megafonía.
En unos minutos, nos apearíamos en la estación de Colonia, esa vieja villa romana dominada por una catedral que guardaba misteriosos enigmas de la orden de los templarios. Lástima que no tuviésemos tiempo a visitarla.
Amanda, delgada, con un cómodo vestido y de melena con mechas azules y cortada a lo egipcio, volvió del baño, y ocupó su asiento a mi lado. Guardó en su bolso un libro titulado: "Fharenheit 451". Consultó su teléfono móvil aprovechando que en los andenes de la Bahnhof habia buena cobertura. De repente, dio un respingo.
-El Twitter está que arde.
Miré la ventanilla con indiferencia. Perdido en un andén, asomaba un tren de la DB de dos pisos, que entraba en la estación, y el morro aerodinámico de una locomotoria que recordaba la silueta de un dragón. Ese tenía que ser el Thalys.
-Ya veo el tren de París, ¿quieres que te ayude a bajar la mochila?
-No gracias, ya me arreglo yo solita- dijo Amanda, y se encaminó a buscar su mochila al compartimento.
Miré el teléfono móvil. Yo también tenía más mensajes y comentarios de lo habitual en el Facebook pero ni siquiera me digné a echarles un vistazo.
-Tenemos cinco minutos de margen,- dije, mientras guardaba el móvil.
Caminamos por el pasillo del ICE y, tras esperar la cola, tiramos las mochilas al andén y saltamos a la plataforma. Pronto fuimos arrastrados por cientos de pasajeros se movían por la estación de Köln a toda prisa. Nosotros nos sumamos a aquella masa.
El Thalys, el tren de alta velocidad que unía Holanda, Bélgica y Francia con Alemania, estaba en el otro extremo de la estación y apuramos el paso.
El aire acondicionado del vagón nos dio la bienvenida. Una voz femenina me dijo en francés: "Excusemoi" y eché la mochila para atrás para dejar paso a una trajeada ejecutiva. Quizás fuese una europarlamentaria que iba a Bruselas.
Amanda se sentó desplomada y consultó los tweets de su móvil táctil de última generación.
-Tengo 20 tweets, debe de estar pasando algo.
-Será el cumpleaños de alguna amiga tuya, algún cotilleo de Gran Hermano o cantante famoso.
-Hay demasiados mensajes acumulados, no es normal.
-Quizás estén hablando del terremoto de Lorca, ¿no lo viste el otro día en el Facebook? O más noticias de lo de Bin Laden o las revueltas árabes.
-Seguramente.
Amanda tecleó en su teléfono táctil y envió un tweet.
-Amanda: pasa algo en España?
Pasaron unos minutos y no llegó ninguna respuesta.
-Será una tontería, le dije. ¿Quieres que entre en mi Facebook y en el Tuenti, y pregunte a mis colegas?
Amanda sonrió y continúo leyendo su libro "Fharenheit 451" pero, súbitamente, ladeó la cabeza y se quedó dormida profundamente.

Me acomodé sobre la ventanilla. Yo también quería echar una cabezada. El tren entró en una ciudad de Holanda llamada Maastrich. El aparcamiento estaba repleto de bicicletas, miles, y sonreí. Vivíamos tiempos difíciles en los que no paran de ocurrir importantes acontecimientos en el mundo. Si la crisis esto, si la crisis lo otro. En Alemania, le propuse a Amanda buscar trabajo, de camino a la residencia de estudiantes habiamos visto muchos carteles donde se ofrecían puestos. Viviríamos en Berlín un año, ahorraríamos y luego ya veríamos. Pero ella lo meditó y a la mañana siguiente, en el desayuno en la residencia, se acercó con su bandeja a mi mesa y me dijo: "nos volvemos". No hablamos más sobre el asunto. Estaba decidido. Lo prioritario era terminar los exámenes finales de junio y que luego tendríamos todo el verano para empreder una aventura.
Cruzar en tren la vieja Alemania del Este, me impresionó.Ya no quedaban ruinas de las fábricas que había visto en los libros. Dice mi viejo que, para él, lo más gordo fue lo que aconteció en 1989, cuando se cayó el muro de Berlín y el telón de acero. Veinte años después, afirma, el mundo está irreconocible. Cuando nací, mi padre tenía miedo de que la Unión Soviética lanzase un misil con cabeza nuclear y abrasase nuestra ciudad. Un buen día, el presidente soviético Gorbachov anunció la revolución Perestroika, disolvió la URSS y trajo la libertad a los países de Europa del Este. Pensé en todo aquello cuando, por la noche, salimos de Berlín tras pasar dos semanas en un programa de intercambio. La guerra fría solo era un mal recuerdo. EN veinte años, Europa había abierto sus fronteras y respirado un aire de libertad y alegría por todo el continente. Eso fue lo que siempre me contó mi padre. Tengo 20 años y soy lo bastante mayor para darme cuenta de que ahora vivimos otra época histórica. Aunque pueda parecer contradictorio, todo el mundo hablando de la crisis, para mí estos son unos años emocionantes y llenos de optimismo.


Me acomodé en la butaca aterciopelada del vagón y me recreé con estos reconfortantes pensamientos. Eso me recordó que tenía que cumplir una obligación urgente en cuanto el tren parase en París, la escala donde deberiamos hacer el transbordo. Miré de reojo a Amanda, que seguía dormitando a mi lado, con su rostro oculto por el flequillo de su melenita. Apoyaba despreocupada sus sandalias sobre la butaca vacía de enfrente. Pasé distraído las hojas de mi diario, que hablaba de Berlín, la ciudad en la que pasamos las dos semanas en una residencia repleta de estudiantes de todo el mundo. Fue estupendo, mejor de lo que me imaginaba, todo el día de fiesta. Las chicas caían rendidas ante mi labia. Nuestro barrio era famoso porque alli había pasado unos años Bach o Haendel, no recuerdo bien. Se trataba de uno de esos organistas barrocos que se pavoenaban con una abundante peluca blanca. Nuestra zona, cercana al triángulo de los museos reales, había sido rehabilitada y el casco histórico se alzaba con iglesias espigadas y cúpulas de cobre verde. Si mirabas por la ventana, aún quedaba algún descampado con las ruinas de una fábrica de corte soviético. Además, la residencia tenía cerca un parque tranquilo al que podías llegar en bicicleta, justo lo que yo necesitaba. Por suerte, la lectora hizo la vista gorda y nos dejó escapar el último fin de semana a Viena para visitar a una colega de Amanda, con quien había charlado durante horas y horas en el bar de la Escuela de Idiomas. En Internet, ella consiguió un vuelo por 20 euros con Ryanair.

Amanda se despertó, se desperezó sin disimulo y miró embelesada los extensos campos de lavanda a través de la ventanilla.  En el asiento de enfrente, se había sentando un atractivo joven barbudo y con boina, con aspecto bohemio, que leía un libro titulado "Indignez-vous!" de un tal Hessel. Jamás había oído hablar de ese tipo. Atrás, oyó conversar a una madre y su hija en un idioma que le sonaba a francés.
-¿Donde estamos?
-Acabamos de salir de Bélgica y acaban de anunciar por megafonía que entramos en Lille. En 40 minuto llegamos a París.
-Deberíamos haber comprado un billete de avión. Es de tontos cruzar media Europa en tren.
Refunfuñé. La idea de hacer escala en París no había sido mía.
-Querías pasar unos días en París antes de volver a Berlín, por eso tomamos el tren.
-Me gustaría volver a casa.
-Si seguimos de largo, llegaremos a tiempo para votar en las elecciones, no te preocupes.
-Es la primera vez que voto por correo pero creo que debería haber pasado, cada vez lo tengo más claro, estamos metidos en una crisis. Cuando volvamos, ya sabes lo que nos vamos a encontrar allí;- replicó Amanda.
-¿Has votado a los verdes?
Amanda me miró con recochineo y no me contestó.
-¿Te has enterado de que era ese lío de Twitter?,- preguntó mientras miraba de reojo el diario Le Soir que leía un pasajero, un ejecutivo de traje y corbata.-La prensa no dice nada.
Me encogi de hombros.
-No hay cobertura,- mentí, mientras examinaba la pantalla de mi móvil. En realidad, no tenía la más mínima pretensión de curiosear cual era el último cotilleo de la telebasura o de esos chistes que mandan en correos masivos.
Un revisor entró el pasillo.
-Si vous plait, ticket,- dijo en francés.
El tren salió de Lille y cruzó un largo túnel.
Amanda consultó la pantalla de su móvil, que volvió a quedarse sin señal.
-Me aburro. Podíamos echar una partidita con las cartas que llevo en la mochila. ¿Una, al tute? Puedo presumir de que he sido campeona del bar del instituto y no estoy echándote un farol.
-Nunca pierdo el tiempo con esos juegos. Hay que pensar mucho y eso cansa. Prefiero disfrutar del paisaje.
Aquel comentario pareció molestarle porque se puso de morros. El tren atravesaba un túnel, no había ningún paisaje que ver. La chica empezó a sospechar que tendría que compartir el viaje con una sosa rata de biblioteca. Pasamos un tiempo sin hablarnos. O ella no me dirigió la palabra, mientras barajaba metódicamente los naipes, con la imagen del ratón Mickey y el pato Donald, jugando al solitario.

Saqué de la mochila los bocadillos de salchichas Frankfurt con ensalada y crema que habíamos preparado la tarde anterior en la residencia. Comimos en silencio, lo cual no dejaba de ser un tanto turbador. Realmente, el viaje podía haber sido más animado si yo hubiese puesto algo de mi parte. A decir verdad, a mí realmente lo que me importaba era apearme en París y pasar toda la tarde en el barrio de Saint Michel. Pero mucho me temía que esos no iban a ser nuestros planes prioritarios.

El tren atravesó un inmenso paisaje de cultivos de cereral con aspersión, similar a las llanuras de Castilla pero con más verde. En el horizonte, se divisaban los campos de lavanda. Un mar de flores lilas lo cubría todo a nuestro vertiginoso paso. Si mal no recordaba, la lavanda era un indicio de que nos aproximábamos a la periferia de París.
-Estamos en las afueras, todo está repleto de grandes mansiones.
El tren se acercaba a la gran ciudad de la luz y sentí nervios. Pronto entraríamos en los suburbios y, en unos minutos, quizás divisaríamos a la derecha la Torre Eiffel, el mayor espectáculo que había visto. El gigante de hierro despuntaba sobre los tejados y buhardillas de la grande ville.
-Ya vuelve la cobertura,- anunció Amanda.
De repente, sonó un pitido, seguido de otro, y otro...
-¿Pero qué está pasando? Tengo otros 10 tweets;- dijo mi compañera de viaje.
-No te lo vas a creer;- le dije. Yo mismo levanté la vista con los ojos desorbitados.

Miguel: yo también estoy indignado
Susana: vamos para allí, metro Sol
Luis: kedada en Puerta del Sol
Lisi: Kedada, metro Sol 
Manuel: cada vez viene más gente
Luis: ya estoy, mucha peña, voy en la línea amarilla

 .... Continúa en capítulo 2 ...

miércoles, 4 de mayo de 2011

Theory about the Sir Francis Drake's assault to Corunna (The Groyne) in may of 1589-

 By E.V.Pita - Interrail Global 10 days chronicle of a journey / Por E.V.Pita - Interrail Global crónica de un viaje de 10 días
Statue of Sir Frances Drake in Plymouth / Estatua de Sir Francis Drake en Plymouth


Author: E.V.Pita
Comic writer of "A Coruña, 800 años de historia" (Corunna, 800 years of history), published by "La Voz de Galicia" in 2008.


Why sir Francis Drake assaulted Corunna (The Groyne) in may of 1589?

My theory is that the English corsair fleet of Sir Francis Drake, when the Lisbon campaign, attacked the citadel of Corunna (The Groyne) in 1589,in North of Spain, because he wanted to kidnap as a prisoner the governor and captain general of Galicia, marqués de Alcedo. His plan was to take the city and the governor to demand a large ransom to King Felipe II (Philip II). Drake did the same thing years ago during the looting of the colonies of the Indies, where he captured the governor of Ciudad de Dios, Panama and win a lot of "ducados". But this time it went wrong, in his way he brought a fierce defender, Maria Pita, and the assault was unsuccessful.

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A historical curiosity and new theory: A map presented in an exhibition at the National Library in December 2009 reveals that in times of Felipe II, geographers map CVRVÑA officially called to Coruña, as many still pronounce it well today: "Curuña"

martes, 3 de mayo de 2011

Curiosidades sobre sir Francis Drake / ¿Por qué invadió Coruña en 1589? / Era Curuña, no Coruña

 By E.V.Pita - Interrail Global 10 days chronicle of a journey / Por E.V.Pita - Interrail Global crónica de un viaje de 10 días
Statue of Sir Frances Drake in Plymouth / Estatua de Sir Francis Drake en Plymouth


Por E.V.Pita

Extraído de las anotaciones para la redacción del guión "A Coruña, 800 años de historia" (2008).

Los galeones de Drake navegaban en fila pegados a la costa contraria (la de Mera) para evitar los cañones de San Antón.

Mi teoría es que sir Francis Drake quería secuestrar al gobernador y capitán general de Galicia y pedir un cuantioso rescate al rey Felipe II como ya hizo en otros saqueos en las Indias (Ciudad de Dios, en Panamá). Pero esa vez le salió mal; en su camino se interpuso una fiera mujer.

También fue una sorpresa saber que durante siglos decenas de molinos de viento dominaban las lomas de Santa Margarita y San Amaro en plan parque eólico y que muchos forasteros creían que Don Quijote arremetió contra esos "gigantes". Lo más curioso es que salen dibujados en los mapas de la época [pero su posición concuerda más con Santa Margarita; los de Monte Alto están documentados en el siglo XVIII].

Aún se conserva la armadura que, según dicen, llevaba el marqués de Cerralbo, el gobernador que defendía Coruña del ataque de Drake.

Hay una vista de Coruña que bocetó un dibujante florentino de la corte de Cosme de Médicis cuando peregrinó a Santiago en 1669 y embarcó en A Coruña en el nuevo barco correo inglés a Falmouth.

Como se puede apreciar en un grabado de 1669 y hoy en día, el convento de San Francisco ya está dentro de las murallas. No así en tiempos de Drake.

Hay vistas de la ciudad coinciden con la vista de la ciudad en los últimos años de María Pita y dan pistas de cómo era en tiempos de Drake, 80 años antes.

Hay un grabado de la vista de la Ciudad Alta de 1669 apenas cambió desde tiempos de María Pita, a excepción de que tras el ataque de Drake el rey ordenó ampliar las murallas para proteger el convento de San Francisco, que cuando Drake estaba desprotegido en campo abierto. La muralla también tiene  ahora baluartes (en forma de pico) puestos después de Drake para reforzar las murallas medievales.

La pescadería cambió porque Drake la incendió y fue reconstruida. En la fachada más cercana al mar (sin muralla) hay altos soportales y que al reflejarse en el mar recuerdan a Venecia. Hay dos iglesias en la Pescadería que son la de San Andrés y San Nicolás, que estaban en la pescadería.

El Orzán tenía una muralla transversal. Esta muralla será importante en la batalla de Elviña.

Existe un grabado con lo que quedó el hospital de San Andrés, que estaba en la Pescadería y atendía a los marineros heridos y enfermos y que fue destruido por los ingleses de Drake. Los ingleses incendiaron la ciudad antes de abandonar el cerco, esta imagen valdría, en medio de las llamas. Solo quedó en pie el pórtico del hospital de San Andrés.


El tambor de guerra inglés lleva el escudo de Sir Francis Drake. Pudo verse cuando los ingleses avanzaron dentro de la muralla y María Pita les hizo frente. Los cañones de Drake llevan dibujada una serpiente en la boca del cañón.

Hay fotos de un tambor de guerra con el escudo de Sir Francis Drake.
Es fácil de imaginar al tamborilero cuando los ingleses avanzan dentro de la muralla y María Pita les hace frente.

Otra idea es que los cañones de Drake llevan dibujada una serpiente en la boca del cañón.

Un relato de la vida de María Pita debe comenzar con un relato de las fechorías de Drake.

1) Las maldades de Drake durante sus aventuras durante la circunvalación del globo.

CAJA DE TEXTO: Durante su vuelta al mundo, un oficial confesó que planeaba amotinarse.
Se ve al oficial con grilletes y rodeado de piratas. Drake le señala.
DRAKE: Te doy tres opciones: la horca, abandonarte en una isla desierta o dejarte en un bote sin comida.
OFICIAL: Elijo la soga. Encomiendo a Dios mi alma.

2) OTRO POSIBLE DIÁLOGO

CAJA DE TEXTO: Drake murió de disentería ante las costas de Portobelo en 1596. Tenía 56 años. Su cuerpo fue lanzado al mar en un atad lastrado.
Se ve a los piratas que lanzan al mar una caja de madera.
PIRATA: He aquí el más audaz y leal marino que luchó por Inglaterra.
PIRATA 2: ¡Dios salve a la reina!

Estos "flash back" sobre las despiadadas tropelías de Drake dan idea del mérito de María Pita al enfrentarse a un supervillano, un rival invencible, lo que engrandece la victoria.

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Anotación posterior: Un mapa presentado en una exposición de la Biblioteca Nacional en diciembre del 2009 revela que en tiempos de Felipe II, los geógrafos de los mapas oficiales denominaban CVRVÑA á Coruña, como muchos todavia la pronuncian así hoy en día: "Curuña"